domingo, 28 de febrero de 2016

Por qué a mí



Me llega la información de que en un aeropuerto de Alemania, los funcionarios de aduanas facilitan la entrada de mujeres en situación irregular a cambio de favores sexuales. ¡Qué barbaridad! Es falsa la noticia, se la inventaron unos investigadores en psicología para demostrar que es creíble que hombres acepten favores sexuales a cambio de actuaciones ilegales. Otro ejemplo por el estilo es de un chiste que aparece en varios manuales de sociología. Un judío le comenta a un amigo que la cosa se está poniendo difícil y que va a abandonar el país. El amigo le pregunta por qué. El primero dice: “Es que van a encarcelar a los judíos y a los electricistas”. El amigo, extrañado, pregunta: “¿Por qué a los electricistas?”. El judío responde: “Pues por eso mismo me tengo que ir”. Se da por supuesto que a los judíos es normal perseguirlos. Algo así sucede con Podemos, ellos van a sacar a los etarras de las cárceles, propiciar la independencia de Cataluña y Euskadi, vendernos a potencias extranjeras, como Irán o Venezuela… Intolerable.
En estos tiempos inciertos en los que la propaganda alcanza el rango de conocimiento cierto y verdadero, el ágora pública se está convirtiendo, si no lo ha sido siempre, en una arena de batalla de acusaciones, desprestigios y campañas mediáticas. Todos contra todos, aunque no todos con las mismas armas y la misma fortuna. Creo que no hace falta dejar claro que grandes partidos tienen la capacidad de movilizar no sólo medios de comunicación como radios, televisiones o prensa, sino que tienen una legión de bloggers “independientes” y comentadores profesionales dispuestos a trolear cualquier noticia. Todos los partidos políticos tienen seguidores que hacen ese trabajo de manera altruista, simplemente por convicción, pero no todos tienen think tanks que les facilitan guiones, razonamientos y contestaciones para cualquier situación.
No voy a quejarme de que a veces sea la lucha de David contra Goliath, prefiero centrarme en la actuación de los seguidores anónimos. Desde que Podemos hizo su irrupción en el panorama político en las elecciones europeas, ha conseguido adhesiones en la misma proporción que abominaciones. Que los partidos tradicionales se han visto amenazados y, en algunos casos, como IU, tragados literalmente por la formación de Pablo Iglesias no ha contribuido a su popularidad, como tampoco los ataques a la “casta”, el establishment en terminología original. Hay páginas Rajoy Dimisión y Anti-Podemos, pero resulta llamativo la reacción antes de la acción. Viene a ser normal que, después de un gobierno, aparezcan los descontentos, pero, ¿antes de gobernar incluso?
Desde luego que no es mi interés servir de abogado de ningún partido político, faltaría más. Sobre todo porque desconfío de todas las organizaciones, por mucho que vea su necesidad. El poder corrompe, sin excepciones. Me llama poderosamente la atención la radicalidad de cierto sector del público. Pongamos por caso, alguien, votante de toda la vida del PSOE, respira más inquina hacia Pablo Iglesias (dejando aparte la ironía) que hacia Rajoy. Hay más virulencia en los ataques a Podemos desde un miembro del PP más conservador que hacia sus rivales más directos, el PSOE.
Desde el principio fueron acusados de nazismo, de comunismo, de populismo, de buenrollismo y de totalitarismo a la vez, de ingenuos y de maquiavélicos. Luego se fueron encauzando los conceptos y terminaron por definirse los campos del discurso, los ataques legítimos que todo el mundo pudiera entender. Y calaron en muchos sectores sociales. A algunos les fastidiaba que atacaran a la casta y que pudieran viajar en primera clase, tener una mochila cara o un iphone (todos los ejemplos son reales). A otros les reventaba su prepotencia y ahí tenemos los gritos de una diputada en AENA. Un grupo de escépticos, los que piensan que “todos son iguales” vieron reforzadas sus desconfianzas con los expedientes a Errejón en la Universidad de Málaga, Juan Carlos Monedero con Hacienda, o el alcalde de Zaragoza por la gomina. Luego aparecen informes fantasmas de la UDEF, supuestos cobros de Irán o Venezuela y, por supuesto, las conexiones con ETA. Sobre esto sí que hay consenso.
No voy a entrar, porque no es lo interesante del caso, en la verdad o falsedad de las acusaciones. La mayoría de ellas acaba siendo sobreseídas y archivadas, al menos por ahora. Lo llamativo es que se convierten en virales a través de enlaces compartidos en las redes sociales. Normalmente a través de los medios que terminan en –digital, que ya aviso, no me merecen ninguna confianza en cuanto a la veracidad e imparcialidad.
De esta forma se conjura una tormenta cuando unos titiriteros sacan una pancarta, sólo si han sido contratados desde Podemos; se protesta por una cabalgata de reyes mayos; se indigna uno por unas podemitas orinando en La Almudena; se da fe a una lista del callejero madrileño que supuestamente Carmena iba a cambiar; se lía una protesta multitudinaria en Sevilla al saberse que Podemos va a quitar la Semana Santa y retirar el nombre de Sor Ángela de la Cruz a su calle…
De los guiñoles llevo hablando dos semanas, pero de la famosa Cátedra sobre la Memoria Histórica no he leído a nadie que rectificara. Esa lista es apócrifa, así lo hizo saber la que hasta esta semana ocupaba la cátedra y que ha dimitido ante la falta de apoyo institucional. Nadie, ni la universidad ni el ayuntamiento de Madrid, explicó que ese no era un documento que hubiera publicado dicha cátedra. Tampoco es cierto que Podemos e IU quieran quitar la Semana Santa ni el callejero sevillano. La propuesta era separar Iglesia y Estado, que los concejales que acudieran a actos religiosos lo hicieran a título personal, y no como representantes públicos, y viceversa, que no se considerara a la Iglesia como autoridad pública. Sobre el callejero, la propuesta no pretendía cambiar el nomenclátor existente, sino evitar la religión en las nuevas vías. Yo mismo he realizado un estudio sobre la presencia de propaganda política en el callejero de Rota. Abruma ver la cantidad de referencias religiosas, que no se pierden con los años.
Se podrá estar de acuerdo, o no, con la propuesta, pero es grave que se intente tergiversar de una manera tan burda. Sin embargo, lo llamativo es la rapidez con la que se acepta por el público. Se da por supuesto que de Podemos puede venir cualquier barbaridad.
Es curioso cómo se sabe qué van a hacer cuando lleguen al gobierno y, en cambio, no se esté al tanto del despilfarro en cursos de formación, en fórmula 1, en concesiones a los gestores de hospitales públicos… que los partidos en el gobierno, PP o PSOE, llevan haciendo durante décadas.
Sería iluso pensar que alguien que se da prisa en colgar cualquier acusación contra Podemos vaya a rectificar y colgar en su muro que la Audiencia de Madrid ha tumbado las acusaciones de Manos Limpias. No me hago ilusiones con eso, aunque sería bonito. Lo que intento entender es la facilidad que tiene un gran sector de la población en asumir todas las acusaciones contra unos y no contra otros, pongamos por caso, Isabel Pantoja.

lunes, 22 de febrero de 2016

Blasfemias




El problema de la libertad de expresión, como todas las libertades, es el de los límites. Esta semana hemos asistido a toda una retahíla de opiniones al respecto de dos casos que han acabado en el juzgado. Ya vimos cómo se podía malinterpretar una función de títeres para que pareciera un apoyo al terrorismo. Y en juzgado también empieza el calvario para la concejala Rita Maestre. Al menos, el madrenuestra de Ada Colau se está librando.

A Rita Maestre se la acusa de atentar contra los sentimientos religiosos, una manera muy elegante de hablar de la blasfemia. En el fondo se está tratando de un problema de los límites de la libertad de expresión. Pero la cuestión con la blasfemia es distinta. Cualquiera se puede sentir indignado con cualquier manifestación que escuche o lea en los periódicos o las redes sociales. Yo me he indignado muchísimo con el exalcalde de Valladolid por sus declaraciones sexistas y con prácticamente toda la programación de Telecinco. Sin embargo no pido su encarcelamiento. No respeto para nada su opinión, porque las opiniones no son todas respetables. Las personas siempre son dignas y merecen respeto, pero a machismos, racismos, barbaridades de ese calibre, no hay que respetar nunca.

Los que se irritan tanto con lo políticamente correcto acusan de policía del pensamiento, de moderna inquisición, cuando los y las feministas ponemos en evidencia la prepotencia de ciertas expresiones. No he escuchado a ninguno de ellos hablar en contra de esta inquisición mucho más cierta que es el código penal con el delito de atentar contra los sentimientos religiosos.

La cuestión de la blasfemia es radicalmente distinta a las opiniones sobre fútbol, política o moda porque sólo una de las partes es la que la define como tal. Blasfemia es todo aquello que puede ofender a una persona religiosa. Blasfemia es usar el nombre de dios en vano, blasfemia es un “megagoendió”, blasfemia es una representación de la madre de dios con heces…

Pero no hay reciprocidad en la blasfemia, se da la circunstancia de que uno sí puede atentar contra los sentimientos religiosos y, por el contrario, no hay tipificado nada que atente contra los sentimientos de los que no lo somos. A mí me puede molestar muchísimo un niño Jesús crucificado, la medalla del mérito a la Guardia Civil a la Virgen, me puede doler en lo más profundo las declaraciones de muchos jerarcas de la Iglesia católica sobre niños que consienten o provocan los abusos, me parece indignante compartir aulas con enseñanzas confesionales… y no hay derecho que me asista. Sólo se atenta contra la bandera, contra la integridad de la patria, contra su majestad el jefe del Estado. A los ateos no nos pueden molestar los sentimientos de ningún tipo, por mucho que atenten contra la neutralidad religiosa de los espacios públicos.

El dios de los religiosos es muy especial en los gustos. Por lo visto se ve intimidado por el cuerpo femenino. En los templos italianos no se puede entrar con minifalda ni con los hombros al descubierto. Se considera una falta de respeto hacia dios. Un dios que en España no se ve turbado por los hombros ni las rodillas. Al Jesús de los Evangelios le indignó hasta la ira el comercio dentro del templo, pero eso no es reparo para que se tengan puestos de recuerdos en el interior de la Casa de Dios, ni para que la Iglesia participe de negocios en bolsa.

Olvidamos los escándalos que los religiosos más rancios nos han ofrecido indignados, desde Jesucristo Superstar, Yo te saludo María que yo recuerde en mi adolescencia hasta La vida de Brian o La última tentación de Cristo. Sólo nos acordamos de los musulmanes fanáticos (que no fanáticos musulmanes) quemando banderas y caricaturas. La blasfemia de Charlie Hebdo pareció a muchos defendible porque… porque era contra otra religión, y así quedaba muy claro que los musulmanes eran, sin excepción, intolerantes y fanáticos. No quiero ni pensar qué pasaría con Nazario si publicara ahora su Anarcoma, con su imaginería gay-religiosa.

Los católicos en España están tan acostumbrados a tener la hegemonía que confunden un privilegio (que todavía se mantiene en el Concordato con la Santa Sede) con un derecho. No entiendo cómo todavía existen capillas católicas en centros del saber laico como son las universidades. Imaginemos que en las iglesias hubiera capillas dedicadas a la ciencia, ¿absurdo? Pues eso. Hay católicos que piden respeto a sus creencias. Y, por supuesto, todos tenemos derecho a que se respete nuestro derecho a tener creencias, pero no acudimos a los tribunales. En primer lugar porque no hay leyes que nos defiendan. Estas denuncias me recuerdan la actualidad del famoso discurso de Azaña en 1931 sobre la mal llamada cuestión religiosa. Proponía Manuel Azaña que no se recurriera al famoso brazo secular para forzar las conciencias en el recto camino.

Cristianos son los que quemaron los discos de los Beatles cuando John Lennon dijo que eran más famosos que Cristo. Los que imponen en las escuelas norteamericanas su extravagante visión del Diseño Inteligente, colocándolo al mismo nivel que la evolución darwinista. El fundamentalismo como concepto nació para designar a cristianos radicales. La intolerancia, es decir, no permitir a los demás lo que no me permito a mí mismo, no es patrimonio de los cristianos. Ortodoxos judíos y musulmanes tienden a restringir de manera creciente lo que se debe y lo que no se debe hacer, mostrar, el pelo recogido, tapado, los ojos… El cuerpo de la mujer suele ser el blanco ineludible de prohibiciones. Jesús puede estar en calzoncillos, pero una señora no puede ir en tirantas.

A los que no creen en sus pecados, como ilustra magníficamente El Roto, les imponen los delitos. Por si fuera poco, están hablando en nombre de los cristianos aquellos más rancios, más alejados del Concilio Vaticano II, los que se quejan de la doctrina social de la Iglesia y sólo quedan fascinados por el boato de la Semana Santa. Como magistralmente nos enseña Martha Nussbaum, la repulsión que nos produzca una acción no puede ser fundamento del derecho. Que se escandalicen ciertos católicos por un padrenuestro tergiversado no puede, de ninguna manera, imponer una pena, una multa, un juicio.

En una democracia verdadera no hay nada que no pueda ser criticado, incluso burlado. Como mucho, tener la consideración con los que no tienen el poder, y, desde hace muchísimo tiempo, la Iglesia Católica, en España, está muy cercana al poder. Hay diferentes formas de lucha contra estos privilegios, y una de ellas es la provocación, como las procesiones de Vaginas o las protestas que interrumpen en la capilla de la universidad por la que se juzga a Rita Maestre. Pedir que se saquen los rosarios de los ovarios, que menos rosarios y más bolas chinas puede sonar muy soez, pero no amenaza la integridad física de nadie, como muchos comentarios al respecto que han realizado la ultraderecha.

Ada Colau también está metida en un embrollo parecido a cuenta de un poema que remedaba el Padrenuestro. ¿Dios está pendiente de indignarse por esto y no por haber permitido, como creador, los enfermos de leucemia? Tampoco veo que se insista más en la mala calidad de la obra que en la libertad de decirla.

¿Es que pensamos que los religiosos se conformarán con denunciar la irrupción en la capilla? Si se les da la razón, no pararán hasta controlar todo el país. Se han crecido con el gobierno del PP que les ha estado haciendo concesiones y concesiones. Nunca se dan por satisfechos. No es cuestión de que haya religiones más tolerantes que otras, hay creyentes más fanáticos que otros y la sociedad tiene que luchar por establecer un ámbito público en el que no interfieran las religiones. Que puedan ser criticadas y mofadas como se critica y se mofa de los políticos o de los artistas. Unos critican, otros se defienden, ese es el espacio público. La religión es cuestión de conciencia y ahí no puede entrar nadie.

Como dice el refranero, no ofende quien quiere sino quien puede. Amen.


miércoles, 17 de febrero de 2016

Reseña de Raquel Vázquez, Si el neón no basta. Isla de Siltolá. 2015




Esta joven poeta de Lugo, ya con 4 poemarios publicados, fue residente en la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores. Su juventud contrasta con las referencias explícitas, Simon & Garfunkel, Kobayashi o Jorge Reichmann en la presentación. A lo largo del poemario se suceden Radiohead, Kansas y su éxito Dust in the wind, Pink Floyd que son grupos musicales no precisamente cercanos a su generación, salvo quizás Nacho Vegas.

Entre las características formales de su lenguaje poético está el acierto al combinar léxico no propiamente poético en sentido tradicional así como recurrir al inglés para los títulos de algunos poemas, evitando, a la vez, caer en el defecto de epatar por medio de denominaciones novísimas. En sus versos conviven sin estridencias estudios diferidos, cubos de Rubik, el Concorde, Chernóbil o un keylogger.

El volumen se divide en tres bloques, Neón=arpegio; Neón=afasia; Neónpalabra. La primera parte gira en torno al amor y la sensualidad, pero sobre todo para la necesidad del otro para la autodefinición y simbiosis, como el título de uno de los primeros poemas: “Que nuestras manos sean / el único refugio que nos arde”. La reflexión sobre la vida en pareja seguirá predominando, pero con tintes más sombríos en las otras dos partes:

            “La vida
            ese boceto
            abstracto
            si tu piel no
            dibuja
            el
            horizonte
            del
            mundo” (Pintura)

            “El hollín en mis ojos no te mancha
            cuando eres escalera
            de luz
            interminable” (Lumbre)

La reflexión sobre la pareja y el otro como complemento marca intensamente el poemario, en especial la primera parte. El discurso amoroso entendido como simbiosis, y el yo que toma conciencia de sí a través de la mirada y el complemento del otro. “si el mundo sólo es mundo con un mundo y contigo” (Despedida del ahogado). El amado puede ser presente o ausente (La ruta artificial, Hilando sombras).

            “Y si en realidad no eres
            si al final nunca has sido
            lo que pretendía que tú fueras

            solo sabré amarte un poco más
            porque habrá abrazado sin quererlo
            el reflejo de mi íntimo fracaso” (A través del espejo)

            “mirarte hasta mirarme
            y a tus ojos
            tallar el agua que nos parta” (Casida para un beso)

           

Raquel Vázquez demuestra una gran sabiduría clásica en la versificación, aunque practique el verso libre o blanco. La multitud y variedad de diferencias y la preferencia por el poema corto, cortísimo, incluso el aforismo son rasgos esenciales del quehacer poético de la joven autora:

            “Las barreras que son
            de verdad insalvables
            nunca podrán trazarse sobre un mapa.” (You Behind the Bikesheds)

Una de las imágenes preferidas en este Si el neón no basta, consiste en jugar con la descripción del cuerpo del amado como un paisaje y la relación con la distancia: “Parece que hace tanto/tiempo en estos metros que nos separan” (Seems so long ago) como elementos esenciales de una pareja:

            “La erosión de saberte aquí pero a kilómetros
            de movernos sin lluvia” (Agua bipolar)

Disfrutamos de una delicada sensualidad en muchos de los versos, alternando con metáforas de gran expresividad: “El cielo es una goma que se derrite y sangra” (Summer sunset): “Me he inventado un braille para leerte” (Jaula desafinada), “Amar el hacha y que en toda esta sangre / brote un mínimo escombro de tus labios (El tronco que espera). La sensualidad entra preferentemente por la vista y por el tacto: “Tú me escribes el tacto en la memoria” (Al otro lado del lienzo).

En esta reflexión sobre la vida en pareja, si los deslumbrantes neones no son suficientes para perpetuar una relación, aparece el dolor por la pérdida, por el desamparo, por las oportunidades perdidas: “Todo es herida en mi” (Grito), “Como lo es el dolor / de que no existe más que la mirada” (Agua). Para, al final, como única solución alzar la Bandera blanca:

            “Horizonte vacío:
            la única piel que aún puede arroparme
            en mi inmortal derrota.”





domingo, 14 de febrero de 2016

Familiares del Santo Oficio




La semana que llevamos ha sido interesante y no precisamente por los carnavales, aunque parece, sin duda, que la política es un verdadero carnaval. Que ningún partido haya conseguido una mayoría holgada para negociar es algo a lo que nos tendremos que acostumbrar, como lo han hecho otros países. Pero sería imperdonable acostumbrarnos a los continuos casos de corrupción que saltan a las noticias. Noticias que prefieren centrarse en cuestiones mucho más interesantes, como el caso de los titiriteros, que reciben una cobertura mucho más extensa que las operaciones anticorrupción.
Otra de las noticias a las que se les ha dedicado menos atención de la que hubiese considerado deseable es el juicio a los ocho huelguistas que se enfrentan a penas de más de seis años de cárcel. Ambas representan el futuro más que sombrío para las libertades en este país que se empeña en llamarse España. La Ley Mordaza, como se avisó desde el principio y se va confirmando, una herramienta muy potente para criminalizar la protesta. Prácticamente todo puede ser motivo de denuncia, desde el inicio de un boicot hacia un producto hasta la manifestación ante las Cortes. Como ya ensayó con éxito Margaret Thatcher, a base de multas y detenciones se consigue atemorizar a los sindicalistas y, sobre todo a los manifestantes, que bastante tienen ya con la merma en el sueldo que implica perder un día de trabajo y las amenazas más o menos veladas de sus jefes.
Pero el caso del guiñol es, a mi juicio, más peligroso. El fin de semana pasado, cuando escuché hablar de enaltecimiento del terrorismo en un guiñol del carnaval de Madrid tuve la seguridad de que algo se me escapaba. Los periódicos generalistas y la televisión se volcaron en dar una monolítica versión. En un espectáculo para niños organizado desde Podemos se ensalzaba el terrorismo en una pancarta. Que no gana Carmena para disgustos desde Zapata.
A lo largo del domingo me fue quedando claro que había sido una interpretación interesada por parte de la fiscalía y, sobre todo, del juez que interpretaba de manera sesgada la obra. Un poco, recordaban en las redes sociales, como en la escena de La vida de Brian, cuando acusaban de blasfemia por nombrar a Jehová, y cada vez que se explicitaba la acusación llovían piedras por la blasfemia de nombrar a Jehová, y así sucesivamente. Me enteré de que era una denuncia de las manipulaciones de pruebas por parte de la policía, que ponían carteles a favor de Alka-Eta, mezclando las dos organizaciones terroristas en un único grito. Que se detuviera a los autores del guiñol por eso mismo no hacía más que corroborar la acusación.
Eran terroristas de la CNT, lo que faltaba. Que nunca había escuchado yo hablar de que los anarquistas fueran partidarios del nacionalismo ni de islamistas, cuando ellos su lema siempre fue ni dios, ni patria, ni ley. Pero daba igual. Eran enaltecedores del terrorismo y merecían estar en prisión sin fianza. Que no entiendo que estuvieran en prisión sin fianza, a ver qué podían hacer cuando salieran, si podían destruir pruebas en discos duros o en domicilios particulares. Como sí que pueden hacer los acusados de fraude o corrupción, que al rato están en la calle.
Lo más increíble es que las imágenes estuvieron colgadas rápidamente en la red. Y que en Granada se había representado la obra sin escándalo ninguno. Pero, y aquí está lo grave a mi juicio, muchísima gente, empezando por la alcaldesa Carmena y la concejala Celia Mayer, pidiendo disculpas, ordenando comisiones de investigación, denunciando a quienes habían sido contratados desde el ayuntamiento. Muchos comentarios en las redes sociales, no en los periódicos, que siguieron hablando de terroristas, centraban su crítica en que la obra era soez e impropia para tiernos infantes, obviando que la acusación y encarcelación había sido por enaltecimiento de terrorismo. “Vale, sí, quizás fuera un poco exagerado, pero era de mal gusto para los niños.”
De mal gusto para los niños son muchísimas cosas, desde los propios programas infantiles a otros que tienen esa misma pinta, como esos dibujos animados para adultos con trazos tan parecidos a los infantiles. La misma semana santa o los toros me parecen demasiado gore y no son pocos los niños que se asustan de los tambores. Yo soy muy crítico con esos programas, detesto a Shin Chan, como muchos padres, pero también Doraemon y la práctica totalidad de los dibujos de la factoría Disney, pero no se me ocurre denunciarlos. Para gustos, colores. Y de eso va la libertad de expresión, de aceptar otras maneras y otros decires. Los guiñoles, por otra parte, siempre han sido violentos en extremo. Es la tradición.
El caso del guiñol no consistía en la transmisión de unos contenidos inapropiados para niños, como ya advertieron los titiriteros, el caso del guiñol consiste en apología del terrorismo. Y ha contado con el apoyo inconsciente de miles de personas anónimas que en sus grupos discutían sobre la pertinencia de un espectáculo para niños cuando la cárcel se basaba en el terrorismo.
Por supuesto que estoy en contra del terrorismo, que no sólo es utilizado por bandas de ideología política, ni nacionalista, hay narcotraficantes, secuestradores, incluso estados que, a través del terror, consiguen sus propósitos. Estoy en contra de cualquier violencia, así que siempre en contra de su uso o amenaza. Pero aquí se ha utilizado la palabra “terrorismo” para desarticular cualquier pensamiento crítico. Si estás con las víctimas, tienes que estar a favor de la condena, tienes que estar en contra de los guiñoles.
Las condenas por enaltecimiento del terrorismo se han multiplicado en los últimos años, coincidiendo con el fin de la actividad armada de ETA. A ver si lo que se quiere es callar todo lo que se hable acerca del terrorismo. Si explicar el fenómeno del terrorismo es ser insensible a las víctimas, entonces estamos llegando a una dictadura totalitaria. Explicar no es lo mismo que justificar. En las facultades de Medicina se explican los mecanismos de la enfermedad y no se está a favor de ellas, por muy necesarias que sean a los médicos para ganarse el sustento. De todas formas, el miedo está ahí. Con el ministro explicando clarito que ETA espera como agua de mayo un gobierno de PSOE con Podemos. Por eso es más creíble todo este despropósito, porque estaba organizado desde la marca blanca de Podemos en el ayuntamiento de Madrid.
Pues a este juego se han apuntado muchísimos, con toda la buena voluntad del mundo, indignados por proteger a los niños. No se trataba de multar, sino de identificar una pancarta con el terrorismo cuando precisamente denunciaba lo contrario. Y, por supuesto, y como explicaba una madre a los medios. La extrañada era ella, los niños no entendieron nada.
Lo que sorprende y asusta es que todo estuvo ahí, dispuesto para ser consultado: las imágenes del espectáculo, las declaraciones de los responsables políticos, el auto del juez, las tremendas manipulaciones de cierta prensa apellidada ---digital… Y, efectivamente, no pocos han rectificado y se han pasado a defender la libertad de los comediantes. Por eso me duele la actitud complaciente y cobarde del ayuntamiento de Madrid. Habría que haber defendido a los acusados del delito por el que estaban en prisión, en lugar de haber insistido tanto en que era un error, de mal gusto, y todo eso. La libertad de expresión es básica para que España no se convierta en una dictadura de esas que nos gustan, como la Saudí, o de las que nos disgustan, como la de Venezuela (aunque en esta haya elecciones que gane la oposición).
Cuando se perpetraron los bárbaros atentados contra Charlie Hebdo, todos quisieron ser Charlie, todos estaban a favor de la libertad de expresión, aunque fuera blasfemia. Ahora deberían haber salido todos a manifestarse a favor de guiñoles que dan palizas a otros guiñoles. En lugar de eso la población se ha volcado en ejercer de familiares de Santo Oficio, denunciando y aclamando las denuncias, en lugar de prever que los siguientes podremos ser nosotros. Que seremos nosotros.