lunes, 7 de marzo de 2016

El prestigio de un beso



Da la impresión de que la imagen de las relaciones entre hombres y mujeres, no sólo de hombres con mujeres, está completamente sexualizada. Supuestamente debemos crear una imagen de nosotros mismos, como si tuviéramos que vendernos. Si no lo hacemos seremos incapaces de relacionarnos e incluso de estar satisfechos de cada uno. Pues bien, esta imagen tiende a tomar una deriva sexualizada.Una imagen atractiva, de delgadez, de juventud, de decisión y seguridad. El triunfo en el mundo laboral está relacionado con ese modelo de seductor, y por supuesto, en las relaciones amorosas el sexo está explicitado como herramienta para el acercamiento entre personas.

En las relaciones amorosas el campo sexual no sólo está independizado, sino que ocupa un lugar predominante. Ser más atractivo es, casi por definición, ser sexualmente atractivo, tener la belleza necesaria para seducir. Desde el punto de vista biológico podrían presentarse otras características como deseables en una pareja, como la fidelidad, la capacidad de criar o de mantener una familia. Quizás el declive de la pareja estable como modelo deseable esté detrás de esta peroponderancia de la belleza física sexual como objetivo del deseo.

Los comentaristas más conservadores hablarán un deseo descontrolado, de una sexualidad libertina, de falta de valores. En realidad, estamos asistiendo a un consenso en valores acerca de lo que debe ser una persona feliz. La felicidad era un objetivo político hace no tanto tiempo. La constitución americana sacraliza el derecho a la búsqueda de la felicidad, incluso la constitución de 1812 establecía como objetivo de toda sociedad la felicidad de sus miembros. En el siglo XXI es algo personal, que atañe sólo de piel para dentro. Más aún, nuestra felicidad descansa en el logro de una serie de objetivos ente los que se encuentra la búsqueda de una pareja. Se siente lástima de todos esos “triunfadores” en el mundo laboral que duermen solos, que no tienen citas, que cenan sin compañía en San Valentín. Nuestra felicidad depende de encontrar una media naranja.

De ahí la necesidad de invertir en nuestro capital personal, comprando acciones de belleza física, no de serenidad y calma, sino de una sexualidad activa. A través de la imagen, transmitir la promesa de proezas sexuales dignas de actores porno.

Se sexualiza todo lo que se ofrece, los productos, los presentadores, los niños… Todo tiene ese tufillo de perversión que prohíbe para hacer más deseable. El sexo lo inunda todo, desde los yogures a los automóviles. No en el sentido de comunas hippies sino de una manera ordenada, de monogamias sucesivas, pero tremendamente efectivas para marcar las aspiraciones personales. La vida adulta, la juventud y la adolescencia están orientadas a buscar una pareja, a gustar, al sexo. Y, si hemos de creer en las series de los canales dedicados a los más pequeños, también la infancia. Todo es sexo.

Sin embargo, en estos tiempos inciertos no hay nada más rotundo que un beso. Más allá del tópico. La broma sin gusto de Pretty Woman, que no funcionaría si no estuviera marcado en nuestra educación sentimental el carácter canonizado del beso. Con un beso de amor se despiertan princesas, con un beso se despiden los amantes, con un beso comienza el amor en las películas, no se puede resumir mejor ni quedar más claro. Ni siquiera en las cintas antiguas, cuando el código Hays no permitía ni ombligos ni labios entrelazados. La pasión se podía encarnar en el beso de James Stewart y Donna Reed en “¡Qué bello es vivir!”

Los censores no cejaron en su empeño de cortar efusiones, cercenar de lúbricas miradas, obviar caricias salvajes. Los besos eran su blanco preferido, como si el demonio se escondiera entre los labios. La escena final de “Cinema Paradiso” devolvía al pueblo todos los besos robados por la inepta censura.

Los besos son más que el recuerdo del alimento infantil, los besos son las puertas del alma. El beso simboliza la prueba forense del amor, la analítica compleja de las relaciones verdaderas. El beso enciende la pasión, busca la carne, la entrega y la perdición. El certificado, la visa, el permiso de apertura de la sensualidad y sexualidad.

Los besos suenan como corazones flotando, son labios pintados de rojo intenso, la forma más icónica del amor romántico. No pasa de moda. A los besos se le han dedicado infinidad de obras de arte, coplas infumables y canciones hermosas. Hay besos castos, besos de madre y besos como saludos, todos besos inertes, sin vida, casi automáticos, reflejos quizás de unas convenciones o de una ternura inocente. Hay besos políticos y besos de traición, hay besos de la muerte en la mafia. Los besos que no son símbolos del amor verdadero no son besos. Son morreos, son piquitos, es enrollarse. El beso es algo sagrado.

Preludio indispensable para el sueño, todavía sigue teniendo el aura de misterio, de comunión mística, de símbolo eterno del amor que asume como propia la carnalidad del sentimiento. Podremos ver pornografía en horario matutino, podrán los vestidos acortarse y la piel desnudarse sin excusa ni motivo, y siempre quedará el beso como el lacre que sella el amor verdadero.



Love, risin' from the mists                                                     Amor, alzándose sobre la niebla,
Promise me this and only this                                                Prométeme esto y sólo esto
Holy breath touchin' me                                                         El aliento sagrado rozándome
Like a wind song                                                                    Como la canción del viento,
Sweet communion of a kiss                                                    Dulce comunión de un beso

Sun, siftin' thru the grey                                                        Sol, tamizado por lo gris,
Enter in, reach me with a ray                                                entra, alcánzame con un rayo
Silently swoopin' down                                                          silenciosamente bajando en picado
Just to show me                                                                    sólo para mostrarme
How to give my heart away                                                  como llevarse mi corazón

And once a crystal choir                                                      Y una vez un coro de cristal
Appeared while I was sleepin' and called my name                apareció mientras dormía, y dijo mi nombre
And when they came down nearer                                        y cuando bajaron cerca
Sayin', "Dyin' is done"                                                          diciendo, la agonía ha acabado,
Then a new song was sung                                                    entonces, se cantó una nueva canción
Until somewhere we breathed as one                                    hasta que en algún sitio respiramos como uno.

Stars, burstin' in the sky                                                       Estrellas, quemándose en el cielo,
Hear the sad nova's dyin' cry                                               escuchad el llanto triste de la nova
Shimmerin' memory                                                            de reluciente memoria
Come and hold me                                                              Ven y abrázame
While you show me how to fly                                           mientras me muestras cómo llorar

And lately sparklin' hosts                                                   Y después, brillantes anfitriones,
Come fill my dreams descendin' on fiery beams                  venid y cumplir mis sueños descendiendo en fogosos rayos
I've seen 'em come clear down                                            que he visto descender claros

Where our poor bodies lay                                                 Donde nuestros pobres cuerpos descansan
Soothe us gently and say                                                    tranquilizános  suavemente y decid
"Gonna wipe all your tears away"                                       Vamos a secar todas tus lágrimas

Judee Sill, The kiss, 1973

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