miércoles, 5 de noviembre de 2014

Reseña de Fondo de Armario, de Rosario Troncoso



Rosario Troncoso nos regala Fondo de Armario, un volumen de poesía y algo más. No creo que sea necesario presentar a Rosario sino envidiar su capacidad polifacética para llevar a buen puerto su labor profesional como docente, editora, periodista, blogger, catalizadora cultural, su compromiso social… De esa multiforme personalidad da cuenta este poemario.

El propio título nos da pie a pensar en las múltiples aristas que la autora quiere mostrarnos. Además de ser una imagen recurrente en varios poemas (Dos de enero, Flores de vapor, Domesticada), la metáfora del fondo de armario juega precisamente con lo cambiante y con la profundidad de una persona que se mantiene a través de todas ellas: “Pensamos que crecemos. / Pero no es cierto. / Envejece la cáscara” (Cáscara)

En volumen nos encontramos los temas universales de la poesía y del ser humano, la soledad, el amor y el desamor, el deseo y la rabia, la nostalgia del pasado y del futuro (Chupetes), la ternura. Desentrañar los misterios vitales que se pueden encontrar tras sus versos carece de sentido, y no sólo porque sospechemos, con Pessoa, que el poeta puede ser un fingidor, sino porque los versos de Rosario Troncoso traspasan la anécdota que pudo hacerlos brotar para traernos las emociones que nos resuenan a cualquier lector que se acerque a sus versos.

Temas universales, sí, pero presentados a través de la cotidianeidad, objetos y lugares, desde la India a Madrid, pero sobre todo la Bahía y la casa propia, el ámbito de lo doméstico. Son todas aquellas cosas que no deben faltar en el armario de cualquiera, como un traje negro, o unos vaqueros, una tristeza, una nostalgia de verano y una de entretiempo; y
dos o tres ilusiones.

El armario que se encuentra en nuestra alcoba, y los objetos cotidianos pueblan sus poemas: fotografías, flores, chupetes, maletas y perchas (Flores de vapor), el cepillo de dientes (Fantasmas), chanclas, monedas (Cambio de tiempo)… Luis García Montero en su Formas de Resistencia nos recordaba que las cosas tienen la capacidad de convertirse en un recuerdo y suponen el deseo personal de atender a la vida. De todas formas personalmente siento debilidad por cómo los objetos o los colores (Rojo, Gaussian Blur) son capaces de evocar un sentimiento, un recuerdo, un estado de ánimo.

El libro se divide en tres partes, Otoño-invierno, Primavera-verano y Prêt à porter, donde se recogen algunos textos en prosa, de su blog El Ático de los Gatos y de su colaboraciones en los periódicos Cádiz Noticias y Jerezanía.com. De éstos me emocionan especialmente Tarde para ser hippie, Calvin Klein y, sobre todo Girasoles, donde reflexiona la autora sobre la escritura misma.

El manejo de la primera persona (Gaussian Blur), la segunda (certera Maquillaje), la tercera (Cenicienta) o el infinitivo (Fantasmas) demuestra una maestría en el uso de un lenguaje que interpela, reconoce y aconseja. Gran habilidad en el cambio de tono y de ritmo, en las sugerentes imágenes, en la elección de temas, en la vida que hay detrás de cada verso.

Si tuviera que elegir poemas creo que acabaría citando todos, la nostalgia y la ternura de Dos de enero e Ingredientes del verano o también Silvia y yo; el desamor Ignorar todo de las flores y el dolor de Fantasmas, el deseo en Venganza y sobre todo la lucidez de Domesticada. Bacanal me parece una pequeña gran joya. Y así hasta el final.

Fondo de Armario nos participa de una mirada a lo cotidiano, a esos objetos y sensaciones que nos acompañan, al milagro de cada mañana cuando abrimos las puertas del armario y comenzamos la vida de nuevo. Una gran colección de poemas que con un lenguaje bello, preciso y cercano nos conmueven, nos enriquecen y nos hacen más sabios a cada lectura.


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