miércoles, 9 de noviembre de 2016

Reseña de Tulia Guisado: 37'6. Legados. Colección Netwriters Poesía. 2015




Lo que tengo entre las manos es un libro que duele. Y no sólo por tener en cuenta el dolor que le dio origen, sino porque sus versos se atreven a consignar a través de palabras el sufrimiento y la rabia ante el dolor. No se rebela Tulia Guisado contra Dios, no contra la vida, ni la enfermedad. Sus dardos apuntan a quienes con su indiferencia y asepsia lo multiplican.
            El punto de partida, como indica el propio título, es la temperatura del cuerpo humano, a partir de ahí, la fiebre, la enfermedad y la muerte. El lugar de referencia es el Hospital, donde se curva el espacio y el tiempo y se desdibuja la realidad exterior y los tiempos normales. La excepcionalidad que rasga la vida. El topos del hospital se completa con los alrededores y el resto la ciudad que continúa existiendo aunque la vida personal sólo gire alrededor de las habitaciones y los pasillos de ese edificio aséptico.
            Habría que entender 37'6 como un único poema en el que se desgajan como epígrafes los distintos focos donde apunta, por eso se repiten los títulos, por eso se lee como una oración. Por eso también se repiten versos, “No hay palabras. / Esto no son palabras”. Su admiración confesa a José Hierro no es obstáculo para que encuentre otras fuentes expresivas, quizás más lejanas como Lorca o Juan Carlos Mestre. La escritura es clara y las abundantes metáforas son expresivas en un contexto, no simplemente como el recurso al surrealismo para expresar la locura del sufrimiento (como Luna Miguel en Los estómagos), ni mucho menos para dar una falsa pátina de poesía a la narración de un dolor. Son metáforas muy cognitivas, que ayudan a entender, como en muchos poemas de Alejandra Pizarnik. Quizás no quede otra forma para expresar el dolor.  Destacan las metáforas de la caza, porque, ante el dolor, todos somos la presa, a la que, por ley, no deberían poder cazar (La hembras de las especies).
            La poesía de Tulia Guisado parte de una subjetividad radical, no ya para su personalidad poética, sino en todo su ser. La experiencia, la razón y el sentimiento hunden su base en la esencia de la persona. La persona que sufre, que está acompañada o se siente ignorada en su dolor. “-Nunca creíste que fuera tuyo / un dolor tan antiguo, tan usado, / dicen, tan poco original” (p. 19). El papel de madre otorga mayor lucidez a este dolor a la vez físico e intensamente emocional. “Trabajo cada día y sudo por la lengua. / No quiero justificar la ganancia / sin la pérdida “(Final). La relación con el dolor es de un extraño que acaba por rellenar todos los rincones: “Yo no he inventado este dolor” (p. 29). La febril y terrible intensidad de los poemas no quita claridad a su escritura: “Como si la culpa fuera un pájaro y yo, despejada de todo, / tuviera una jaula y esperanza para alimentarlo” (37)
            37'6 es, sin duda, un libro muy arriesgado. Emocionalmente, por supuesto, pero líricamente requiere una especial habilidad para depurar los versos, para componer, no una elegía, sino una emocionante reflexión sobre el dolor. Un dolor que, personalmente me ha dejado desbordado en los que quizás sean los versos más duros de todo el poemario:
“Te conozco, dolor,
como la palma de la mano
con la que toqué
a mi hijo muerto
la cabeza
(En este verso, sólo el dolor es una metáfora)” (Las mujeres sabias)

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