Saray Blanco es autora de novelas breves (La imagen, Editorial Cuadranta, 2021), relatos (El susurro de las salamandras, Editorial Estratega, 2015) y poemas (Admirada Palestina, Editorial CantArabia y Yabalia ediciones, 2024). Comenzó la licenciatura en Filología Hispánica y descubrió la literatura iraní por azar, y a través de ella, también la poesía de otros países de Oriente Próximo. Ha colaborado recientemente con la revista Idearabia, publicación sobre el mundo árabe e islámico actual. Para esta novela cuenta con el excelente prólogo de Miren Agur Maebe, Premio Nacional de Poesía en 2021.
En Del viento Saray Blanco se propone una biografía novelada de Mahshid, un trasunto de la poeta y cineasta iraní Forugh Farrojzad. Este planteamiento le permite acercarse a la figura de la creadora con mayor libertad. Aprovecha la primera persona para ofrecer un relato introspectivo, íntimo, muy poético en el que los acontecimientos vitales e históricos suceden casi en un segundo plano. Los capítulos, cortos, tienen, a veces, un poema de la propia Forugh Farrojzad como ilustración al largo monólogo interior poético. Podríamos decir que se trata de poemas en prosa por el lirismo y la intensidad emocional que Saray Blanco consigue. El hilo argumental es paralelo a los sucesos reales. Forugh Farrojzad (1934–1967) es una de las figuras más emblemáticas y transgresoras de la literatura iraní contemporánea, mujer que desafió las normas impuestas por una sociedad profundamente patriarcal, su vida y su obra se entrelazan como una búsqueda constante de libertad, autenticidad y deseo. Ese es quizás el valor radicalmente contemporáneo que leemos en la novela. Como se entrelaza el lenguaje lírico de la narración con los poemas intercalados.
“En mis pinturas las aves permanecen quietas, domesticadas. Pero en los poemas escritos los pájaros mueven sus alas en el cielo que ansían, como un acto de libertad, o quizás tan solo como una concesión estética, en un lugar al fin para ser, sin ser del todo.
Y es así, incompleta… como un verso que no acaba jamás… Así contemplo mi vida, y el vuelo de los pájaros, en realidad, no tiene nada que ver con ello.”
Se sitúa en el Irán de mediados del siglo XX marcado por la modernización superficial del régimen del Sha, que más que modernización fue una occidentalización forzada fruto de los intentos de británicos de repartirse el territorio ante la amenaza de los rusos en el norte. También está marcada la vida por las restricciones morales del islam tradicional, la voz de Forugh, y, como ella, la protagonista, se alzó como un canto doloroso y luminoso a la individualidad femenina.
El contexto político y cultural del Irán de los años 1950 y 1960 ayuda a comprender la radicalidad de su voz. Tras el golpe de Estado de 1953 que derrocó al primer ministro nacionalista Mohammad Mosaddeq, británicos y, sobre todo, norteamericanos impusieron al Sha Mohammad Reza Pahlavi, quien instauró un régimen autoritario que promovía una modernización occidentalizada sin modificar las estructuras patriarcales de fondo. Las mujeres comenzaban a acceder a la educación y al trabajo, pero las expectativas sociales seguían ancladas en la obediencia y el recato.
“Durante el amanecer una luz rosada, cruel, se abate sobre la ciudad, y esa ciudad sigue creciendo, cambiando en aras del progreso, y sin embargo mi mirada se detiene entonces… Me pregunto si persiguen mis ojos un deambular casi místico, y mi desesperación da paso a una resignación que quizá perteneció siempre a mi pueblo”
Nacida en Teherán en una familia de clase media-alta y educación militar, Forugh creció en un entorno rígido, donde la obediencia y la modestia eran virtudes impuestas a las mujeres. Todo eso está representado de manera precisa y clara en las páginas de la novela en el personaje de Mahshid. Desde muy joven mostró un espíritu rebelde, inclinándose por el arte y la escritura en lugar del rol doméstico que su sociedad esperaba de ella. Se casó a los dieciséis años en contra de la opinión paterna.
“Soy yo quien lo ha elegido. No han sido mis padres, y ni siquiera él mismo. Él se deja llevar. Mis padres nunca permitirían… ¿Pero qué clase de habilidad para escoger es esa, si debo mantenerla en secreto?”
El matrimonio no supuso otra cosa que cambiar la vigilancia obsesiva del padre por la del marido. Mahshid tiene una aventura que desembocará en divorcio, decisión escandalosa en la época y por la que pierde la custodia de su hijo y se convirtió en objeto de desprecio público. Esa experiencia de pérdida y exclusión alimentó la fuerza visceral de su poesía.
“Dicen de mí que soy una puta, dicen que no respeto a Dios. Y yo intento comprender si de verdad lo que ocurrió junto al río merece tanta furia, y no lo logro, no… Porque aquella noche fue apacible a pesar de todo, a pesar de la oscuridad que era porosa, que perdía consistencia como una nube… y dejaba traslucir entonces nuestra unión. Éramos dos amantes sobre la hierba, y era el sonido del río el que apagaba nuestras voces, protegiéndonos y, al mismo tiempo, no dejando que nos conociéramos del todo el uno al otro”
Su primer libro escandalizó a la crítica iraní por su tono abiertamente erótico y confesional. Mashid/Forugh rompía con la tradición poética masculina que había dominado durante siglos, apropiándose del lenguaje del deseo desde una perspectiva femenina. La franqueza con que expresaba la pasión y la soledad de la mujer moderna convirtió su voz en un símbolo de transgresión, pero también en un blanco de condenas morales. A lo largo de su corta carrera, la evolución de la protagonista será notable. Los temas incluyen una angustia íntima que pasa a ser más filosófica y universal, más combativa y social. En la novela se intuyen esos temas sobre la muerte, la identidad y la posibilidad de renacer a través del arte.
“Ocurre así… Las críticas voraces del principio, reinventadas, dan también paso a la curiosidad. Sostengo en mí ese pensamiento… Los pioneros deben ser humildes. Y deben serlo los escritores, los poetas, puesto que ellos mostrarán ideas en la vanguardia de la vida, del modo de vivir. Y yo quiero defender, sí, cierto modo de vida errante, una forma de habitar cada etapa de la propia existencia, una forma giróvaga de sentir, de experimentar.”
Saray Blanco hace un homenaje a una artista que ha trascendido el dolor personal para explorar el sentido mismo de la existencia en una sociedad alienada. Esta novela combina la narración casi notarial de los acontecimientos con el simbolismo propio de la poeta y de la voluntad de la narradora que es capaz de componer un lenguaje para describir los estados del alma de la protagonista, sus dudas, sus certezas, sus ansias con un delicado sentido de la intimidad. Uno de los símbolos más poderosos, es sin duda, el viento que titula la novela.
“Es como si el viento tuviera algo que decirme. Y yo deseo más que nunca escuchar, olvidar por un momento mis propios poemas, y ser solo alguien que oye un sonido, como un acorde, o un grito misterioso, dulce”
Además de su poesía, Mahshid/Forugh prueba a expresarse a través del cine documental ciertamente poético. La película anticipa muchas de las preocupaciones éticas y estéticas del posterior cine iraní de autor, y demuestra que su sensibilidad artística trascendía los límites del verso.
El resto de personajes, especialmente masculinos, como el padre, su primer marido, Eshan; su hijo, Dilshad o su amante, Ahmad, no llevan el peso de la acción, al contrario, son arrastrados por la voluntad de vivir de la protagonista. Ellos carecen de la valentía de desafiar las normas y convenciones, se ocultan en una tradición que les favorece.
No haremos más exploración en la vida de la poeta para no ir desvelando la trama. Solo recordar que en el Irán posterior a la Revolución Islámica de 1979, sus poemas fueron censurados durante años, pero siguieron circulando de manera clandestina. Hoy, su figura representa una forma de resistencia: la del arte como espacio de libertad frente a la opresión. Su poesía, íntima y universal, continúa resonando en las voces de las mujeres iraníes que reclaman su derecho a vivir y a crear sin miedo. Forugh Farrojzad no solo transformó la poesía persa moderna, transformó también la manera en que una sociedad podía imaginar la voz de una mujer.
“Después, inclinada sobre mis cuadernos, continúo escribiendo. Ansío dejar un testimonio fiel de mi vida. Algo de mí que no se deje mecer completamente por las ruinas. ¿Para quién? No lo sé… Creo que a veces lo hago por temor a la muerte, pero me enfrento así a ella y también la admiro, porque es al fin y al cabo un acto honroso de la vida. Mientras espero ese acto y al mismo tiempo lo desafío, hay en mí una firme voluntad de entrega”
Del viento es la oportunidad de acercarse a una figura fascinante de la literatura, no solo del Medio Oriente, sino de una estirpe de escritoras que iniciaron los surcos para un arte íntimo y reivindicativo, en primer lugar de su propia individualidad. Y lo haremos de la mano de una escritora solvente, llena de lirismo y de penetración psicológica. Esperamos las siguientes incursiones de Saray Blanco tanto en prosa como en verso.
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