martes, 31 de enero de 2023

Reseña de Rosa García-Gasco Villarubia: ‘En tierra de reinas’. Ojos Verdes Ediciones. 2018

EN TIERRA DE REINAS | ROSA GARCIA GASCO VILLARRUBIA | Casa del Libro

 

Rosa García-Gasco nos presenta su primera novela. En ella vemos el género fantástico que se nutre tanto de la historia, especialmente la medieval, y los conocimientos del mundo clásico. Profesora de latín y griego, ha dejado muestra de su talento literario en un libro de poemas Memoranda (2019) y en los relatos de Ciudad de Niebla (2015).

El planteamiento sitúa un Reino, Tierra Roja, que vivía en coexistencia pacífica con los Territorios Colindantes. La acción comienza con el ataque de los rebeldes a Tierra roja. Las princesas Valeria y la pequeña Zoe, después de hacerse cargo de las responsabilidades tras la reina Amalia, se encaminan a procurar la paz en compañía de Hojassecas, que actúa de celoso guardián de las princesas.

Hay pues un viaje, con todas sus vicisitudes y la carga simbólica que siempre lleva. El argumento puede desplegar una serie de paisajes y de ocurrencias, de personajes que se van presentando y ayudando a las protagonistas. Si en el principio del relato la vida es sosegada, y las protagonistas pueden jugar y después dedicarse al estudio, al final, tras los acontecimientos traumáticos de la guerra, parece que existe la posibilidad de restaurar el equilibrio.

Un elemento sobresaliente de esta narración es el uso del buen humor, más que la violencia y las batallas, gran parte de las relaciones se basa en la broma, la sonrisa. No es que se obvie el tema de la guerra, que existe y en ella dan prueba de valentía los personajes, pero se procura poner el acento en otros detalles.

La princesa había decidido guardarse para sí la recién descubierta conexión con su madre, al menos por el momento, y como nadie le hizo ninguna pregunta sobre las razones de su optimismo, no le resultó difícil mantener su silencio tras una sonrisa resplandeciente.

La prosa es ágil, como corresponde a una novela dedicada a un público juvenil, pero también muy cuidada, lo que permite disfrutarla en varios niveles. Las relaciones entre los personajes también están esbozadas para que puedan ser comprendidas a un nivel superficial acorde con la trama, pero permiten una lectura más profunda.

Pues donde tú solo ves pastores honrados, yo veo muy claro a un ejército que ocupará con gusto estas monturas vacías. Sé lo que estáis pensando: no saben manejar las espadas. ¿Y qué? Nosotros les enseñaremos. Solo hace falta fuerza y voluntad. ¿Qué si querrán unirse a nosotros para dirigirse a una batalla de resultado incierto?

Hay bastantes guiños a la literatura clásica de narraciones fantásticas, también al idioma griego, pero sobre todo hay un gran acto de amor. La historia nace como homenaje a dos sobrinas, Fátima y Ana. Téngase en cuenta también el significado de los nombres en la ficción. Y como este detalle, muchos más a lo largo de las páginas. Un volumen para disfrutar en una tarde de otoño, o de cualquier estación.

 

viernes, 27 de enero de 2023

Reseña de Gema Estudillo: ‘estos ojos que ven’. Poesía Garum. 2022

estos ojos que ven. estos ojos que cuentan - Estado Crítico


“nada es poesía si no se rompe”

Gema Estudillo es profesora de Enseñanza Secundaria y ha trabajado como lectora de español en Francia y como profesora de español en varios centros alemanes en Bonn, Colonia y Leverkusen. También ha sido correctora en la editorial alemana Könemann. Ha publicado sus poemas y traducciones de poetas alemanes como Mascha Kalèko, Hilde Domin o Harald Grill en revistas como Voladas, Almiar, Eñe, La Otra, La Galla Ciencia, El Ático de los gatos o Culturamas. Ha participado también en numerosos festivales de poesía en España y Portugal (Edita, Voces del extremo, Versalados o Palabra Ibérica). Ha publicado Estudio de la materia (2016) y Complementos circunstanciales (2017). Codirige la revista de poesía Alameda 39 y los pliegos de poesía Las hojas del baobab. En este caso el prólogo corre a cargo de Lola Andrés.

El uso sistemático de las minúsculas avisa de la toma de postura hacia lo minúsculo, a ras de suelo, atento siempre a los detalles y, con perspectiva íntima y personal: “algo que nos eleve por los aires como esta / y nos salve de este ser sin siendo, / sin conciencia / sin que el espacio se opone para alojarnos dentro. / solo fluir, pensar / y no sentir”. El título retoma uno de esos proverbios machadianos que tan certeramente condensan la epistemología y la búsqueda de la verdad, esos ojos que miras, que no son ojos porque los miras, son ojos porque te ven. Gema Estudillo va entregándose a la dialéctica de la mirada: “me rindo ante ti, al silencio y a la soledad / como únicas vías de conocimiento. / me entrego a ti, que me sacas y me cuidas, / al resplandor cristalino de tu cielo” (encomendación).

Cierto aire de rendición ante la evidencia de la falta de sustento firme, trascendental (“la palabra nunca tiene un eco eterno”) o personal (“una carcasa desprovista de aliento / un agujero en el que dormita la sangre”). Acompaña también el mood del desconsuelo: “por mi parte, yo me siento habitada / por una agradable tristeza”; “habría preferido esconderme en un rincón / y dejar que menguaran los días”. Se plantea una situación de ausencia que arranca un punto de partida: “supongo que hubo un antes y un después de ti / aunque yo no consiga vislumbrar la grieta. / dónde empieza y dónde acaba / lo que siempre es porvenir / hoy apoyo para escuchar el mundo / hoy necesito el silencio y el hueco / de la oscuridad que me cobija”. Y también un retorno que se repite: “entre ellos quizás, / también algún día, estuve yo”; “tu cuerpo, enredado en los hilos de la noche, / habitaré por siempre / la sombra de mis días”.

Pudiera parecer una elegía íntima, un trasunto biográfico a la luz de la primera persona: “esta gravedad del ser con esta caída y este abismo / que me entiendo, / sus infinitos límites recoletos y enrevesados, / el sueño en el que te extienda, sin prisas / y eternamente /…/ la mano helada e inerte que un día / amortiguó mis pasos, / yo lo sé, sé que estabas. / no fue un sueño”. Sin embargo, trasciende hacia un existencialismo filosófico: “el hombre, / desposeído siempre, / de cuna o tumba / frente al mar”. Para, además, retomar el lema foucaltiano sobre el cuidado de los cuerpos: “aceptar que sea el cuerpo / el que se inunde de tristeza”.

Oscilando entre lo metafísico y lo confesional, prima más esto último en gran parte de los poemas “paso todos los días, / de forma consciente me obligo a recordarte /…/ el tiempo recorre ahora con patas de insecto / tu ruina de papel”; “procuro despertar despacio todos los sentidos. / primero el oído, / luego la vista y los objetos más cercanos / hasta salir del letargo y zambullirme / en la mañana fría y solitaria / como el primer ser vivo de la creación”; “re recuerdo ahora sin reparar ausencias / cuando la vida no dolía y los cuerpos / tenía aún el color dorado de la tarde”. La aceptación de la ausencia como decisión vital inevitable: “ya no está, / ya te has ido / pero cada viaje era una despedida / y la excusa perfecta para poder mirarte de frente, / todavía, por el espejo retrovisor”; “todo formaba parte ya de la vida / porque éramos la vida misma / evitando naufragios”.

El otro núcleo temático tiene que ver, por supuesto, con el combate para transformar la vida en palabras: “algún día sabréis / de este vicio insano de escribir / que os robó los días, las horas, algunas caricias /…/ y sabré lo que hice bien / y lo que hice mal, /…/ la certeza de vuestra mirada será mi gloria o mi ocaso, / el único que me interesa / y al que debo todo. // todo desaparecerá y todo / tendrá su sitio, / como las risas de los niños permanecen / siempre ocultas / tras la puerta enrejada de un jardín”.

Terreno indiviso es un bloque final a partir de versos de Alejandra Pizarnik. Tomando como guía no solo los versos sino su ejemplo vital: “lo difícil es no ser como tú / y seguir encendiendo el horno cada día”; “lo peor de todo son las mañanas”. Finaliza el volumen con un poema largo dedicado a Sabko Goldberg, Mascha Klèko: “ los ojos bien abiertos a la banhnhof / más para oír que para ver / más para entender este idioma endiablado / que para mirar 7…/ y ahora estoy aquí en la arena, / a 2371 kms y veinte años, / y no lo vi, / no lo intuí, / entre la desembocadura del río y de la playa / en este cerco en el que me arrodillo / sin ver el mar / en el que invoco todos vuestros recuerdos”.

Consigue con brillantez Gema Estudillo colocar estratégicamente sentencias que golpean certeras condensando lo que  su lírica ha desbrozado en los poemas: “entre lo visible y lo invisible / hay un abismo sin señalizar”.

jueves, 26 de enero de 2023

Reseña de Alicia Choin: ‘Se hipotecan sueños'. Esdrújula Ediciones. Colección Etcétera. 2016

SE HIPOTECAN SUEÑOS | ALICIA CHOIN | Casa del Libro


Después de Versos desabrochados (Dauro, 2012), la cordobesa afincada desde joven en Granada, se decanta por los relatos cortos. Confiesa en la solapa que escribir “es una manera de exorcizar las sombras y avivar las luces”, y de eso se tratan estas narraciones. Alicia Choin va posando su mirada en personas diferentes, en seres que habitan un mundo hostil, muchas veces en los márgenes, en situaciones muy difíciles, la guerra, la inmigración, la adicción a nuevas tecnologías… Todos ellos poseen sueños cuya conclusión está muy lejos de cumplirse.

No se deja llevar, de todos modos, por la desesperación. Hay mucha energía en los personajes que se van desenvolviendo con mejor o peor fortuna, pero siempre mirados desde el afecto, con cariño, aunque el previsible final no tenga la ilusión. La esperanza brilla en algunos relatos con más certeza, porque de lo que se trata no es de abandonarse al destino, sino reflejar una realidad dura, difícil, a niveles diversos.

En Navidad, la retahíla de rituales aumentaba. De este modo, todos los días sacaba la bandeja de plata y la colocaba llena de mantecados en la pequeña mesa ovalada con tapete de corché que ella misma había hecho. Lo tenía todo preparado por si venía alguien a felicitarle las fiestas. Incluso la copilla y la botella de anís El mono.(¿Qué me vas a regalar?)

Alicia Choin presta su oído y su mirada a esos nadie de los que hablaba Eduardo Galeano. Hay momentos en los que parecen, como se señala el título de un relato, marionetas, y no protagonistas de sus vidas. En el fondo todos nos hemos sentido así más de una vez. Y esa es la baza que aprovecha la escritora, jugar con la empatía para llevarnos a situaciones mucho más complicadas y darles una ventana que consiga, al menos, no dejarlos en el olvido y que en la agenda pública siga estando la lucha contra la desigualdad.

La vida los había maltratado. Eso decía su madre. La guerra se llevó a su príncipe azul y cortó los hilos de esperanza que movían las marionetas. ¿Y qué eran? Marionetas movidas por unas manos poderosas, hasta que estas se hartaban y las retiraban de la escena. Había muchas marionetas por mover. ¿Quién se acordaría de que las suyas estuvieron allí? (Marionetas)

No todos los relatos tienen un componente social en el sentido más combativo que últimamente se le está dando al término. Hay momentos cotidianos, como la admiración que se va demostrando hacia los ancianos o los momentos más tiernos del afecto, aunque puedan tener un reverso más turbio. Alicia Choin juega también con la sorpresa, con ir llevando de la mano al lector a través de los prejuicios para luego, con alevosía, dejarlo caer en sus contradicciones y que se asome al abismo que sufren los personajes. El revés de la trama.

Sabía que vendrías. No podías fallarme. El caso es que ahora no sé por dónde empezar. Estoy muy nervioso. Se me entrecorta la respiración cada vez que pienso en ello. Siéntate y préstame atención. Lo que tengo que decirte es de suma importancia. Es posible que ya sea demasiado tarde. No, no quiero ni pensarlo. Necesito creer que todavía tenemos una oportunidad. (Tras las persianas)

Una literatura sin sentimentalismos, el lenguaje está tan cuidado como el diseño de los personajes. La elección de los temas supone un esfuerzo por muestrear todos los elementos que en la vida cotidiana escapan a los telediarios. Un poco como hizo Sol Gómez Arteaga, cuando presentaba un acercarse a las vidas de quienes sufrían enfermedades mentales y exclusión social. Literatura comprometida en el primer paso para salvar nuestros pequeños mundos del naufragio.

 

lunes, 23 de enero de 2023

Reseña de ‘Viento a favor 2. Segunda antología BajAmarista (2019-2021)’. BajAmar. 2022

Viento a favor 2. Segunda Antología BajAmarista (2019-2021) - Librería  Cajón Desastre

El prólogo de Alberto Buitrago resalta la importancia de durar 5 años en el mundo de la edición para el proyecto a la vez que destaca el valor de la editorial en el paisaje de la poesía española. Los poetas están ordenados según las colecciones. La antología pone de relieve la diversidad de enfoques, que van desde el verso más ortodoxo al más surrealista, de temas, de formas de entender la poesía.

Comienza la granate con Azucena Couso: “no quiero hacer mi vida en las ramas de tus ojos / y guarecer el alma en tu pequeño cielo” (Noviembre azul); “No, no es el mismo río / ni son los mismos pájaros. / Solo nosotros parecemos igual”. Sara Bárcenas: “No quiero que se me haga tarde / antes de poder salvarte de la eternidad / de estos días tan raros en los que la verdad pesa tanto”. Carmen Yáñez: “¿qué sabrá el pequeño futuro que crece ignorando / las señales que dejamos alguna vez en la piedra, el árbol, la pared vecina al corazón?” (¿Qué sabrá el futuro de lo nuestro?). Alberto Pérez Berciano: “Esta tarde me ha llegado su recuerdo / de repente. / Si pudiera le diría tantas cosas. // Cumplía años el mismo día que yo” (Quince años). Pablo Trabadelo Vilabrille: “–El mundo / es un fuego y ordeno la baraja / inflando lavanda y el vino / alivia la sed y vence / nuestra fuerte regia  es / la postrera victoria” (Dos jubilados conversan). Alicia Rosa Fernández: “Tanto esfuerzo, tanto dolor / por vivir, por continuar. / Por permanecer / en algún verso” (Murallas).

Elena Sánchez Rodríguez: “A la hora precisa nos despedimos, / al caer la muerte con la tarde, / cumplida la vida, agotadas las ganas, / como nunca hice, madre, / te suelto sin miedo las manos". Justo Braga: “Ojalá supieras que he vuelto para verte, / que voy y vengo, / de la verdad / a la vida, / de lo que fuimos / a los infiernos”. María Lorente Báez: “Baliarme, masticando laurel, / el agua. / Y, en lugar de incienso, / quemar mondas secas / de pomelos y naranjas”. David González Lago: “No somos cotidianos, / tampoco extraordinarios, / pero estamos dispuestos / a devorar el mundo”. Angélica Morales: “Siempre es grato olvidar las razones que pastan dentro de la sangre, / caminar con el rumbo ido / y renacer”. Juan C. Galán: “Ese de la pantalla soy yo, / la persona que nunca he sido”.

Noemí González: “leo poemas / de Silvia Plath / sobre la muerte / mientras el huracán / amenaza fuera”. Enrique Serrano: “Lo hubieran comprendido de no ser / por el viejo cristal que te absorbe indiscreto”. Rosario Troncoso: “Ayúdame a regresar a casa para morir y arrancarme de los mares esto en lo que me he convertido”. Un servidor justo después. José Manuel Seriego: “En el trastero / se está transformando la / ciudad que habito”. Victoria Jiménez: “Me basta así: / sé un presente continuado, / sin proyecciones en un futuro lejano, / desarmada de un silencioso pasado”. Juan Ignacio González: “La nada no se escribe –no decías– y era cierto, / bastó esta triste soga que me ató a tu silencio”. María del Carmen Sánchez Álvarez: “Vida y juegos me enseñaron / el rigor de los sueños / que aún ahora / aparecen en verano”.

La colección amarilla la componen David Fueyo: “Y así rumiamos veranos atrasados, viejos logros, / poemas escritos en la arena, / alejados de todo y de todos a nado”. MRG, Miguel Ángel Romero García: “Sigue mi alma de árbol esparcida por las calles; / títere con hilos de azar, / como si el viento, una tarde de domingo, me confundiría con los ojos / jugando a ser Dios”. Rosalía Oliva: “Y más amargo el trago amargo, / y más patético el adiós, / que no hay orillas ni riberas / ni nadie para despedir”. Emilio Amor: “Apenas sabe leer las líneas de la mano, / posee la lírica de las estaciones / y la sabiduría del sepulcro”. Alfonso García Rodríguez: “De una orilla / a la otra. / En una soledad mayor / incluso / que la nuestra” (Caronte).

Alberto Buitrago: “Concluido, por fin, el estado de alarma, se decreta en todo el territorio de su piel el estado de amarla”. Marcos Tramón: “Abrázame fuerte, ríe / abiertamente como / si el mundo fuera nuestro, / todo nuestro”. Cristian David López: “Tu voz mece mi alma / y la oscuridad en mi vida”. Andrés Gutiérrez Termiño: “Busca el astronauta / hijo de su tiempo”. Francisco José Martínez Morán: “Sé la luz entre la luz, no más que la luz / sumida en el color del brillo eterno”. Yasmina Álvarez Menéndez: “O caducará de oficio y no hará falta / que los tribunales de la inercia y el olvido nos sentencien. / Nuestra propia renuncia será nuestra condena”. Paula Fernández Miranda Marín: “Lo que más me dolió / fue descubrirme a mí misma haciéndolo”.

Isabel Gutiérrez Novo: “Qué cómoda la coherencia del invierno en mi piel y el calendario, / cuando las tinieblas alrededor no dejan ver la sombra que me persigue”. Ángela Álvarez Sáez: “Tengo miedo de morir esta noche / y no encontrar el camino / corredero para marcharme”. Alicia Louzao: “No visitar el agua y dejar la ropa en las cuerdas como la promesa de alguien que no se fue del todo”. Amanda Sorokin: “No arrasa las ciudades ese fuego que imaginas, / nada que emerja de ti puede enterrar civilizaciones”. Carmen Cabeza: “Primavera en mis libros, como entonces, / un estallido imperceptible / de cerezos en flor…”.

La colección Baxamar nos trae libros en asturianu, como los de Isabel Gutiérrez Novo: “Volveremos a abrazar a desconocidos / una noche cualquiera de karaoke y nube /…/ y qu’un día, / lluevu, / vamus tar muertos”; o Alfredo Garay: “Hai un charco nel suelo / aunque tas endeintro casa”.

Pleamar incluye a Carlos Iglesias Díez: “Echarte de menos no es algo que pueda definirse”. Juan Ignacio González: “Haré con ello versos, tal vez pueda, / amortiguar el paso de los años”. Y, por último, la Miscelánea con Marina Serrano: “Para ser madre, / me atraparon la luna / igual que se pierde / un diente de leche”.

En estos cinco, ya seis, años César Santiago/Pascual Ortiz ha conseguido reunir poetas consagrados con una larga trayectoria y jóvenes promesas que se inician con su primer proyecto, aunque pasen ya de la edad de los premios para jóvenes. Algunos de los fichajes están resultando ser figuras que marcan el momento poético en el que vivimos. Mucha suerte y muchísimas gracias, no solo en lo personal, a BajAmar. Que la marea se propicia.

 

sábado, 21 de enero de 2023

Reseña de Sandra Bruno: ‘La piel incierta’. Círculo Rojo, 2021

 LA PIEL INCIERTA | SANDRA BRUNO | Casa del Libro


Ópera prima de Sandra Bruno, que nació en Francia y es licenciada en empresariales. Es un poemario en el que ya encontramos algunos aciertos poéticos que hacen presagiar la trayectoria que ya se está viendo confirmada. Está dividido en tres partes. En la primera, el paso del tiempo cobra protagonismo tomando la voz de algunos objetos que rememoran un pasado que acaba por definir la voz que está detrás de las palabras. Es un “ayer mutilado” en el que la sospecha de la pérdida de una parte importante de los recuerdos no merma la esencia básica que se desarrolla en el poema.

La confrontación entre el hoy y el ayer se ejemplifica con claridad en El reloj: “Más el reloj se debe a la exactitud / del presente de nuestros días sin luz”. El piano De igual forma, son los sentidos los que cobran vida a través de El piano (“Las notas de los misereres / han encendido las velas de vigilia”) y de otros pequeños recuerdos: “El agua se despide vestido de luz sube / una flor marchita que jamás resucitará, / más dejó resquicio de su perfume / en los bolsillos del nuevo traje del mañana” (El despido del ayer); “Talar lo bonito es pasar de página / cuando no caben más líneas en el presente” (Carmín y chocolate).

Los poemas presentan un variado tono y ejecución sirviendo de escenario para que Sandra Bruno se centre en la propia labor poética en la segunda parte, Entre palabras: “Con la pluma no se escribe, / se desnudan misterios; / no se forman frases, / se construyen mundos / de fantasía y de barro” (La pluma). Se entreteje el primer leitmotiv del paso del tiempo como en el lema de palabra en el tiempo machadiano: “Si los recuerdos se cuentan en sílabas / de una melodía familiar con olor a nubes, / entonces la vida es música hilada sobre lo nunca dicho por las palabras mudas” (Las notas del silencio). Un tono elegíaco perdura en la poesía de este La piel incierta: “En ese rincón de vida que acunan dos sombras / florean las palabras más viscerales jamás dichas (Bajo la sombra de la luna de fresa).

Despertar es el acertado título para la última sección del poemario que aprovecha la metáfora biológica para redundar en la posibilidad de superar un pasado que ha sido herida y ahora es cicatriz, pero vida: “En los naipes de las mariposas libres / siempre aparece un comodín extravagante” (El milagro de la vida). El recuerdo del dolor está ahí (“El hechizo queda a dos metros de distancia / que separa mis ganas de mi prudencia”, A metros de distancia), pero la poeta se lanza con voluntad firme hacia el disfrute de la vida: “¡Que despeguen las alas brancas de los balcones / y me arranquen el dolor de sus macetas huérfanas” (Las alas de los balcones). Como un vago recuerdo, quedará atrás el pasado: “Y daremos coletazos a los sueños profundos / que nos hacían volar en blanco y negro” (Cuando se nos acabe el sol). Bienvenido al futuro vital y vitalista para esta poeta.