lunes, 4 de julio de 2016

Comunistas todos



Igual me equivoco, pero me da la impresión de que tenemos la tendencia de ver más poderoso al enemigo. No como hacía el gran Julio Cesar, que alababa los ejércitos de Pompeyo para hacer más valiosa su victoria. Vemos un enemigo poderoso que se infiltra en todas partes. Esa fue la histeria de la doctrina Truman y su correspondiente reflejo en Jdanov. Ambos percibieron al bloque enemigo como mucho más poderoso y capaz de cualquier tipo de argucia, con infiltrados entre sus servicios de inteligencia, con armas más destructoras y una capacidad de acción prácticamente imparable. Lo curioso es que, cuando somos conscientes de los miedos del contrario, vemos ridículas sus cuitas.
Es lo que les pasa a los furiosos antipodemitas, que los ven infiltrados en todas las televisiones, detrás de todos los informes, apoyados por legiones de secretos activistas. Pienso, por ejemplo, en Hermann Tersch, que acusa de podemita a los noticiarios de TVE, cuando comprobamos en las redes sociales que los trabajadores del ente público expresan su protesta por la excesiva manipulación en los contenidos de los informativos, que tienden a magnificar unos escándalos y a silenciar otros. Y siempre en beneficio del Partido Popular.
Imagino que los seguidores de otros partidos también tendrán esta misma sensación pero con distintos protagonistas. Quizás sólo sea un sesgo, miedoso pero evolutivo, que tenemos los humanos para estar al tanto de los peligros.
Me lo tengo prometido, pero a veces caigo en la tentación y me detengo en las llamadas tertulias políticas. Este fin de semana caí con mala suerte cuando estaban hablando de un informe de Unicef sobre la pobreza infantil en España. Me pilló la intervención de Francisco Marhuenda que, según leo en Wikipedia, es doctor en derecho y licenciado en periodismo, director del periódico La Razón y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Ha trabajado en El Noticiero Universal, en ABC y en Economist & Jurist. Colabora con Onda Cero, Cope, La 1, Antena 3, 13TV, La sexta, Telemadrid y muchos otros. Estuvo en el gobierno de José María Aznar como director del gabinete de varios ministerios. Con semejante currículum debería ser una persona competente e informada. Sin embargo, con un gesto de desdén y desidia, declaró que le cansaba hablar tanto de pobreza infantil en España. Luego pasó al ataque. Es que Unicef está llena de comunistas, y Cáritas, también.
La acusación se las trae. Es como preguntar cuándo dejaste de pegar a tu mujer. Cualquier respuesta que se dé parece un indicio de culpabilidad. El “argumento” pretende, en primer lugar, que el debate se centre en cuestiones accesorias. La discusión comienza con la barbaridad de que dichos organismos estén llenos y dirigidos por comunistas. Algo totalmente fuera de toda lógica. Marhuenda no aporta ningún dato, sólo su suficiencia.
Pero lo que oculta este devenir es la asunción de que los comunistas no son gente honrada. Se da por supuesto, y los contrincantes en la tertulia no ponen en duda, que los que tienen esa ideología van a manipular la información. No por falta de conocimientos, sino por un interés espurio, ilegítimo. Cualquier comunista es sospechoso, prácticamente culpable de cualquier acusación. En especial de manipulación informativa.
Ya no se trata de ver comunistas por todas partes, ni que dejes de compartir una manera de ver el mundo y sus problemas, se trata de que son mala gente. Decir comunista es, directamente, una descalificación. (Pero, claro, no es lo mismo que insultar a los votantes del PP.)
Y uno se pregunta, ¿por qué mienten los comunistas? ¿Cuál es el interés que tienen en poner sobre la mesa la desigualdad en España y el aumento de la pobreza infantil? No se sabe. Suponemos que odian España y todo lo que representa. Pero una cosa es el internacionalismo del movimiento obrero tradicional y otra muy distinta repetir machaconamente el eslogan franquista de la conjura judeomasónica comunista que trata de arruinar España.
Lo estamos viendo venir. Ser comunista va a terminar por estar prohibido.
O peor, daba la sensación de que los comunistas de Unicef y Cáritas aumentan exageradamente las cifras de miseria para amargarle la cena a Francisco Marhuenda, cansado de tanto triste que no ve cómo España está cada vez mejor económicamente, socialmente y globalmente, excepto en el fútbol.
Todos estos personajes y tantos otros ciudadanos anónimos viven amenazados por los peligros de los inmigrantes, entre los que se camuflan infinidad de terroristas; por los peligros de homosexuales y su lobby rosa que se infiltra en todos los organismos del Estado amenazando la familia tradicional; por las feministas, que no tienen ni sentido del humor y siempre están ensuciando los cuentos de Disney; por los buenrollistas que vacían de sentido las instituciones y van a destrozar el mundo con su todo vale. Lo dicho, es un miedo constante a que los contrarios tengan tantísimo poder y lo ejerzan de esa manera tan arbitraria.
Pero también puede ser que se trate simplemente de una forma de ataque, una calumnia destinada a denigrar a los contrarios. No lo creo porque estamos hablando de periodistas de gran trayectoria profesional dentro y fuera de los medios privados. Algunos han ocupado altos cargos en la administración. No cabe por la cabeza pensar que se dediquen a malmeter y mentir a sabiendas.

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