viernes, 4 de septiembre de 2020

Reseña de Carmen Canet y Elías Moro (eds.): ‘Espigas en la era. Micropedia de aforistas españoles vivos’. Apeadero de aforistas. 2020


Apeadero de Aforistas: Espigas en la era. Micropedia de aforistas españoles  vivos

José Luis Trullo es el encargado de prologar esta selección de aforismos. En sus palabras, se está produciendo en España un “auténtico boom editorial” del aforismo. Espigas en la era podría ser la continuación de alguna manera de ‘Aforistas españoles vivos’ (Libros al Albur), del propio José Luis Trullo y de ‘El cántaro a la fuente. Aforistas españoles para el siglo XXI” (Apeadero de aforistas / Thémate, 2020) de Trullo y Manuel Neila, Verdad y media (La Isla de Siltolá, 2016) de León Molina amén de otras compilaciones. Espigas en la era es una recopilación de nombres a dos aforismos por autor. Luego el índice por orden alfabético, sin más datos biográficos o bibliográficos, esta es la razón del subtítulo Micropedia. El volumen es la impresión bajo demanda del epub. Con ánimo exhaustivo comprobamos que aparecen grandes nombres de la literatura que también han probado fortuna en el mundo del aforismo: Javier Almuzara, Ramón Andrés, Fernando Aramburu, Argullol, Felipe Benítez Reyes, Antonio Colinas, Carlos Marzal, Ángel Gabilondo, Fernando Savater…
En la construcción del aforismo hay procedimientos poéticos, como fónicos (“Domar los dogmas”, Rivero Taravillo; “Pensar cuesta lo impensable” (Ángel Guinda) y, a veces, los resultados son directamente líricos: “Para las mariposas de pedrería abril es un mes más” (Carmen Camacho); “El mar es un monólogo interior” (Erika Martínez); “Lo importante en la vida se escribe con la piel y no con las palabras” (Raquel Vázquez). Otros mecanismos prefieren la deconstrucción de frases hechas: “Quien más te quiere te desconoce mejor que nadie” (Miguel Ángel Arcas); “La fe mueve patrañas” (Luis Felipe Comendador). Abundan los aforismos que abundan en el conceptualismo: “Me gusta la rima de cicatriz con olvido” (Carmen Canet); “El epitafio es un pensamiento lapidario” (Eduardo Cruz); “Le temo al pasado. Ataca por la espalda” (Enrique García Máiquez).
A menudo el punto de partida es el oxímoron y la paradoja: “La paradoja es una verdad que hasta parece mentira” (Benítez Reyes); “Nos hacen muy parecidos ser tan distintos” (José Manuel Díez); “La memoria no engaña: dice la verdad con engaños” (Jordi Doce); “Sin compasión no hay cordura” (Ramón Eder); “El silencio cumple misiones tan importantes como la palabra” (Dionisia García); “La auténtica libertad está llena de deberes” (Félix Trull); “La libertad nació en una ciudad amurallada” (Ana Urkiza); “Lo que poseemos nos posee” (Fernando Savater). Y, por supuesto, no falta la ironía: “Ama la suma. No te hará sentir más, pero sí ser otro” (Aitor Francos); “Lo sencillo asusta porque no nos lo explicaron bien” (Benito Romero).
En cuanto a los temas, en la selección se incluyen algunos de tema político: “El dogmatismo, esa estatua del pensamiento” (Elías Moro); “La constitución, el refranero de la democracia” (Camilo de Ory); “Esos políticos que miran por encima del hombre” (Tirso P. Vallecillos). Entre los incluidos asoma la sombra de Oscar Wilde, incluso cuando asoma su proverbial cinismo: “La felicidad es huir del exceso de conciencia” (Miguel Ángel Gómez); “Cuando una mujer se inclina a atarse un zapato, posa involuntariamente para un cuadro de Degas” (Benítez Ariza); “No lamentes el tiempo perdido. Si te lo devolvieran, seguramente lo volverías a perder” (Javier Salvago); “Damos vueltas al recuerdo para no enfrentarnos a la vida” (Javier Sánchez Menéndez); “No se ve la insignificancia de una victoria hasta que no se ha ganado” (Andrés Trapiello); “Los buenos escritores –no hace falta repetirlo– son aquellos que saben siempre, exactamente, cuándo no deben escribir” (Roger Wolfe). También –¿cómo no?– de Chesterton: “La feria del libro es como la de las variedades, pero de papel” (Javier Bozalongo); “Han muerto los dioses, pero seguimos sin poder nombrarlos en vano” (Jacob Iglesias); “Los que no se rinden nunca llaman victoria a cualquier cosa” (León Molina); “A veces la torpeza mantiene encuentros fortuitos con la inteligencia” (José Luis Morante). Incluso de Borges. “La auditoría terrible de la conciencia” (Gabriel Insausti); “Olvidamos para sobrevivir” (Karmelo C. Iribarren); “Lo difícil de vivir es vivir dándonos cuenta” (Jesús Montiel).
El aforismo, en suma, puede condensar una sentencia, como la sabiduría sufí, que se basa en la perplejidad y la contradicción: “Al tiempo que se escapa no hay más remedio que seguirlo” (Enrique Baltanás); “Para perder la cabeza hay que empezar por tenerla” (José Luis García Martín); “El sufrimiento no nos dolería tanto si no nos doliera también a la razón” (José Mateos);  “El amor es un hachazo en toda la biografía” (Ana Pérez Cañamares); “No temo que me hiera. Temo cómo seré yo después de la herida” (Rosario Troncoso).
Espigas en la era ofrece una panorámica cabal, urgente, de una gran selección de aforistas actuales, una invitación, un menú degustación intencionadamente conciso para provocar el deseo y convocarnos a seguirles la pista a los autores incluidos, comenzando por los autores, dos excelentes cultivadores de este género que, a pesar de su brevedad, se debe degustar lentamente.

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