sábado, 5 de marzo de 2022

Reseña de Marta Pumarega Rubio: ‘Antónimo de cobijo’. Lulu. 2008


Este es el primer libro de la poeta Marta Pumarega y recoge poemas que aún siguen teniendo vigencia. Ya se aprecia una madurez poética en temas como la ausencia: “Poco quedó de aquel patrimonio / de deseo y noches en vela, / ya no nos perdemos en calles sin geografía, / ya no lee las líneas de mis manos / para ver dónde está nuestro destino” (Al final, este es el final). Se encuentran poemas en los que se sentencian  las relaciones con imágenes expresivas: “¿Sabes a qué suena amé? / Suena a golpe seco, / a otra muerte en el estrecho, / a poemas a oscuras y en voz baja, / a llanto sin contener” (En voz baja).

“Madrid en julio

tiene esa cualidad de ciudad dormida

pero sin noche,

de ducha fría,

pero sin locura,

de playa de sol

pero sin orillas” (Verano urbano)

La mayor parte de los poemas son del amor que se acaba, los versos hacen una especie de balance e inventario: “No te entiendo, / pero siempre fui sola, / fui el frío, / fui el silencio después del amor, / los ojos que buscan el paisaje tras la ventana” (Fui); “Te debo todas mis palabras, / –ya no sucede– / que este escritorio / parezca un abismo y duela” (Deudas). El final de la relación deja un poso de incertidumbre, de extrañamiento: “Por estos días extraños: / he buscado la manera / de recoger tu mirada en el diccionario, / cualquier sinónimo de duda, / deseo / y frío capaz de abarcar tus ojos” (Por estos días).

A modo de interludio, Marta Pumarega recoge unos Renuncios breves, pequeños poemas muy breves, casi aforismos: “La mejor manera de pasar página / es darle la vuelta a la hoja” (Lógica); “Era un hombre mágico, / me hablaba del mar / y yo podía tocarlo” (Últimas palabras); “Escribo solo para leer tus labios / cuando me venga en gana” (Escribo). En ellos encontramos bastantes hallazgos poéticos, relámpagos de inspiración: “Antes de la despedida / ya eras nostalgia” (Despedida).

Después, continúan los poemas que relatan el lento proceso del olvido y la ausencia: “El recuerdo no es más que una estafa /…/ Un pretexto / para cerrar los ojos y no olvidarte” (El recuerdo); “He dicho frío, / para llenarme de nieve, / para que te me fueras” (Días). A menudo, las gemas del poema se encuentran en instantes que centellean con lirismo: “Mejor apago las noticas / que ya bastante llueve fuera” (Última hora); “Aunque solo sea esta noche, / estamos a la distancia de un poema” (Poema prometido).

Un yo que lamenta y un tú que escucha, cuando ya no puede hacerlo, la historia de una relación: “Nunca / supiste apreciar en realidad / lo desnuda / que estaba yo allí, / frente a ti, / tomando un martini, / vestida de rojo” (La cita); “¿Qué por qué escribo? /Tal vez lo hago para recordarte, / para que no te extingas como la infancia” (Para engañarme); “con la desnudez que deja la palabra muerte, / con la imposibilidad de Dios” (Jorge). Aunque no solamente se habla de una relación rota, la nostalgia y el dolor se van infliltrando en cada poema: “A veces me hago poco / y, como quien se muere, / me quedo sin palabras” (Poco).

Marta Pumarega consigue en estos poemas transmitir un estado de ánimo que, aunque sombrío, llega luminoso en sus recursos: “Esto quería, / tener tus manos tan tristes sobre mi espalda” (Yo tuve pretérito (im)perfecto). Una manera de retorcer el lenguaje y las palabras, los conceptos, como se juega con los recuerdos y se transforman las intenciones: “Me falta tiempo /…/ para perderme / en un abrazo distinto cada vez / pero de un solo hombre” (Tiempo). Como conclusión, la sensación de desasosiego, de zozobra, de un paisaje inhóspito, esa es la razón del elocuente título del libro: “Antónimo de cobijo / fui yo, / fuiste tú, / es este libro” (Antónimo de cobijo).

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