miércoles, 29 de abril de 2020

Reseña de la revista Lumbre, especial ‘Versos al amor de la lumbre’. 2020


La revista cultural Lumbre publica 'Versos al amor de la lumbre ...
La revista Lumbre se está abriendo paso en el variado mundo artístico granadino y en este monográfico coordinado por Javier Gilabert, Fernando Jaén y Gerardo Rodríguez se plantea un ambicioso proyecto, recoger un estado de la cuestión de la poesía que se hace en la ciudad: “Esta antología es una instantánea de la poesía granadina en el significativo veinte aniversario de la desaparición de Javier Egea”. La intención explícita es “dar cabida al máximo número de voces granadinas o “granatenses”, nacidas o afincadas en la ciudad de la Alhambra”.
                Además del homenaje inicial a Javier Egea, figura elemental de la vida poética de Ganada, se completa con homenaje a Mariluz Escribano, porque “justo cuando iniciábamos la andadura de este volumen, nos dejó la gran poeta”.
Los autores aparecen por orden alfabético, comenzando con una semblanza de Javier Egea y otra de Mariluz Escribano por Remedios Sánchez. Cada poeta se presenta con una breve reseña biográfica y un poema (o varios si éstos son cortos). La variedad está servida siempre con un nivel de calidad importante, contando con poemas más clásicos, otros más rompedores, del vocabulario exquisitamente poético a los términos menos convencionales y más digitales, como Gerardo Rodríguez con tuitter, Facebook o TikTok. De los muy jóvenes como Rosa Berbel o María Domínguez del Castillo (ambas de 1997) hasta lo más veteranos como Rafael Guillén (1933). De los haikus de Carmen Canet a los sonetos de José Ganivet Zarcos, a los poemas en prosa de Gerado Venteo. Se encuentran los herederos de la poesía de la experiencia a la poesía de la Diferencia, de Antonio Enrique a Luis García Montero.
                Así, se completa un volumen denso y valioso. En palabras de los coordinadores: “Este monográfico pretende ser un testimonio vivo de la poesía que inunda nuestra ciudad, cuyas voces se reúnen al calor de una Lumbre muy especial, esta que, tras nuestras palabras, arde ya para siempre”.

lunes, 27 de abril de 2020

Reseña de ‘Vida Subacuática’. La Charca Literaria. Noviembre 2019


Presentació del llibre “Vida subacuática”, de La Charca Literaria ...
Esta es una edición en papel conmemorativa del IV aniversario de la revista web La Charca Literaria. Con un cuidado exquisito, tanto en formato digital como en este muestrario generoso, los editores de La Charca Literaria llevan batallando, con talento poético y mucho sentido del humor en las aguas del ambiente cultural y literario. Se definen a sí mismos como un espacio de libre creación, “y un lugar de encuentro para amantes de las letras y el chapoteo”. Absoluta falta de control en cuanto a contenidos y formas, “Cada bicho cuelga aquí sus textos, a la espera del lector casual”. El equipo de redacción está oordinado por Pere Montaner, dos editoras (Myriam Soteras, Lolita Lagarto), diseñadores e informáticos, correctores de textos y especialistas en las redes. El espíritu colaborativo es la esencia del proyecto. Jordi Balcells en La optometrista y el cubano resume esa filosofía:
“Ahora solo me falta saber cómo baila el ritmo latino bajo las estrellas de la noche de esta ciudad glocalizada, donde lo global limita con lo local y viceversa, donde todos cantamos y bailamos juntos y las distancias geográficas no tienen importancia, donde se encuentran y construyen nuevas relaciones hasta que el tiempo o la muerte los separe”
La heterogeneidad de la revista se advierte en la mezcla de estilos, de prosa y de verso. De múltiples formatos y tonos. Abundan los pequeños relatos de Anna Babra, Perico Baranda, Lluis Bosch, Francisco Castro, Lázaro Covadlo, José Martín Cuesta, Carlos de Diego, Dolors Fernández, Francisca Ferrer, Francisco Ferrer Lerin, Frank G. Rubio, Montse Galera, Teodoro Gómez, Javier Herero, Manolo Marcos, Marta Millaret, Pilar Pedraza, Sergi Puertas (Crónica sentimental de la persona drogada), Lukas Reig, Marcial Sileno, Sicoris, Myriam Soteras, Josep Turo…
En estos se muestra el humor, el costumbrismo algo canalla, la fantasía, los juegos de palabras, la poesía escrita con renglones largos, retratos de personajes con nombres pintorescos. Juan Manuel García Ferrer en Amnophila arenairia se acerca a la experiencia de Ordet. Marga Iriarte hace una reconstrucción imaginativa en Cuando Eusapia conoció a Lombroso. Lo mismo Lolita Lagarto parecen poemas en prosa muy cerca del espíritu de Cortázar que Jordi Ledesma se muestra más irreverente, más “gonzo” o Albert Tugues: La poesía y la prostitución: el poeta hace la calle estas navidades. Momentos de gran lirismo trae Felipe Sérvulo: “La tierra y su olor. Las begonias, la lluvia, Begoña, tantos ausentes me están indicando dónde está el camino” (La tierra y su olor) o Dani Izquierdo:
“Eso, no otra cosa, es la poesía.
Ese respirar.
El respirar de la termita.
El respirar del mundo.
El respirar del ayer, del hoy, del mañana, de la eternidad” (La respiración de la termita)
En forma de poemas participan Anna Benítez del Canto: “Mientras tanto, me permito volar” (Cuando deja de contar el tiempo); Albert Boves: “Los radicales libres están condenados a una vida errante, solitaria y desgraciada” (Los radicales libres); Danilo Facelli (Quiero ser un cabrón); Elena Garnelo; Helena Junyent: “Todo estriba / en merecerte meretriz / menos coñazo que puta / más lésbica más mía / toda mujer / todos los amantes” (Cuando el súcubo después del íncubo); con humor, Juan López, Luisa Martínez, José Florencio Martínez, Jaume Muñoz (“Solo quiero vivir en el acierto del caos. / como cuando un cactus atropella a un globo / y el cactus se parte por la mitad. Así”, Poemas breves), Jade Sal.
Caben entrevistas, géneros mestizos, como el Disglosario (Area Martínez, Julián Hernández, Aitor Guezuraga), aforismos de diccionario, Defineciones (Ladriyo: El Ego en construcción); subespecies de reseñas (las exhumaciones poéticas de Joán Vigó); casi poesía visual la de Ana Grandel (que recuerda a algunos trabajos de José María Cumbreño). Indudablemente, caben reflexiones y pequeños ensayos. El editor Nicanor recuerda que “en Arte y Literatura no conviene plegarse a los hechos ni a la verdad, sino construir imágenes e historias que despierten la atención del lector, sea a través de la mentira o la mistificación. Se trata de mentir y hacerlo bien” (La mentira en el arte).  Evaristo Maglione reflexiona sobre la moda: “La gramática del cuerpo es limitada, es decir, nos movemos entre el desnudo integral y la ocultación total. Entre los dos extremos, la moda, juega, propone, muestra y oculta” (Moda al tuntún).
Quisiera rescatar este poema de Montse Ordóñez incluido en su primer libro de poemas, La orilla de los nadie. (Promarex, 2018)
“Llevas en ti un teatro
un trapecista
una cajita de música
y una carpa de circo.

Aceite de jengibre
esencia de bosquejos
anaqueles de otra historia
un réquiem
y dos poemas

Llevas en ti una depresión
una ira
dos sonetos
una guitarra
y un diccionario de llantos.

Con eso caminas
haciendo de las calles
una legía fingida
sufriendo de hambre vieja
frío de tres inviernos
y las fiebres de un noviembre.

Pobre de ti hombre solo
la intransigencia de la humanidad
convirtió tu futuro
en un holocausto” (Elegía de un hombre solo)
Termina el volumen, por el arte celestial y borgiano del orden alfabético Nuria Viuda: “Solo pedí cobijo y hiedra; no me fue otorgado. / Te deseo que vueles lo que yo no volaré. / Y este silencio” (Clamor de míseras estancias).
Solo queda, en papel o en la red, una acción pendiente. A chapotear.

domingo, 26 de abril de 2020

Bulos, información y crisis


La problemática de los bulos ha surgido con fuerza durante la pandemia por el covid-19. Ha puesto de manifiesto la importancia capital tanto para la gestión sanitaria como para la gestión puramente política de la misma. Ya estábamos al tanto del uso de rumores en la historia de la humanidad, en especial los que preceden a linchamientos, prógromos o incluso la caída del muro de Berlín. El mundo digital ha demostrado sobradamente la utilidad política de los rumores y los bulos en distintas elecciones, como la de Donald Trump, Bolsonaro o en las votaciones del Brexit. Para paliar las informaciones erróneas y malintencionadas suele recurrirse a los tribunales y que se rinda cuenta del derecho al honor. Todo el mundo tiene derecho a expresar su opinión, pero si esta libertad de expresión vulnera la honorabilidad de un sujeto hay que tener pruebas, al menos, de que es veraz. Veraz no significa necesariamente cierto, sino que no hay voluntad manipuladora. El problema de los bulos es que se transmiten rápidamente y no hay un responsable, como en un periódico, al que responsabilizar de su injuria.
                La prensa, no nos vamos a engañar, tiene tendencias. Algunas líneas editoriales bordean la legalidad y el buen hacer periodístico con maneras burdas de tergiversar. Normalmente eran prácticas de la llamada prensa amarilla, pero en estos tiempos que corren es difícil trazar una línea clara. Debería ser evidente que cualquiera puede tener una publicación con su ideología y defendiendo sus intereses, lo que debería también ser evidente es que no se puede mentir, en cualquiera de sus matices, ocultar, tergiversar, malinterpretar… Lo mínimo que se puede aspirar es a la buena fe.
                Por su parte los gobiernos también son muy sensibles al flujo de información que puede ayudarlos o desprestigiarlos. No es baladí que tengan asesores de imagen y que gasten una cantidad no despreciable de dinero en campañas publicitarias más o menos encubiertas sobre su gestión. Tampoco debe sorprendernos que los gobiernos utilicen los servicios de seguridad e inteligencia para estar al tanto de los puntos débiles en su imagen. Que no nos sorprenda no signifique que debamos tolerarlos alegremente, pero no deberíamos ser hipócritas cuando afecta a los nuestros estar en la picota.
                Un bulo es una falsedad que tiene una intención. No es simplemente un desconocimiento o un error. Tiene intención de atacar, de defender, de confundir… Y los poderes fácticos y reales lo saben perfectamente. Por otra parte hay infinidad de fuentes para los bulos. Hay casi arquetipos para esos bulos que se repiten a lo largo de los siglos variando simplemente detalles o medios de comunicación. El problema es cuando estos bulos ponen en peligro la salud. Un ejemplo, propagar que con bebidas calientes se protege uno del coronavirus. O una inyección de desinfectante. Esto es una temeridad que puede acabar en tragedia. Creo que es normal que estos bulos se desmientan y que las autoridades sanitarias estén pendientes de cualquier tipo de bulo en esta dirección. Los rumores catastrofistas son también contraproducentes porque, además de añadir confusión, pueden provocar el efecto contario, un descreimiento como el del cuento de Pedro y el lobo.
                Me gustaría recordar la figura de Iker Jiménez, sacando pecho por advertir de la gravedad del coronavirus. Se parece un poco al protagonista de Conspiración, Mel Gibson, que envía mensajes advirtiendo de que el mundo está controlado por conspiraciones secretas y, como un reloj parado da la hora correctamente dos veces al día, acierta en un caso. El presentador de Cuarto Milenio anuncia miedos en prácticamente todo, desde las antenas de telefonía a las radiaciones del terreno, a los alienígenas o a seres fantasmales. En su entretenido programa nunca quiere llegar a la verdad, su juego consiste en dar argumentos a uno y otro bando para dejar siempre la sensación de que algo desconocido y peligroso amenaza ahí fuera. Ahora parece que acertó. En cambio, con el cambio climático no es tan tajante.
                Más delicados son otro tipo de bulos que pretenden intoxicar la contienda política dentro del contexto de la pandemia. Los bulos con imágenes de asaltos a supermercados o de escasez de productos básicos son rápidamente propagados y pueden inducir a desórdenes públicos y a generar un estado de alarma que en nada beneficia a nadie. Bulos que indican un origen de la pandemia que acaban en reacciones violentas contra ciudadanos de origen asiático o actos vandálicos contra antenas 5G. En la arena política encontramos ataques a políticos de varias tendencias, por ejemplo, el bulo que acusaba a Manuela Carmena de tener una UVI móvil en su casa, o de tener dos ambulancias en la casa de Pablo Iglesias, o uno que acusaba a Santiago Abascal de saltarse la cuarentena. Se ha detectado un mensaje que anuncia un estado de excepción, o que acusa de desórdenes a magrebíes, un documento sobre desescalada que se hace pasar por oficial, que haya una planta de un hospital reservada para altos cargos o cientos de ataúdes de ahogados en Lampedusa como si fueran ocultados por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias… ¿En qué medida pertenecen a la libertad de expresión si, además de miserables, están difamando y enviando mensajes desmentidos?
                Para empezar, creo que es lógico que el gobierno esté al tanto de todas estas fake news en parte por supervivencia política y también porque deben mantener la información real y porque el riesgo de desestabilización es grande y las consecuencias pueden ser graves. Ya se vieron al inicio de la crisis con el desabastecimiento de papel higiénico. Por poner un ejemplo, si se decreta un confinamiento como estrategia y se mina la credibilidad del gobierno, pueden aparecer ciudadanos que, legítimamente, decidan hacer caso omiso de las recomendaciones porque el gobierno pierde autoridad.  Si la credibilidad del gobierno se mina por medios poco éticos, no hay sino riesgo.  Por su parte, que el gobierno sea incapaz de mantener una coordinación ya lo mina por sí mismo.
                Se puede cuestionar que el mensaje sea tranquilizador, o que se pretenda hacer un programa de humor para hacer más llevadera la pandemia mientras que hay tanto sufrimiento en muchos hogares. Se puede dudar de insistir en la solidaridad y los aplausos y no poner el acento en las denuncias de las incompetencias o irregularidades de las autoridades. Personalmente me pregunto cómo sería el estado general si se tuvieran los mismos cánones de comportamiento que en los debates de tertulianos anteriores al covid-19. ¿Si estuviera el ambiente tan crispado y tan continuamente crispado con acusaciones mutuas y zascas consecutivos, podríamos enfrentarnos como sociedad a la pandemia? La cuestión es seguir informando de manera rigurosa, denunciando los problemas y los errores del gobierno a la vez que se eviten esperpentos de los que, desgraciadamente, estamos tan acostumbrados.
                Que el jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil dejara caer, a mi juicio intencionadamente, que el Gobierno le había encargado a la benemérita la monitorización de bulos y la desafección hacia el gobierno es grave. Es grave por lo que deja caer, y es grave por dejarlo caer. Los desmentidos son tan confusos que no tienen credibilidad en absoluto. También fue muy grave que se utilizaran los servicios secretos para inculpar a Podemos, o que se espiaran a los líderes políticos desde las cloacas del Estado, con Villarejo a la cabeza. Es muy hipócrita denunciar que el gobierno quiere lavar su imagen e ignorar lo que supuso la ley mordaza, o hacer caso omiso del autobombo que el gobierno de Andalucía, por ejemplo, procura en sus medios afines mediante publicidad pagada. Ya sabemos que los servicios de seguridad tienen esa deriva que confunde los intereses del Estado con los del partido en el gobierno. Y es algo que deberíamos controlar siempre, no solo cuando somos los ofendidos.
                Además, hay una interesada confusión entre la labor de monitorizar o desmentir bulos con el ataque a la libertad de expresión o de información. La ley mordaza es un ataque a la libertad de expresión por cuanto impide mostrar desafección al jefe del Estado, o en denunciar los excesos de las fuerzas del orden. Desmentir un bulo no es lo mismo. Es comparar una multa de tráfico con limitar la libertad de movimientos. Abunda y tiene eco por la insistencia de la derecha en acusar a la izquierda, a toda la izquierda, de ir contra las libertades, en especial, la libertad de expresión. Como si todo el progresismo fuera estalinismo (y no conectar todo el liberalismo con Pinochet). Supone pagar el mismo precio que, para evitar la brutalidad policial, toleráramos la existencias de mafias.
                Lo ideal serían medios independientes, con sus diferentes ideologías, y unos medios públicos independientes, exquisitamente neutrales. Lo ideal serían ciudadanos concienciados que contrastaran la información y no hooligans que divulgan todo lo que les viene bien a su causa y ataca al enemigo. Que, recuerdo, como si fuera Brian con los romanos, es el coronavirus, no el adversario político.

viernes, 24 de abril de 2020

Reseña de la revista ‘Ítaca’. Poesía para ti. Nº 1. Otoño 2019


Dirige Isabel Marina, con el consejo de redacción de Ángeles Carbajal, José Luis García Martín, José Ignacio González, Ricardo Labro y Sandra Sánchez. La propuesta promete poesía más periodismo. Para homenajear el poema que da nombre a la revista, comienza con una serie de artículos.  Aundrés Calvo Kalch, psicólogo clínico, analiza el mensaje de Kavafis a través del pensamiento intuitivo, “el más evolucionado y en el que las partes racionales y las parte emocionales de nuestro cerebro se aúnan produciendo lo que en psicoterapia llamamos integración” (p. 3). Pedro Bádenas de la Peña, helenista, da cuenta del poeta alejandrino y selecciona 14 poemas.
     La segunda parte de Ítaca la componen una selección de poemas que inicia Piedad Bonnet: “A la luz del recuerdo él es tan alto que ella no ve su frente. Y sin embargo / qué nítido aquel cuarto y n su centro / la ternura quemante de los cuerpos, / que ahora se detienen en esa esquina triste, / convertidos en piedra para siempre” (Postales).  La nómina de poetas es variada de la concisión de Karmelo Iribarren (“Viejos sentados / en los bancos de las plazas /…/ quién sabe si hasta soñando / con una última oportunidad”, Estampa primaveral) a la reflexión profunda de Efi Cubero: “Todo conforme a todo / en el campo semántico /(se dice que en el cuántico tal vez) / de lo que avanza lento es la escritura, / compleja e irreal de lo que somos, / pensamiento que pesa, / soledad de una ausencia, / percepción y destino, / voz que lleva al extremo / en la locura de seguir sangrando, / sobre los folios de un saber esquivo, / entre la incertidumbre y la certeza, / sin que ni el tiempo ni la muerte importen” (Soma).  Trinidad Gan abunda en la condición de mujer (“Afortunada yo, que soy mujer / pues vientres sucesivos me desgranan / y en repetidas lunas veo crecer / no los ecos lejanos, la voz misma / de una memoria nuestra, rescatad /donde, viva, se guarda mi alegría”, De la fortuna). Vicente García dedica un poema a Manuel Alcántara.

José Iniesta (“Soy un pozo sin agua, como tú”, Atados a un sueño), José Luis Morante (“La decepción enseña / a pensar en voz baja”, En voz baja); Marcos Tramón (“¿Qué nos dirá más tarde de nosotros / la rosa que no está, el tiempo herido?”, Perplejidad); Rosario Troncoso (“Sobrevivo hueca / igual que un árbol hueco. / Muerto, pero de pie”), Antonio Rivero Taravillo (“El amor quita tiempo y lo concede”, Ganancia del tiempo que se pierde) para finalizar con Cármen Yáñez: “Tengo miedo de quedarme sin voz / quedarme con un hilo de ella / en la mano vencida del espacio” (Y en el silencio).
La revista se cierra con una serie de reseñas, Jesús Cárdenas analiza “Todos los relojes”, de Antonia Álvarez; Yasmín Álvarez, “Últimos poemas de amor” de Elsa López; Sandra Sánchez, “La vida menguante” de Pedro Luis Menéndez e Isabel Marina, “Suavemente ribera”, de Antonio Manilla. Damos la bienvenida a esta revista de poesía en la que hay cabida para la reflexión y una amplia gama de voces.