miércoles, 22 de junio de 2016

Encuentre las diferencias




En pocos días hemos tenido noticias de dos atentados, uno en Orlando, Florida y otro en el Reino Unido. La cobertura informativa ha sido sensiblemente diferente en ambos casos. Desde luego que no se trata de una misma acción, pero hubiera sido deseable encontrar más rigor, en el sentido de rigidez, a la hora de exponerlo en las noticias

Para Estados Unidos parece casi seguro, al menos según los medios, que ha sido un atentado terrorista, reivindicado por el ISIS. En la era del terrorismo en red parece que no nos acostumbramos a estas organizaciones sin organizar, este terrorismo fluido en el que faltan estructuras fijas, donde los terroristas actúan por su cuenta, con un vínculo muy débil con los líderes. Con la radicalización de los individuos se consigue la movilización de terroristas con muy poco esfuerzo, o, por lo menos, con un esfuerzo mucho más diluido. La gran novedad de esta última oleada de terrorismo es su carácter flexible. No se trata, como en las antiguas sociedades secretas, de que el individuo fuera integrándose lentamente para evitar topos e infiltrados que pudieran desbaratar los planes y detener a la organización. Aquí, cada uno va a su aire.

El esfuerzo dedicado a la organización en sí es mucho menor, lo que les otorga una facilidad y una rapidez para acciones audaces mucho más peligrosa. Quizás no puedan embarcarse en atentados muy espectaculares en cada momento, pero siempre están dispuestos a actuar en cualquier parte del mundo. En muchas ocasiones, la financiación del DAESH proviene de donaciones saudís, o de venta de petróleo robado, en todo caso, de alguna manera, fondos centralizados y distribuidos. Son los que financian ejércitos, combatientes, campos de entrenamiento, propaganda…

Luego están los llamados “lobos solitarios”. Estos plantean muchos problemas logísticos a la hora de la lucha antiterrorista. Para empezar porque son mucho más difíciles de detectar, actúan sin entrar en contacto directo con ninguna organización, se radicalizan y planean sus acciones sin contar con nadie, o casi nadie. Su vigilancia se hace prácticamente imposible. Pero, y creo que es importante, porque no pueden ser juzgados por pertenencia a banda armada. Porque no forman parte de un grupo.

Esta figura jurídica sirve para detener y meter en la cárcel antes de cometer atentados. Un “activista” es situado dentro del entorno de ETA y se puede demostrar de alguna forma que pertenece a la organización, aunque no haya participado directamente en ningún atentado, puede ser detenido, juzgado y condenado. Sin embargo, los “lobos solitarios” no pertenecen a nada, no se reúnen con nadie, no pueden ser detenidos por sus ideas, lo que sería ilegal. Esto termina con miles de sospechosos investigados y fichados por la policía y los servicios secretos, que se muestran incapaces de adelantarse a una matanza, en muchas ocasiones, casi improvisada.

En el caso del asesino de Orlando hay dos componentes igualmente llamativos. Por un lado, la reivindicación del DAESH, que cobra verosimilitud por el hecho de ser musulmán proveniente de Afganistán y por las proclamas en las redes sociales. Y por el otro, la condición de supuesta homosexualidad encubierta del asesino. ¿A qué nos atenemos? ¿Es una matanza típica estadounidense contra los gays, o es una matanza islamista? En el primer caso se trata de homofobia, en el segundo, terrorismo internacional.

No creo que haga falta decir que son igualmente terribles ambos supuestos. En el primero habría que preguntarse por qué el colectivo homosexual sufre la discriminación, que va desde los insultos a las matanzas o las leyes que llegan a condenarlo a muerte. Para que luego se pregunten por qué hay un día del orgullo gay y no uno del orgullo machote. Por el momento, los machotes no sufren discriminación ni matanzas.

Sin embargo da la sensación de que es menos grave si es un delito de homofobia, como si el terrorismo fuera más amenazante. En el fondo lo que hay detrás es la asignación de “culpabilidad” del gay. Hay un “motivo”. En el caso del terrorismo, todos podemos ser víctimas y eso nos aterroriza. No hay solidaridad con “Todos somos Orlando”, como “Todos somos Charlie”. De todas formas habría que analizar qué tienen las religiones contra la homosexualidad que la radicalización de la fe acaba por justificar sus matanzas. Y de eso pueden hablar muchos predicadores estadounidenses.

La cobertura informativa del atentado de Jo Cox ha demostrado que el asesino de la diputada tiene ideología neo-nazi y es partidario del Brexit. Sin embargo se han apresurado a aclarar que el motivo no es político, sino que se trata de una enfermedad mental: el asesino es un perturbado.

No deja de parecer que hay un rasero del color de la piel para asumir los asesinatos. Cuanto más oscura sea la piel, más probable que sea un atentado terrorista. Si los asesinos son blancos, se trata de locos. En un caso son cuestiones mentales, individuales, psicológicas, en el otro son sociales, ideológicas, de cultura. ¿Hay, sin embargo, entre la civilización norteamericana algo que provoque las matanzas? No se acepta ni siquiera la responsabilidad de la venta de armas. Se da por sentado que si alguien es musulmán y asesina masivamente, es por su religión, por su ideología, porque lucha por el Estado Islámico. Los asesinos múltiples blancos, por mucho que estén claramente integrados en organizaciones, como las plataformas a favor del Brexit, o grupos neo-nazis, tienen un desequilibrio mental que les hace tomar las armas. Por lo visto, ser nazi no te incita a la violencia, ser musulmán, probablemente sí.

En el caso británico, el terrorista es una excepción. En el caso musulmán, un ejemplo. Subyace una asignación de personalidades y de culpas claramente xenófoba. Que en el caso de los atentados en Francia o Bélgica es muy llamativo, porque dieron pie al control de las fronteras y aeropuertos sin contar con el dato de que no eras extranjeros, sino franceses y belgas, de ciertos barrios, pero nacionales.

La verdad es que la campaña británica ha dado un vuelco y, después de los homenajes y de bajar el tono, según las encuestas, la permanencia va tomando la delantera. En el fondo parece que la opinión pública sí que está asociando el asesinato con motivaciones políticas. Quizás queda esperanza de que no nos dejemos engaña.


2 comentarios:

  1. Cuando supe de la terrible matanza de Orlando, en ningún momento, me planteé si por el hecho de que hubieran sido víctimas miembros de una comunidad gay, minimiza el horror y por supuesto, el castigo que debe recibir. También hay que reconocer la cantidad de grupos organizados de ideología nazi que, generalmente, se movilizan en situaciones que congregan grandes masas, por ejemplo, en los partidos de fútbol, en los que se terminan con grandes y terribles enfrentamientos. El color de la piel, la religión o creencia del que comete un crimen no debe de influir para nada en la consideración que se dé a tanto horror. Esa es mi opinión, y todos los días, somos conocedores, a través de los medios de información de todo tipo de vejaciones, hacia todo tipo de comunidades, empezando por las mujeres, que en muchos países, son esclavas y carne de cañón. Terrible es ésta nuestra Humanidad, que va perdiendo la connotación que le asigna el término. No cabe la menor duda, mi querido amigo, que la pandemia del horror, del terror, de la condena, con la excusa que sea, está en pleno crecimiento. Y me inclino por pensar que seguirá.

    ResponderEliminar
  2. Así debería ser, pero me temo que todas las matanzas se instrumentan para fines políticos. Todos barren para casa. Gracias Rosa, por tus comentarios

    ResponderEliminar