miércoles, 28 de marzo de 2018

Reseña de Sandra Sánchez: “Una manzana en la nevera”. Piediciones. 2017



Esta licenciada en derecho ha colaborado en diversas revistas literarias, ha quedado finalista de diversos certámenes y ha sido incluida en varias obras colectivas. Este es su primer libro de poemas y está prologado por Pablo Marmierca, quien, lejos del alago de compromiso, avanza algunas de las líneas formales y temáticas del poemario. La manzana en la nevera es la del paraíso, aguardando el momento de hacer de Eva. Un elogio de la tentación. En estas páginas se propone una voluntad de interrogar la identidad propia, la felicidad como meta, la poesía como forma de (auto)conocimiento. Desde el comienzo, desde las citas iniciales, “He comprado un corazón / y lo he armado con paciencia. / Me lo quedo, venía roto.” (IKEA). Aunque los poemas están dispuestos en una continuidad sí que parecen agrupados por temas: la identidad, el amor y el seco, el final del amor, el dolor y el recuerdo, la muerte…
“No tengo maleta ni planes de futuro” nos confiesa en Sobre la marcha. “Cuánto ha de quedar aún en mí / del tiempo que no vuelve” (Cuánto) es un cuestionamiento de un ‘yo’ cambiante, que sufre el paso del tiempo, del que es consciente apreciando cómo muda lo natural.
                La poética que enarbola Sandra Sánchez planea alrededor de la reflexión sobre la utilidad personal y epistémica de una actividad imprescindible por sí misma:
“Escribo versos malos, ni siquiera
tienen arte ni métrica correcta.
Luego pienso que son míos y es cuando los quiero,
como quieren las madres a sus hijos
aunque les salgan feos” (Patitos feos)
                La vida es una aventura, pero a la manera de un videojuego “en el que sólo hay una vida” (Gameover). Ambos mundos, el de la escritura y el de la vida se confunden (Aprendiz) gracias a emborracharse cada noche con poemas: “No hay remedio, / ya soy sólo / un remedo de mí mismo” (Delirium Tremens).
                Otro de los bloques temáticos es el amor romántico: “Eres Otoño / yo sólo un ahoja / que cae al viento” (), “Regálame un ‘quizás’” (Seis letras), con referencias a Neruda o Benedetti (Taumaturgia). Sin olvidar una cuidada sensualidad y constantes referencias a los sentidos (tacto, sabor, la vista…):
“En un rincón oscuro
de aquel bar de mala muerte
te comí la boca:
tu lengua poco hecha;
tus labios al punto” (Antro-pofagia)
                Y un toque canalla del estilo bukowskiano, con metáforas de borracheras y comidas para el amor.
“Permanece así –pura e inacabada-
para que yo pueda seguir
tejiendo, cual Penélope –cada noche-
ese telar de espacios infinitos
en los pliegues de tu cuerpo” (En los pliegues de tu cuerpo)
                En el estilo de Sandra Sánchez se mezcla el romanticismo con otros poemas de aroma clásico con otros con ritmos más contemporáneos (“Futuro Perfecto: Sin ti”, en Por fin he aprendido a conjugar). Salpican los versos toques de humor y de ironía (Harmonía). Y, de vez en cuando, utiliza las rimas saltándose las convenciones estróficas (Lastre). De vez en cuando aprovecha una segunda persona sentenciosa, muy cerca de algunos poemas memorables de Felipe Benítez Reyes: “Algún día sabrás que hubo un tiempo / que fue tuyo y que fue éste” (Presagio). Entre las referencias más o menos explícitas, personalmente, me resuena el Machado de Proverbios y cantares en Ojos que no ven, y, por supuesto, cuando enmienda la plana a Gustavo Adolfo para terminar.
“De este cuerpo y de este vientre
sólo han brotado mariposas
alguna vez que otra.
Y ahora,
Únicamente resta alas rotas,
cuarteadas y resecas
por el paso de un tiempo
que pasó sin saber cómo.
Esta agrietada corteza de desvencija
en la certeza de prever
que no dará vida en esta Vida,
ni legará más muertos a la Muerte” (Alas rotas),
                Los poemas continúan el ciclo de las relaciones con las despedidas:
“Guardé tus tequieros
Como oro en paño creyendo
Que así durarían para siempre
(…)
Abrí la caja por descuido buscando
Un simple beso y me encontré
con tus tequieros oxidados” (Tus tequieros)
                Las idas y venidas al recuerdo: “Vuelvo a esos lugares ya deshabitados / de ti abigarrados en el recuerdo” (Lugares comunes). Después llega la muerte y el dolor, el sufrimiento como esencia de la vida: “Qué pena de la muerte / que nos mata para nada” (Qué pena de la muerte), “No es miedo a la vida que me muerda, es miedo a que me muerda / y yo no sangre” (Perra Vida).
                Van surgiendo poemas más detallistas, con paisajes y algo más narrativos: Microcosmos, B-SIDE me… Los poemas del recuerdo del amor acabado dejan paso a la memoria de la adolescencia, la niñez, la música que puso banda sonora a aquellos tiempos (Janis Joplin, Beatles, Jimi Hendrix). Una nostalgia que alcanza a Dios incluso. Los últimos poemas se tiñen de existencialismo, pensando más en la muerte, sin tener que adoptar un tono solemne o abstracto, continúa Sandra Sánchez instalada en lo cotidiano que tan bien maneja poéticamente:
“Hay vivos que caminan por la calle,
que no hacen otra cosa que estar muertos
sin estarlo” (Hay muertos que caminan por la calle)
                Continúa el existencialismo (Basura), aunque termina el poemario con la sensación de una redención, con el deseo de volver a ser niña y se corresponden formalmente con la vuelta a los poemas breves. Para terminar, en la onda de Se yergue la flor, me gustaría quedarme con el precioso Rosas Muertas.
“Extraña y sugestiva
la sensación que dejan
en mis manos
las rosas muertas.

El color apagado
e indefinido de sus hojas,
esa sequedad resquebrajosa
de sus bordes;
el desmembramiento
de sus pétalos arrugados
en una vejez anticipada;
la gangrena de su tallo
lleno de savia corrompida;
el olor que desprende
a un tiempo pasado y a futuro inexistente.
Esa falta de peso en la levedad de la muerte;
ese gesto agachado, rendido,
postrado y frágil.

Y sin embargo,
no deja de seducirme
y me produce admiración
esa cierta belleza aún presente,
ese último aliento
en cada espina…
Ese rojo intenso
que brota de la herida
que aún provocan” (Rosas muertas)
               


1 comentario:

  1. Muchísimas gracias por hacerte eco de mi poemario en tu blog Javier.
    Un abrazo fuerte para ti,
    Sandra.

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