martes, 29 de octubre de 2019

Reseña de Luis Eduardo García: “Poemas póstumos”. Ediciones Liliputienses. 2018.


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Poemas póstumos de Luis Eduardo García es una antología de este poeta mexicano (Guadalajara, 1984). Lleva publicados Dos estudios a partir de la descomposición de Marcus Rothkowitz (Tierra Adentro, México, 2012; Libros Tadeys, Chile, 2015), Una máquina que drena lo celeste (Zindo & Gafuri, Argentina, 2014), Armenia (Filodecaballos, México, 2016), Mis poemas Alt Lit (Libros del Pez Espiral, Chile, 2017), Dhigavostov (Luzzeta Editores, México, 2018) y Bádminton (2018). Está incluido en varias antologías, y es Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino, Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños (2012). Prologa esta antología Cristian Gómez quien, repitiendo como Mallarmé: “La destrucción fue mi Beatriz”, “García se propone terminar con cualquier proposición solemne en torno a lo lírico (…),re-evaluar las posibilidades del poema como vehículo de la poesía” (p. 5). Una de las características esenciales es la ironía, es un poema cómico que es capaz de reírse hasta de los que se ríen.
                Luis Eduardo García aprovecha como inspiración otros elementos, como poemas o la obra plástica de autores como Mark Rothko. En su primer libro, Dos estudios a partir de la descomposición de Marcus Rothkowithz, se incluyen varias versiones libres de un poema de Ezra Pound a partir de Li Bai, tema que utiliza tres veces. El juego poético se entrelaza con el placer del juego mismo.
La oscuridad es una llanura en donde nada conocemos.
Hay algo artificial en ese verso
las llanuras no dan miedo, son como caballos pequeños y mansos
/… /
En la oscuridad pura habrá furia.
Es un acantilado que nos llama.
Es una imagen extraña, pero convincente.
Los acantilados simbolizan muy bien la idea de la insignificancia del hombre;
el contemplar uno, la sensación de asfixia puede ser tan grande que solo deseamos alejarnos

¿Pero cómo alejarnos de uno que nos llama?” (Esbozo de ‘La oscuridad no es una llanura’)
Y después parodia después a David Kesler definitivamente no es una llanura. Otro ejemplo de humor es  Antídoto contra postales multicolor y comerciales costosos (“pero en realidad ahí no hay nada”) y de pastiches del Oeste (La muerte del sucio Mud). Los juegos conceptuales y la distancia irónica planean sobre la obra de arte: “Esto no es un poema es arte contemporáneo / no hay ritmo no hay imágenes no existe la idea del poema. / Las tres líneas se llaman “pájaro”” [Imitador de Marcel Duchamp versus imitador de Dios / El vacío (Luchar en jaula)]. Espíritu lúdico y experimental en combinaciones de palabras y esquemas, permutaciones de sintagmas (Metafísica para peces raros I). Sin embargo, a cuenta de parecer irreverente e ingenioso hay mucha poesía, lirismo y mucha verdad tras los versos: “Persistirá la tristeza / iluminada con luz tenue. / Todos dirán que hay algo bello” (A todos nos gusta la fama (Dramatización)).
En su intento de trasladar la pintura de Mark Rothko a poema, Luis Eduardo García se cuestiona el yo poético: “He hablado suficiente de paisajes hablaré ahora de cuestiones internas de drogas que pedí por catálogo / del miedo a la terrible enfermedad que se come al yo lírico / de la nostalgia que brota tierna después de años sembrada” (Estreno mundial de El desangramiento de Walter Neef); y la percepción y utilidad del arte desde el punto de vista moral:  “Cierto, jamás será una virtud no ver lo bello” (¿Y acaso hay una ética verdadera en escribir sobre destellos y nieve que perdura?). En su poética hay un insistente empeño en no tomarse en serio a sí mismo: “Lo que pudo haber sido no merecía la existencia” (Ah, dejé los mejores poemas en el limbo)
Máquinas inservibles es su segundo libro y continúa provocador. Así se permite el lujo de denunciar  que uno de los tres cerditos “se masturbaba por las noches en su casa de ladrillos” y revisitar el cuento de forma contemporánea. Otro ejemplo de provocación, que no deja de ser verdad, una especie de poesía antidisturbios: Necesito más sexo y edificios en llamas (o los poemas contemplativos son instrumentos de explotación). El dardo de la provocación es una especie de metapoesía: “La última vez me había dado una explicación sobre el paraíso / de los poetas conceptuales. / En realidad / es un loft muy agradable / tapizado con fotografías del cielo en alta resolución. / Todas plagiadas” (Disculpe, señor, ¿tiene un momento para hablar sobre la escritura no-creativa?). Una deconstrucción esencial de los mecanismos poéticos: “Quizás hay ciertas cosas de las cuales es mejor no escribir / porque no dan para tanto / o las metáforas son máquinas inservibles” (Su teoría ha detectado un problema y debe cerrarse); “Las bacterias del espacio exterior / llegan a la Tierra /… / Así se apodera la poesía / del lenguaje” (La invasión de los usurpadores de cuerpos). A veces el poema ya podría ser solo el título: La poesía ya no está en las palabras, / se ha adherido a los caracoles de agua dulce (Versión vampiro). Utiliza también la yuxtaposición de textos prestados : Harum Farocki lee un poema amoroso; Su teoría ha detectado un problema y debe cerrarse; I’m not a robot: “Todos los «yos» cotizaron a la baja” (I’m not a robot).
Luis Eduardo García nos muestra su perplejidad ante un mundo que no se es capaz de comprender del todo, ni de asir por los sentidos, ni por la razón, ni por la razón poética:  “Bailamos / sobre finas capas de hielo. La música, la desaparición. / El ruido que surge / de lo que ya no está” [La música, la desaparición, el fondo (a partir de Rober Haggs)].
Como Juan Ramón, hay una reflexión sobre su trayectoria poética:
 “Al principio
la poesía venía a mí
bailando
 /… /
Después pasó algo.
Sus pies se torcieron
y su boca. Solo entendía
la mitad de sus palabras
/… /.
“este hilo rojo es para ti”, me dijo.
Pero no supe de qué hablaba” (Ayer vi La teoría del todo y recordé los buenos tiempos)
La trayectoria poética de Luis Eduardo García se afianza con Armenia, proyecto en el que utiliza el genocidio como metáfora. A partir de una historia alrededor de G: El dolor no es un oleaje suave. / El dolor no camina de tu mano como un niño. / El dolor no es un páramo helado. / El dolor no es un colmillo clavado en la tráquea. / El dolor no besará tu frente. / El dolor no es un líquido negro. / El dolor no purifica” (Algunas consideraciones sobre el dolor). sin embargo, a pesar del tema sombrío y durísimo, el recurso al humor y la ironía, a las posibilidades metalingüísticas como herramienta de pensamiento profundo se plasman en las glosas y las glosas dentro de las glosas: “La retórica podría ser una serie de prótesis intentando arreglar un cuerpo mutilado” (Falla dentro de la Falla).
La conciencia poética es también una conciencia ética que se autocuestiona constantemente: “Lo único que puede representar un obstáculo es la postura ética del lector. / Hay quienes aseguran que todo lo que pretende estetizar algo tan grave solo consigue ensuciarlo. / Entonces, toda la metáfora sobre el dolor sería fallida, ya que el dolor debe mantener su pureza. // Pero la pureza sólo nos ha conducido al sufrimiento” (Algunas consideraciones sobre el dolor II). Discurso sobre el discurso, metadiscurso que se interrumpe en fallas dentro de una falla: “La buena noticia es que el alma existe. La mala: / que es una medusa muerta entre las sábanas” (Falla dentro de una falla). Sus palabras hieren hacia dentro en las biografías ajenas y en el concepto puro que el sufrimiento provoca:  “El dolor del otro como el bombardeo / sobre un país oriental. / Una ola oscura / que no puede tocarnos.” (El regreso del poeta moralizador)
Se completa el volumen de este gran poeta con una serie de poemas de Alt Lit. Parodia dentro de la parodia, vidas disparatadas:  La alt-lit ha muerto. Larga vida a la Dwarf-Lit. Con un sentido del humor alocado y maravilloso:  “Algunas personas de estatura normal temen que esto vaya más allá de la poesía (…). En este momento alguien realiza una lista con los veinte mejores poemas Dwarft-Lit del 2015. // ¿Las estrellas enanas también podrían traernos desgracias?”
                Vallejo y Nicanor Parra tienen un epígono consciente del pleno poder de la poesía que, como sabemos, no sirve para nada. Es algo serio.

domingo, 27 de octubre de 2019

A vueltas con la guerra civil


La película de Amenábar y la exhumación de los restos de Franco vuelven a poner de actualidad un tema que no se termina de ir del todo de la realidad doméstica. Los inicios de la guerra civil y las consecuencias de ésta, la dictadura franquista no han tenido, por ahora, el sosiego necesario para valorar y dejar posicionarse a los individuos al margen de las hinchadas políticas de cada grupo. Leo que el 70% de los votantes del PP están en contra de la retirada del cadáver de Franco del Valle de los Caídos. Me resisto a pensar que el 70% de los votantes del PP sean franquistas, supongo, como he repetido muchas veces, que es su empecinamiento en no darle la razón a la memoria histórica, izquierdosa y progre. Sospecho que los argumentos elaborados como consignas van calando poco a poco en la población a partir de los medios. Porque, si es verdad que les da igual a la mayoría de los españoles dónde esté enterrado Franco o los nombres del callejero, ¿a qué viene tanta negativa, tantas pegas y recursos en los tribunales? A veces, es más importante no darle la razón al contrario que ser demócrata y rechazar una dictadura.
                Y en esta pugna no faltan los nostálgicos, algunos conscientes de que con Franco se vivía mejor, en parte porque tenían 40 años menos y los huesos y la próstata no se hacían notar, no duelen los lugares donde antes solíamos jugar, que decía Leonard Cohen. Las sucesivas oleadas de crisis económicas tampoco ayudan a tener claridad de ideas ni memoria de los momentos tan tenebrosos de la posguerra. Muchos, con el sincero afán de rebajar la bondad de la izquierda, recuerdan (o inventan, tanto da) los logros de la dictadura, que si las vacaciones pagadas, la seguridad social, la paga extra, o la falta de inseguridad ciudadana. Se olvidan los orígenes anteriores de muchas de esas instituciones y la menor concentración de población que hacía de los pueblos unos lugares idílicos donde las comunidades se conocían y se ayudaban todos entre todos.
                Y es que, en cualquier régimen, por muy dictatorial que sea, se pueden encontrar rasgos positivos. Incluso entre los jemeres rojos podríamos rastrear algún decreto que favoreciera a campesinos, en el estalinismo más cruel, las viviendas obreras que impresionaron al mundo, en el nazismo leyes que protegían los bosques… Franco no fue malo porque todos sus actos fueran perversos –muchísimos claro que sí–, sino porque una dictadura es perversa en sí. Y, para mantenerla, hizo uso del terror constante y el control de los instrumentos del Estado en su propio beneficio y el de los suyos. Que existiera Estudio 1 en Televisión Española no compensa las penas de muerte que firmaba con la modorra de la sobremesa.
                De manera análoga, no significa que todos los republicanos fueran santos, que por ondear una bandera tricolor uno tuviera acceso a la bondad universal. En nombre de la fraternidad internacional quemaron y asesinaron a muchísimos inocentes y que el otro bando superara con creces este terror rojo no compensa, nunca compensa la barbarie. Enfrentar los crímenes de unos con los de los otros, sin embargo, puede parecer un intento de justificar, o al menos, de contemporizar con la dictadura.
                Está claro que el gobierno de la República tuvo que enfrentarse a múltiples opositores, de uno y otro bando, que se sublevaron en diferentes ocasiones, que interfirieron intereses contrapuestos y ayudas internacionales de todo signo. Sin embargo es de justicia señalar las diferencias entre uno y otro bando, no todas las violencias fueron iguales y no todos los gobiernos se enfrentaron a ellas con la misma intensidad. Alguno intenta justificar el fin de la república con el viejo dicho de que entre todos la mataron y ella misma se murió, eliminando la responsabilidad del Alzamiento nacional. No digo siquiera aquellos revisionistas que hacen terminar el régimen republicano en 1934, por mucho que se compruebe que las derechas se pudieron presentar a las elecciones de 1936.
                Creo que parte del problema está en la posición que tenemos 80 años después del conflicto. El enfrentamiento entre los bandos durante la República no es una cuestión de diferencias ideológicas. Es mucho más profundo. No se trata de una tertulia televisiva donde dialécticamente se atacan y se ridiculizan. Hay intereses muy esenciales. Cuando los jornaleros ocupaban tierras no defendían un equipo de fútbol frente al vecino, estaban enfrentándose al hambre literalmente. Las condiciones de vida de gran parte de la población estaban muy al límite, con una desigualdad tremenda que ahora, en el siglo XXI no alcanzamos a comprender.
                Considerar la guerra civil como un enfrentamiento meramente ideológico es como discutir sobre prostitución a partir de Pretty Woman. No se trata de comprobar la impericia dialéctica de Azaña o Gil Robles, ni los excesos verbales de Primo de Rivera o de Enrique Líster. Fue una lucha en las que unos defendían su vida y otros sus privilegios. Así de crudo y panfletario. El pistolerismo, las huelgas salvajes, las bombas anarquistas no son meras cuestiones de salón, respondían a una prisa vital. La clase acomodada nunca comprendió esa imperiosa necesidad. Ortega, Unamuno pensaban en una república platónica en el sentido más común de la expresión, un régimen en el que se pudiera ir, paulatinamente, ganando en libertades después de haber sufrido la dictadura de Primo y el desconcierto de la Restauración. Sin embargo había urgencia en la Reforma Agraria, no por empecinamiento ideológico, sino para acabar con el hambre en el campo. Las leyes de Términos municipales o de Laboreo forzoso responden a esta penuria. Pero no es una historia de buenos y malos.
Eso no justifica torpezas en la gestión ni las luchas fratricidas dentro de los propios partidos en el gobierno. No justifica las desdeñosas palabras con las que se calificaban unos a otros. Simplemente, no podemos entenderlo desde ahora, cuando las opciones entre el PSOE como partido de izquierdas o el PP como derecha, están descafeinadas, prácticamente no hay diferencia en sus políticas. Por eso quizás sean los emblemas los que pueden identificarlos, que si las banderas, que si el matrimonio igualitario, la conciencia ecológica, la flexibilización del mercado laboral o la excelencia educativa. Pero, son tan mínimas las diferencias que extrapolamos estas diferencias de criterio sin escalas al convulso mundo de los años de la Gran Depresión, creyendo que las diferencias entre Largo Caballero y Gil Robles son equiparables a las de Sánchez y Casado. Ese es, por ejemplo, uno de los defectos que encuentro a la excelentemente interpretada Mientras dure la guerra. Preferimos, por ahora, Pretty Woman.

viernes, 25 de octubre de 2019

Reseña de Efi Cubero: ‘Esencia’. La isla de Siltolá. Levante. 2019


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La poeta de la Granja de Torrehermosa posee una trayectoria consolidada no solo en el campo del verso, también como crítica cultural y experta en arte. Esencia es un volumen singular que entrelaza estas facetas. No podemos negar la intensa poesía que se encierra entre sus páginas a través de la mirada experta y análisis minucioso de diferentes momentos y personajes artísticos. El volumen recoge una serie de ensayos, de artículos sobre variados temas, saltando incluso dentro del mismo de una obra a otra en una ramificación casi rizomática. En la primera pieza los enormes ojos de la escultura sumeria conectan de manera natural con los del románico de Tahull o los del Guernica de Picasso.
                La mirada de Toledo se fija en El Greco, la del paisaje viaja de Diego Rivera a Brancusi, a Modigliani a partir de la Toscana. En ocasiones se trata de pequeños retazos dando cuenta de la obra de Urbano Galindo, la de Ai Weiwei; otras veces es un pequeño estudio de la mirada de Goya o Carmen Laffón. Y todos y cada uno de los textos son piezas poéticas en las que sumergirnos y deleitarnos sin la necesidad imprescindible de conocer las obras a las que se hace referencia. El propio lenguaje se paladea y se disfruta por sí mismo.
                No desaprovecha la oportunidad de establecer unos criterios artísticos, una disciplina en la mirada y la apreciación, que cobra fuerza por la gran sensibilidad y erudición de la autora. Aprovechamos Esencia buscando algo más que la historia del arte y los tecnicismos. Hay, sin embargo, un nexo de unión subterráneo que conecta cada uno de los textos, y es la conciencia del tiempo, un tiempo enmarañado, a menudo difuso, otras veces conecta momentos muy lejanos con una certeza instantánea.
                El tono del que se vale la autora es casi el de una conversación, principal consigo misma con la excusa de la obra, pero también de la poeta con el artista. Una conversación a la que asistimos como quien puede comprender el aspecto psicológico oculto de una entrevista. Es por eso que cada uno de los textos tiene una personalidad específica, un enfoque particular aunados con el estilo diáfano y tremendamente poético de Efi Cubero. Esencia es mucho más que una opinión subjetiva de análisis de arte. No es una mera exposición de un punto de vista, de una interpretación. Es una propuesta en sí misma a partir de los materiales artísticos.
                Los gustos, los objetos de la mirada son muy heterogéneos, en el tiempo, en la variedad geográfica y en la disciplina artística. De esculturas a pintura o instalaciones, arquitectura. Nombres muy conocidos, clásicos a otros menos transitados por los manuales y por la actualidad. Es la propia sensibilidad del artista lo que propicia la reflexión, que interpela a la escritora para expresar la complejidad de la obra, no tanto para buscar una explicación, sino más bien para hacer notar las diferentes cuerdas que han vibrado a partir de la obra del artista. Por ejemplo, cuando dice que “a Rodchenko lo seguimos amando porque él representa la perspectiva laberíntica, acristalada y vulnerable, de nuestro yo más urbanita y frágil”, o que “Monet presente en la retina como la eternidad del mar, la tierra, el bosque, el fuego. Inundado del sol de unos colores que jamás se cuartean ni se pudren sobre el agua del tiempo”.
                Aprovecha Efi Cubero lo que ella misma denomina condición del extraño, de la mirada desde el afuera, para acercar a las contradicciones inefables de la obra de arte. Maimónides proponía un manual para perplejos como método para la filosofía y entender el mundo. No es el despliegue de la erudición lo que interesa, es la visión personalísima, la incardinación en la vida cotidiana que observa y reflexiona, que se emociona y que incorpora a su vivencia diaria. Por eso hay quienes ven en Esencia una mezcla de diario y el ensayo, son tan importantes los recorridos, los paseos por calles y salas de museos, las referencias a estados de ánimos y a recuerdos. Por eso es básica la ausencia de pedantería entre estas páginas, porque el conocimiento es la clave para el disfrute y no para la jactancia. El aliento poético se advierte en las imágenes y en el relato que utiliza para algunos artistas y obras. Y, especialmente, el talento para subrayar el detalle decisivo, aquel que nos da la esencia de la obra de arte.

martes, 22 de octubre de 2019

Reseña de Kevin Castro: ‘Norcorea’. Ediciones Liliputienses. 2018


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El poeta limeño Kevin Castro (1993) tiene publicados dos poemarios Los tiempos jurásicos (2013) y Norcorea (2016), es también editor de la revista Mutantes y la editorial CACA. Nos enfrentamos aquí a un ejercicio de rebeldía en el que la ironía y lo cáustico son las principales bazas. Quizás haya pocos lugares donde reivindicar la libertad con más imperiosa necesidad que en Corea del Norte. Abriendo con una cita de los Babasónicos, entre las páginas se propone una distopía, un universo más propio de la ciencia ficción, donde las leyes del verso son levantadas como las leyes de la normalidad y el consenso: “y todo es como decir: ¡gracias’, / pero diciendo: ‘triste’” (A pesar de los intentos desesperados de la ciencia nadie puede ser un personaje de sci-fi).
                Radicalmente incardinado en lo contemporáneo no duda en jugar con elementos tecnológicos o de la cultura pop para hibridarlos con los sentimientos de una generación desorientada y una protesta emocional continua “los poemas que te escribo son equivalentes a pequeñas flores que alguien vende en internet para que nadie finalmente compren” (No rolling stone). Si Germán Coppini coleccionaba moscas, Kevin Castro se rodea de ellas, “hay moscas volando en mi cuarto mientras intento escribir un poema como un e-mail para mí mismo” (Norcorea). Claras referencias al espíritu de la Beat Generation : “me han vencido / antes de cumplir veinte” (Las flores no son accesorios de oficina). Un poco de Horses  de Patti Smith, un poco Dylan (“El Señor me dijo: ‘deja eso’ / luego ‘aprisiona tu amor en una botella de Coca-cola”, Guía de viajes)
Urgencia, sinsentidos, collages, fotos, poemas, cartas (Guía de viajes), relatos… guiones (Voy a cubrir la historia más jodida del mundo. Será un film de 1h 30 min), una mezcolanza impresionista como el desorden de una habitación adolescente: “Estoy haciendo una lista larga de cosas que no tengo y que quiero regalarte de todas maneras” (El día que almorzamos yogurt y cereal en barrio la sensación térmica es de 21º). Adolescente es también el angst que subyace en el yo poético: “tengo 33 razones nuevas para no suicidarme”; “Debajo de mí / la poesía tiembla. / Y los cultivos de bacterias / y los montones de mierda” (Guía de viajes).
                                               “En nuestro sueño yo me llamo Juan y he escrito un libro
mi libro lo leen todos los chamanes antes de curar
extraen el cebo de la boca
quitan la lagaña a los caimanes
besan la tierra y respiran humo blanco”
Entre sus versos aparecen homenajes al poeta ecuatoriano Ernesto Carrión, San Juan de la Cruz, The Smiths, Beach Boys, Pink Floyd, Daviz Meza, poeta mexicano, K. Cobain, Buda, Washington Cucuto, argentino; Janis Herraud, poeta y guerrillero peruano ( “debajo de mi voz / llevo un canto ácido / que escupo y hace agujeros en las paredes” El río, Javier Heraud); Rimbaud, Patti Smith, Luna Miguel…
Voluntariamente provocador e irreverente, “Santa colonia sabe que yo quiero follarte luego de bailar / con infinita ternura bajo los árboles de cualquier parque y sabe que cuando te coja y me corra sobre ti / descubriré por fin QUÉ SUEÑAN LOS SANTOS CUANDO SUEÑAN” (Santa Colonia), en sus versos conviven sin problema He Man con Visnu o Viracocha, Starbuck, Disney, Phineas y Ferb
“:: las ruinas no son poemas
el tiempo los ha destruido:: pachacamas es distinto de un centro comercial como el jockey plaza
pero tiene una estructura similar
/…/
en pachacama –de lunes a vienes– hay mucho silencio
puedes concentrarte en lo que piensas
/…/
fui a la ruinas
/…/
pensé: pachacamas pudo haber sido un centro comercial si los inkas hubiesen descubierto el capitalismo
/…/
ir a las ruinas de Pachacama
buscar un poema
en tiendas de electrónica
entre las piedras del suelo
busca el camino hacia el mar”
La carretera central es una mierda (Volcán) tiene las característica de una narración onírica y esta técnica se repite a menudo, muy a decuada para el mensaje del sinsentido de la existencia (“He soñado contigo escribiendo una carta / una larguísima carta en la cual me dice que tengo los ojos como el fondo de una lata de Red Bull”, Huayno). En el excelente Mi vida ya no es lo de antes aborda de una manera más clara la injusticia del mundo.
“miro a la poesía y es una fuerza gravitacional y quiero asirle entre mis manos y quiero de la poesía tantas cosas y tan poco
quiero de la poesía la saliva de tu boca
quiero de la poesía el poder mágico de los chamanes de las montañas
quiero de la poesía el lenguaje de los chamanes de la montaña
quiero de la poesía el lenguaje de las frutas que muerdes mientras lees los libros de roberto bolaño” (No rolling stone)
Manual para sobrevolar cosas sin importancia mientras se escucha rock alternativo con headpones de Skullcandy tiene un lejano parentesco con la poesía de Juan Carlos Mestre. También Kevin Castro reflexiona sobre la poesía misma y la vida como poesía: “Si te beso hoy a las 2:35 am me dirás que es una metáfora y yo estaré deprimido por culpa de la literatura m/…/ escribo: ‘Unión Soviética’ y ‘potencia mundial’ cuando quiero decir ¡jamás habrá un pájaro azul dentro de mi pecho’” (Aunque sé que el mejor café lo sirven en la av Rissa iré a Starbucks contigo y pediré moca).
                Norcorea es un torbellino incesante, un bombardeo de imágenes, textos, palabras, sugerencias, donde los largúisimos textos pueden ser en sí mismos poemas, con la misma agresiva fuerza que tienen las líneas siguientes. Kevin Castro golpea y reflexiona. Da un paso a tras, imagina un nuevo mundo:
“perder por no poder escribir algo que merezca la pena” (Aunque sé que el mejor café lo sirven en la av Rissa iré a Starbucks contigo y pediré moca)