miércoles, 6 de marzo de 2024

Reseña de David Fueyo: ‘Criptoinvierno’. BajAmar. 2023

 CRIPTOINVIERNO : FUEYO, DAVID: Amazon.es: Libros


Primer poemario del poeta, columnista y Dj David Fueyo, que se adentra en un universo particular donde la lírica se conjuga con el lenguaje científico y aprovecha las posibilidades evocadoras de ambas. La primera parte, con el título de Morning Glory, funciona como presentación, y está abierta a abordar diversos temas que tienen como nexo de unión el paso del tiempo, lo fugaz y la memoria: “Quise escribir poemas que siempre recordase. / Impermeables a la lluvia y al tiempo” (Impermeables); “La madurez es una ventana ilusa / un fondo privado de pensiones, / un viaje en autobús que da un rodeo demasiado largo” (Ocaso); “Te esperaré en la frontera del país de la escarcha” (Relojes confundidos). Igual que encontramos cierto compromiso en Un mundo nuevo, Manos, Femenino plural o  Poema del fin del mundo: “El mundo se termina / y no as alcanzaremos ya para sublevarnos/ ¡qué pereza!”; suceden poemas sobre el hecho mismo de escribir: “Por un puñado de versos, / que deje de expandirme el universo”; “Un poema sin metáforas, / una canción antigua / y otros tres o cuatro golpes de tequila / son suficientes / para llenar de gloria / esta vida tan vacía y desgastada” (Morning glory).

Los poemas de David Fueyo están trufados de momentos de lirismo contemporáneo (“En vez de ángeles, moles de cemento”, Brutalismo), que conecta de manera muy especial lo tradicional y lo contemporáneo: “Hoy, DJ, ponme una canción triste, / ya no es momento de bailar. / Mi amor se fue, sé que no volverá” (Canción triste). Los astros huidizos es la segunda parte en la que se contrapone el lenguaje científico, de tecnología actual frente a expresiones más clásicas: “Un verso suelto es el poema del delirio, / una ecuación que el ser resuelta falla” (Relatividad espacial); “¿Qué nos sucedió, niña de espejos?” (Conservación del momento lineal); “Encontré mi corazón en tu nevera” (Atómico orbital).

Versos sobre la derrota (“Esta vez, parece ser, / que la belleza no podrá salvar al mundo”, La belleza salvará al mundo; “Por supuesto que es una huida hacia adelante /…/ Tan solo era literatura, / solo que no supimos explicarlo”, Fluctuación cuántica) conviven con los del ímpetu y la esperanza: “abrázame y dime /…/ cuándo volverá a la punta de mi lápiz / la palabra «mañana»”; Razón y fe; “Acabar con el pasado, / ser por fin, un hombre nuevo”, Décima dimensión). No nos sorprende temas del más ortodoxo romanticismo:  “¡Miradme, yo sentí el fuego del volcán muy dentro, / yo escupí un poema todo el vocabulario, / yo prometí rebelarme contra el mar y contra el destino cruento” (Tiempo relativo); “y la casualidad fue un descuido divino” (Ley del movimiento); “porque como nosotros, los astros, esta vez, / también han querido ser esquivos” (Los astros huidizos).

Epinicios, tercera sección del poemario, acoge momentos más íntimos, más doloridos: “El dolor es fantasía y penitencia. / Venid a mí, dioses, ¡contagiadme de vuestra fuerza!” (Epinicio). Una poesía intimista que abre el corazón desgarrado: “Soy la mitad de lo que podría ser” (Notas de voz que nunca serán abiertas); “El rumor de ser mortal es lejano” (Olímpica). Viviendo fuera de las tierras de los hombres, un alma que escribe desde las entrañas: “Borracho de letras y sin delicadeza / escribo como arena caliente para el sediento / como el comercial a puerta fría a la hora de la siesta / como unas vacaciones tierra adentro /…/ Pero me quedé sin paria de letras,  / planté mi bandera al final / de un verso suelto” (Los restos del poeta).

En cambio, Teras de frío, se inclina hacia la modernidad y el vocabulario no convencionalmente lírico: “Emperadores de la nada, amor de aros y una, / amistad en el universo gominola” (202); “Creímos ser Gordon Geeko frente a la pantalla del televisor” (Blockchain); “Aprendimos a amar en silencio / madrugadas contigo en un chat” (Blackbone). Como confiesa en Claredom: “Soy el poeta del lenguaje educativo técnico”.

Dentro de este universo rabiosamente presente hay una crítica hacia los Hijos de la creatina y de Instagram  y la Posmodernidad: “Nunca fuimos más felices / que en esta noche discretamente magnética; / invitada a cenar sobre las ruinas / de tan ínfima porción / de aquello a lo que antes llamaban vida”. La socióloga Eva Illouz acuñó el término de intimidades congeladas para describir este estado de ánimo que constatan estos versos: “No abrazan / a cambio de no escribir nuestros deseos /…/ Es tan solo unos minutos / ya nadie nos recordará” (Ghosting). Es el “Nihilismo en las aristas de nuestro tiempo, / matiz que lucha contra la nostalgia” (Alma gris).

David Fueyo es escéptico ante estos nuevos paraísos: “Seremos estrofas descontextualizadas, / bailaremos bachata haciendo tatuajes nuevos / y meditaremos ante la pantalla del móvil” (Criptoinvierno). Desconfía de la naturalización de la tecnología: “La guerra era una partida del Call of Duty /…/ La guerra sucedía mientras que, para no ver la guerra / decíamos que la guerra era todo lo demás” (Modern Warfare); “Cuando el hype se desvanezca / permanecerán estos bancos, el parque, el sol en retirada, / el tiempo perdido, alguna foto antigua de Facebook” (Hype). Sin embargo, no reivindica una nostalgia hacia un pasado mítico, su poesía y su visión está radicalmente arraigada en este presente, con sus dispositivos y su lenguaje, una rebeldía asumida sin añoranzas: “Ahora soy hambre de miel requemada y sexo. / Ahora soy un dato corrupto en el disco duro de tu suspiro /…/ Allá en el piso de arriba / donde nunca nadie llega. // Donde siempre, siempre, hace frío” (Teras de frío).

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