domingo, 11 de enero de 2015

Arrimar el ascua a tu sardina



Esta semana hemos asistido a unos hechos macabros, los atentados contra la revista satírica francesa Charlie Hebdo. Muchas han sido las manifestaciones en la calle, en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las conversaciones. Mucha indignación por todos lados, pero no la misma indignación.
Es curioso cómo en estos tiempos inciertos se pueden hacer muchas lecturas de los acontecimientos. Para empezar, ni siquiera nos queda claro cuál es el acontecimiento. Lo podemos definir como un ataque, como un acto terrorista, como un atentado islamista, como acto yihadista, como parte de Al-Qaeda, como un mandato del Estado Islámico, como escaramuza de una guerra mundial aún no declarada oficialmente, como un burdo montaje.
No sabemos si son dos asaltantes que lo tenían todo preparado, aunque se confundieran de local. No sabemos si había una mujer que ahora supuestamente está en Siria. No sabemos si el asalto a una carnicería kosher forma parte del mismo acontecimiento. No sabemos por qué se ha suicidado uno de los investigadores de la tragedia. No sabemos ni lo que no sabemos, que diría el inefable Donald Rumsfeld.
Me asombra, en cambio, la rapidez con la que se conocieron los nombres de los hermanos Kouachi. Y también me asombra la claridad de algunas imágenes que se han conocido de la masacre.
En las reacciones ante la tragedia hemos encontrado de todo. Hay un sector muy importante que pone el acento en el ataque a la libertad de expresión. Por ejemplo, ahí estoy de acuerdo.
Aquí se abren varios frentes. Por un lado está cierta ideología islamofóbica que identifica cualquier musulmán con la yihad, y cualquier barbarie con el integrismo. Discrepo profundamente con este sentir. Cualquier credo, desde la religión al nacionalismo, las ideologías, incluso un equipo de fútbol, puede convertirse en integrista y violento. Crímenes atroces se han hecho en nombre del dios que prefiramos, Alá, Yahvé, Jesucristo, el dios Mercado, la dictadura del proletariado…
Más sibilinamente comentaristas de cierta ideología sostienen que el Islam es más tendente al fundamentalismo y es incompatible con la democracia, mientras que las libertades que tenemos, hijas de la Ilustración, son herederas del cristianismo. También discrepo profundamente de esta ilusión. Uno de los componentes más importantes de la Ilustración fue la lucha contra la religión, y la Iglesia luchó denodadamente, como sigue luchando ahora todavía, contra el pensamiento laico y aspira a imponer su moral y sus costumbres como leyes. La cuestión es que las sociedades contemporáneas no hacen (tanto) caso a las directivas religiosas. Si no prohíben libros es porque no les dejamos. Ahí están los casos de Javier Krahe, al que llevaron a juicio por cocinar un crucifijo, los anatemas contra las obras religiosas irreverentes. Quizás no ataquen con armas. Ahora. Y si no, que se recuerde el escándalo de la película de Scorsese y La Última Tentación de Cristo. O el nunca aclarado ataque de la ultraderecha a El Papus, durante la transición.
También he escuchado a algunos pedir a los estados y a las comunidades musulmanas que hagan pública la repulsa hacia el atentado, para dejar patente, dicen, que no todos los musulmanes son terroristas. La verdad es que el sólo hecho de pedir implica que existe esa conexión. Como se hace en España con el entorno abertzale y los atentados de ETA.
Desde otro punto de vista se manifiesta la repulsa al atentado pero se añade que quizás no era lo más adecuado criticar, hacer sátira sobre la fe de nadie. Hay que tener un respeto hacia las creencias de los demás. Vuelvo a discrepar. Debemos reírnos de todo, especialmente de las cosas más sagradas. Como he leído a Zizek, muy débil debe ser la fe de quienes se sienten amenazados por unas caricaturas. Machado decía que la fe de un pueblo que blasfema es una fe viva.
Además, hay quienes murmuran que no era muy inteligente atacar a gente tan violenta. Vamos, que se lo han buscado. Estamos en la misma onda que culpa a las víctimas de los crímenes, ¡si es que van provocando! Otra cosa es que no te guste ese tipo de humor, o que siempre se ridiculice a los mismos. Como hacen ciertas cadenas privadas que remedan sólo a un bando.
Que es una provocación está claro. Pero, ¿de quién? ¿Para quién? Para unos simplemente serán los musulmanes y esto es un choque de culturas. Para otros será consecuencia del colonialismo de las grandes potencias que ha creado el caldo de cultivo para estos integrismos antioccidentales. Otros sostendrán que es un ardil de estas potencias para justificar una guerra al terror. No sería la primera vez que, por ejemplo, Estados Unidos, provoca, o al menos, no previene un ataque para justificar la entrada en una guerra.
He leído muchas reflexiones muy sensatas, como la de José Antonio Cerrillo, que deplorando ante todo el atentado, explica las condiciones en las que fermenta ese tipo de islamismo violento. Occidente armó a los talibán en su lucha contra los soviéticos, a Sadam frente a Jomeini, pero prefiere ignorar a los kurdos frente al Estado Islámico.
José Manuel Benítez Ariza, en su blog Columna de Humo, acertadamente reflexiona sobre el fracaso en la integración de estos jóvenes que viven en occidente, conviven en sus comunidades, reciben una educación y una integración que no ha tenido efecto.
Afortunadamente tenemos quienes sitúan las masacres en su contexto y recuerdan que las principales víctimas estos días, de tantos días. son los propios habitantes, musulmanes ellos, de países como Iraq, Afganistán o Nigeria. O los resultados de políticas imperialistas que mantienen en la pobreza y enfrentados a tantos países de África, Asia o Hispanoamérica.
Pero tampoco sorprende los que se quejan de la falta de contundencia y piden venganza y pena de muerte. Hay quienes leen el macabro suceso en términos nacionales e imaginan que el buenismo de cierta izquierda española sería incapaz de responder con contundencia.  Ahí está Miguel Ángel Rodríguez que aprovecha para atacar a Podemos en twitter. Más aún, se culpa a la izquierda de ser tolerante con el islamismo y propiciar de esta forma los ataques. La ideología del relativismo cultural, dicen, provoca estos desmanes. Curiosa forma de estar a favor de la libertad de expresión es esta que no confía en la autocrítica.
Está claro, y en esto el test de Rorschach es un ejemplo canónico, que cada cual entiende las cosas desde su posición. Es lo que estoy haciendo yo mismo. No es egoísmo, es más bien un defecto de fábrica que nos hace comprender el mundo desde nuestros propios parámetros. Pero es que hay parámetros completamente desmadejados.
Me gustaría pensar que los lápices son más potentes que las armas, que la pluma es más fuerte que la espada. Ojalá.

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