viernes, 13 de mayo de 2016

Reseña de Marina Casado: Los despertares. Ediciones de la Torre. 2014

Marina Casado (Madrid, 1989), licenciada en Periodismo, leyó su tesis doctoral sobre Rafael Alberti, tiene publicado un volumen sobre la influencias literarias en el rock (El barco de cristal) y a punto de salir su nuevo libro de poemas: “Mi nombre de agua” (Ediciones de la Torre, 2016). Es también especialista en los poetas de la generación del 27 y se advierte en las citas a Salinas, Cernuda, Lorca, Alberti o Dámaso Alonso. Jim Morrison es el otro puntal poético sobre los que bascula la lírica de Marina Casado.

Estos poemas son una colección reunida a partir de dos grandes núcleos temáticos, de dos despertares. El primero el de la Bella Durmiente y el segundo el de Alicia. Como explica en el Intermezzo, de la primera sabemos qué pasó antes y después de dormir, mientras que ignoramos el contenido del sueño. En el caso de Alicia, lo que Lewis Carroll nos cuenta es precisamente el mundo onírico del País de las Maravillas, dejando bajo el velo lo que le sucede antes y después de entrar en la madriguera del Conejo Blanco. Los despertares sirven como metáfora del fin de un sueño que puede ser real, puede ser una enfermedad, un símbolo del periodo de latencia, puede ser el fin de la infancia…

Una de las características principales del estilo de Marina Casado es la narratividad inmersa en su poética, la creación de un personaje protagonista, aún cuando vaya mutando de la Bella Durmiente a Alicia. La revisitación de mitos infantiles, como la Bella Durmiente, las princesas, los muñecos y los cuentos es, en cierta manera, una evocación y actualización del Modernismo, pero también una especie de perversión de esas imágenes, despojándolas de la cursilería para contrastar con la realidad que hay detrás., jugando con la ambigüedad de lo tópico propio de la posmodernidad.

Los despertares se divide en dos partes: “Soledades de la Bella Durmiente”, con un “Prólogo”, “Soledades” y un “Epílogo”; después un “Intermezzo”, y la segunda parte, “Retornos del espejo”. Cada uno tiene su propio tono, en el primero el ritmo es más pausado, casi modernista (La edad de los cisnes, Praga). En el segundo, más extrovertido, más críptico y onírico, más surrealista (Mientras tanto, en el espejo).

En la primera parte, es un hospital el ambiente buscado para situar la narrativa del poema. El prólogo consiste en tres poemas: Planteamiento, Nudo y Desenlace, que inciden en esa característica narrada de la poesía de Marina Casado. Después sigue otro grupo de poemas, “Soledades”, en los que, apoyándose en la mitología y los tópicos de la infancia y la adolescencia, plantea cuestiones vitales, especialmente el miedo y la incertidumbre, apoyándose en un velo algo críptico, y coherentemente onírico: “Qué haré yo con el miedo que se instala / en susurros temerosos del ocaso” (Inevitable mar).

La segunda parte del volumen se basa de manera muy sólida en el relato de Lewis Carrol, precediendo los poemas de citas del libro del País de las Maravillas, pinceladas que resaltan los principales puntos de interés sobre los que reflexiona esta nueva Alicia. El otro foco lo aportan las canciones de The Doors, que también sitúan el discurso poético. El desconcierto de una Alicia (“Alicia ya no sabe si quiere ser Alicia”, Losing Alicia) pasada por el tamiz psicodélico de Jim Morrison es símbolo del desconcierto existencial de la neurosis y la soledad del personaje poético, pero también de toda una época. Es una Alicia updated, actualizada, preocupada por las fiestas de mañana: “Ahora, Alicia, procura no llorar demasiado / para evitar correr el rímel de sus pestañas” (Alicia en los mundos sin lluvia). Este desconcierto, en cambio, es afrontado desde la esperanza:

      “El mundo es tuyo y ni siquiera acordabas” (Sobre las alamedas).

El componente onírico es mucho más fuerte, y el ritmo del poema ha dejado la musicalidad pausada del endecasílabo de factura clásica para pasar a un ritmo más sincopado, más cercano, por así decirlo a Salinas. Alicia/Marina huye de la soledad como quien escapa de un país desolado y absurdo: “Todos estamos locos” le confiesa Jim Morrison a Alicia. El cantante de The Doors es un buen compañero para reflexionar sobre los problemas de identidad: “You're lost, little girl”, cita en Losing Alicia, aunque Alicia al final “… eligió despertarse” (El País de Alicia).

Con un dominio notable del verso, el vocabulario poético usa conscientemente un lenguaje convencionalmente lírico, hablando de experiencias, amores, sueños, promesas, espejos, la melancolía del otoño, cuentos y muñecas:

      “otra vez te me escapas a tu mundo infantil
      de princesas dormidas, de muñecas de trapo,
      de sueños de papel” (Al borde de tus ojos)

Poemas muy notables son Nocturno de mayo, o Cian, Al borde de sus ojos, Esta luz, con una musicalidad extraordinaria.

      “Por un beso de Alicia, un ramo de luceros,
      un arco-iris desteñido y una baraja antigua
      en la que falta un naipe.
      Por un beso de Alicia, un brillo pasajero
      de la mirada abstracta de su amor imposible,
      aquel que no se para a buscar en las nubes
      las tardes de diciembre, a quien ella persigue
      de manera inconsciente en los labios insomnes
      de personas sin rostro, desenterradas del Espejo” (Alicia enamorada)

La muerte en la adolescencia (La Bella Durmiente) y los sueños de Alicia, la madurez y el desengaño, la búsqueda de la identidad son los temas principales de estos despertares que Marina Casado comparte con nosotros. Ahora esperamos con impaciencia que comparta también su nuevo poemario.


2 comentarios:

  1. Inteligente crítica. El editor se siente feliz de comprobar que los buenos lectores valoran la obra de los buenos escritores (que para ponerlos en contacto se creó nuestro oficio).

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  2. Muchisimas gracias, es importante realizar bien el oficio de editores, así los lectores y los autores también estamos felices.

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