domingo, 29 de julio de 2018

Canciones para los imaginarios de la emigración española


El imaginario de la emigración se nutre y se transmite con música. He seleccionado cinco canciones para momentos históricos muy determinados de la emigración española. La primera oleada coincide con la crisis finisecular, cuando muchos españoles tomaron rumbo a los países nuevos de América, a México, a Cuba, a Argentina. Seguramente no habrá mejor reconocimiento que el que se hacía con Suspiros de España. La segunda oleada tuvo que ver con el final de la Guerra Civil, cuando se mezcla el exilio con la miseria que se perpetúa durante el franquismo hasta tocar los años 70, cuando la crisis del petróleo frenó el crecimiento de nuestros vecinos. La memoria colectiva tiene marcada la melodía de Juanito Valderrama cantando El Emigrante, y quizás en menor medida y en un marco más reducido, las canciones del primer disco del cantautor granadino Carlos Cano. La visión más esperanzadora la aportaron canciones como Un beso y una flor o América, de Nino Bravo. Después, los años 80, al parecer y vistos con la distancia, fueron años de boom económico y supusieron un cambio de rumbo en el sentido de la emigración. España dejó de ser un país desde donde salían los emigrantes y se convirtió en país de acogida para africanos, orientales y sudamericanos.
 Suspiros de España es un pasodoble de 1902 al que se le añadió letra 35 años más tarde para su aparición en la película de Benito Perojo del mismo título, cantada por Estrellita Castro. La escena es muy significativa porque es la respuesta al grupo de italianos que está comienzan una canción napolitana en la cubierta de un barco con destino a América. Años más tarde se coló como una cita en una canción de Concha Piquer en el ambiente de una cena navideña en Nueva York.
Fue la canción emblemática de los emigrantes y de los exiliados españoles tras la guerra civil. Un público similar al que se dirigía Juanito Valderrama cuando compuso El emigrante. Ambas canciones reflejan no sólo la tristeza de abandonar la patria, también la condición forzada de tal abandono. La primera habla de una flor (la cantante) que es arrancada de su jardín (España), la segunda pide un rosario para recordar su tierra, su novia y su virgen (la Virgen de San Gil). En el horizonte, el deseo de retorno. Ambas también reflejan la contradicción entre el carácter patrio (la alegría) y la tierra extraña donde van a terminar. Y ambas, también, están por encima de las ideologías y son adoptadas tanto por los vencedores del conflicto (los autodenominados “nacionales”) como los exiliados republicanos, que también reclaman suya la patria.
Un segundo momento es el iniciado en el llamado Desarrollismo, el segundo despegue inicial de la industrialización española, con el Plan de Estabilización y los Planes de Desarrollo de los tecnócratas del Opus Dei en los gobiernos de Franco tutelados por el almirante Carrero Blanco. Una emigración básicamente hacia Europa, hacia los países que se están reconstruyendo gracias a las ayudas del Plan Marshall y que recuperan rápidamente su nivel de producción anterior a la guerra mundial, necesitando mano de obra de los países del sur de Europa (España, Grecia, Turquía…). El optimismo oficial aparece perfectamente reflejado en el éxito de Nino Bravo, Un beso y una flor. Sin dejar de reconocer la pena que supone abandonar a los suyos, es un canto de esperanza hacia nuevos horizontes y nuevas oportunidades. Esta vez deja entrever un destino definitivo en el que la pareja pueda reunirse y comenzar la vida (“más allá del mar habrá un lugar / donde el sol cada mañana brille más”).
Todas estas canciones ponen el acento dramático en las relaciones sentimentales que se establecen con la tierra, pero sobre todo por la pareja. Y es ahí donde incide la hermosísima letra de la canción Viva la grasia, del cantautor Carlos Cano. Iniciado en el movimiento de canción-protesta “Manifiesto canción del sur”, toma conciencia de la emigración ya en los años 70. La motivación del tema fue la rabia ante unas declaraciones del ministro tecnócrata López Rodó en Sevilla cuando, para acallar las protestas pidiendo industrias e inversión en Andalucía, soltó que en el Sur no hacía falta, que con explotar su gracia tenían suficiente. Se trata de una canción de amor en la que el protagonista sufre por la vergüenza de tener que abandonar su tierra. Es un sentimiento que no aparece en las canciones anteriores, y menos en la de Nino Bravo. Otra canción en aquel primer disco de Carlos Cano de 1975 tiene como telón de fondo la emigración. Es El Salustiano, donde el protagonista, un hombre de campo de cierta edad se ve obligado a emigrar para ahorrar y así poder continuar con su granja. No sólo la referencia explícita a los envíos de los emigrantes, también es novedosa por la reflexión crítica hacia las autoridades quienes apenas desarrollan una labor de apoyo a los desplazados: envían cantantes de moda (Manolo Escobar o Julio Iglesias). Reflexiona Salustiano tras conocer la situación de los obreros en Europa y cómo están organizados. Este despertar de la conciencia le lleva a cuestionar a esos “gachós trajeaos que viven de na’ / que lo roban, lo roban”, trasluciendo la corrupción generalizada en el régimen: “Si no hubiera ido a Alemania, / no hubiera aprendido tanto”.
Son sólo algunas de las muchas canciones que tienen como tema o como trasfondo principal la emigración española. A partir de los noventa parece que se invierte el flujo y España se convierte en país de acogida, desaparecen las canciones de emigración. En todo caso, aparecen temas de solidaridad con los inmigrantes en el primer mundo. Multitud de grupos como Chambao (Papeles Mojados), Celtas Cortos (El inmigrante), Bunbury (El extranjero), Tam Tam Go (Voy cruzando el río) o las sevillanas de los roteños Ecos del Rocío (Paisa). El imaginario de la emigración habría que buscarlo en Hispanoamérica: como Visa para un sueño del dominicano Juan Luis Guerra, los puertorriqueños Calle 13 (Pa’l norte), Tigres del Norte (Tres veces mojado, La jaula de oro) o Molotov (Frijolero) desde México.
Sin embargo, después de la crisis de 2008, España vuelve a enviar emigrantes a Europa, América y cualquier otro país prometedor. Triunfan los idílicos programas televisivos Españoles por el mundo, en los que sólo se retratan aquellos triunfadores que han logrado integrarse en las sociedades de acogida, han conseguido un trabajo y una familia ¿Cuál podría ser la canción de los emigrantes del siglo XXI?
Discografía
Suspiros de España: https://bit.ly/2rchgYw
El emigrante: https://bit.ly/2HW0SVi
Un beso y una flor: https://bit.ly/1hUSQ5s
El Salustiano: https://bit.ly/2FO2gDA
Viva la grasia: https://bit.ly/2HRSbuV


Suspiros de España
Antonio Álvarez Alonso

Quiso Dios, con su poder,
fundir cuatro rayitos de sol
y hacer con ellos una mujer.

Y al cumplir su voluntad,
en un jardín de España nací
como la flor en el rosal.

Tierra gloriosa de mi querer,
tierra bendita de perfume y pasión:
España, en toda flor a tus pies
suspira un corazón.

¡Ay de mí! ¡Pena mortal!,
porque me alejo, España, de ti.
¿Por qué me arrancan de mi rosal?

Quiero yo volver a ser
la luz de aquel rayito de sol
hecho mujer
por voluntad de Dios.

¡Ay, madre mía!
¡Ay! ¡Quién pudiera
ser luz del día
y al rayar la amanecida
sobre España renacer!

Mis pensamientos
han revestido
el firmamento
de besos míos;
y sobre España,
como gotas de rocío,
los dejó caer.

En mi corazón,
España, te miro,
y el eco llevará de mi canción
a España en un suspiro.
 El emigrante
Juanito Valderrama
Tengo que hacer un rosario

con tus dientes de marfil
para que pueda besarlo
cuando esté lejos de ti.
Sobre sus cuentas divinas
hechas con nardo y jazmín
rezaré pa’ que me ampare
aquella que está en San Gil.

Adiós mi España querida,
dentro de mi alma
te llevo metida.
Y aunque soy un emigrante
jamás en la vida
yo podré olvidarte.

Cuando salí de mi tierra
volví la cara llorando
porque lo que más quería
atrás me lo iba dejando.

Llevaba por compañera
a mi Virgen de San Gil,
un recuerdo y una pena
y un rosario de marfil.

Adiós mi España querida,
dentro de mi alma
te llevo metida.
Y aunque soy un emigrante
jamás en la vida
yo podré olvidarte.

Yo soy un pobre emigrante
y traigo a esta tierra extraña
en mi pecho un estandarte
con la alegría de España.
Con mi patria y con mi novia
y mi Virgen de San Gil,
y mi rosario de cuentas
yo me quisiera morir.

Un beso y una flor
Nino Bravo (José Luis Armenteros / Ibarz Pablo Herrero), 1972: Un beso y una flor. Fonogram
Dejaré mi tierra por fin.
Dejaré mis campos y me iré
lejos de aquí
Cruzaré llorando el jardín
y con tus recuerdos partiré lejos de aquí

De día viviré pensando en tus sonrisas.
De noche las estrellas me acompañarán.
Serás como una luz que alumbre mi camino.
Me voy, pero te juro que mañana volveré.

Al partir un beso y una flor,
un te quiero una caricia y un adiós.
Es ligero equipaje
para un tan largo viaje.
Las penas pesan en el corazón.
Más allá del mar habrá un lugar
donde el sol cada mañana brille más.
Forjarán mi destino
las piedras del camino.
Lo que nos es querido
siempre queda atrás.

Buscaré un hogar para ti
donde el cielo se une con el mar,
lejos de aquí.
Con mis manos y con tu amor
lograré encontrar otra ilusión
lejos de aquí.

Viva la grasia
Carlos Cano, 1976: A duras penas. GONG / MOVIEPLAY

Amor mío, cuánto esfuerzo me cuesta escribir estas palabras.
El destino, el destino de un tiempo ya viejo nos separa.
El destino es la inercia de a soga que ahoga, la piedra que entierra y que aplasta,
de la mano que apaga la aurora y nunca se cansa, de la voz que te llama en la noche,
detrás de una puerta y te clava un momento en la duda de quién es uno.

Cuando falta tu luz, no es igual que la luz de la luna, el sol o la estrella,
me falto yo y me falta en la boca saliva, corazón y dientes.
Agoto la esperanza y la vida me lleva hacia la frontera.
Y es aquí que me veo cruzando los montes de Francia,
mientras lejos se queda mi tierra, mi gente, mi casa.
Y mis ojos con tanta amargura, que me avergüenzo.

No es odio esta carta, que es de amor que se escribe con todos, se vive con todos.
Yo entiendo este amor como un puño sensible que mueve montañas.
Compañera, que por él los de abajo sufrieron el papel amargo del que enciende la luz en la sombra y se ve tan solo, cara al viento, al rayo y al trueno de la gran tormenta,
cara al tiempo, al cerrojo, al silencio y a lo que caiga.

Ahora sé que eres tú lo que mueve la vida del árbol en la primavera
lo que mueve la voz de los hombres cuando los hombres luchan y mueren.
No quiero acabar con tristeza ni hielo esta carta amarga.
Ahora sé que las nubes se alzan y canto este canto:
«Por mi boca ya asoman las flores que regó con llanto en tu vientre amoroso este pueblo te ha embarazado.»

Esta es la canción: ¡un, dos!
Ustedes tienen sol,
grasia pa vivir, vino,
playas y flamenco…
Sí, mucha grasia pa derramarla
por las vendimias del Roselló.
¡Viva la grasia de Andalucía
con pasaporte de emigración!