domingo, 4 de diciembre de 2022

Reseña de Olira Blesa: ‘A la lumbre de un susurro’. BajAmar. 2022

A LA LUMBRE DE UN SUSURRO | OLIRA BLESA | Casa del Libro

Olira Blesa pertenece al grupo poético Los Bardos y la conocíamos de la antología grupal. También tiene obras juveniles de teatro, relatos y novela. Es doctora europea cum Laude en estudios literarios. Su compañera Marina Casado destaca en el prólogo la “Curiosa y relativa libertad formal” Ilustraciones interiores pertenecen también de la autora. El volumen se estructura en tres grandes bloques, el primero está dedicado a la familia, el segundo al mundo de la fantasía y el último se centra en la profesión docente.

Seres de luz es el título de la primera sección donde se recrean los recuerdos de la infancia: “Solo queda el instinto / para aguardar la noche” (Jardín de mi recuerdo); “Guardo en tarro de cristal / las canicas de mi madre”. Cada poema está dedicado a un miembro de la familia, los presentes y los ausentes: “Y en cada respiración / mi alma abraza tu incorpóreo recuerdo” (Acorde del cielo); “Volvimos la mirada hacia un futuro incierto, / si acaso errábamos el paso” (Sol mayor); “Adivino que escondes / tus habilidades ecuestres / y tus trofeos / entre las nubes” (Pajarillo blanco). Son poemas de gran ternura entre los que se incluye un poema narrativo (El viaje del rey pájaro): “Su oralidad hará que olvides / que fuiste humano / y ahora pájaro /…/ Despertarás con una sensación liviana, / …/ habrás olvidado más / era el secreto de la existencia, / la solución a los interrogantes de la vida, / la respuesta a la eterna felicidad, / descubrir la verdad entre el azar de fortuna / y el hado, / el libre albedrío, / la predestinación de la Madre Naturaleza”.

Entre la épica fantástica se cuelan algunos poemas distribuidos tipográficamente como caligramas. Y este es el tono para la segunda parte, Espectro en la niebla: “Atrapada en una realidad / que siempre supo que no era la suya /…/ Pero… hasta entonces… / pasará la mañana en un pupitre de madera, / escuchando palabras huecas”. La fantasía, a la manera en la que  la entiende Michel Ende, pero también con reflejos de Bowie, tanto como pueden resonar Manu Chao o Gianna Nannini. Con la libertad de utilizar los mitos clásicos (las Moiras) o el panteón egipcio (Osiris, Setu, Isis). Se tratan temas como la huida (“Fugitivas siempre de algún lugar”, Fugitivas; “Mi próximo error será conocer tu nombre. / No tiene que ser épico para el mundo, / quiero que sea un secreto entre los dos”, Próxima estación: maravilloso error; “Cuando se trata de huir, aventura de los héroes” (Espera y olvido); como el recuerdo (“Serás el recuerdo de una canción pasada, / que ya me cansé de escuchar”, Antítesis de tiempo); o los homenajes:  “Madre que mengua el miedo; / Hechicera de poder creciente; / en nueva Heroína brillante; / plena en vida: Diosa” (La cara oculta de la Luna).

Quizás se pueda advertir el modelo del terror victoriano y  el espíritu del romanticismo creativo: “Tú no sabes leer en mis ideas creativas. / Tu muerte sorda de cita y análisis / hiere la sensibilidad de mi cariño” (Espejismo de Demiurgo); “Has vivido / para que mueran otros” (La sombra de Frankenstein). En Pieza de ajedrez no dejo de recordar el poema de Borges que también inspiró a Felipe Benítez Reyes: “Si, al contrario, / mi risa es lo que te impulsa, / el rey, protegido por su reina, / responde quizás al sacrificio / por ver a su amor en jaque mate”.

Pero más allá de los homenajes o las referencias, la poesía brota de las historias sobre los grandes temas, el desafío de la vida o el deseo: “Quiero revolver nuestros cuerpos. / Quiero que en el olvido de las sábanas / y entre sus olas de hilos / se enreden los problemas / que supimos extinguir en el pasado. / Y en los bordados de nuestro lenguaje desnudo / se manifieste lo eterno de las heridas / que quisieron tatuarnos / y no pudieron (en nuestra existencia) / convertirse en cicatriz de rozadura” (Deseo humano).

Por último, en  Esencia telúrica, Olira Blesa dedica el poema a su profesión, con los distintos alumnos y compañeros: “Hace tiempo quería poner las palabras / que quedaron mudas el día que partiste. / Solo encontraba lágrimas en mi voz, / detuve mis sueños en mañanas grises” (Mata Urea). Una profesión que tiene tanto de emoción y de relaciones personales que no se pueden fingir: “Un dardo en mitad de la frente / y nuestra máscara cae en pedazos” (Mascarade);  “y preguntamos si llegaremos a nuestro destino / antes de acabe el fulgor de este verano” (En la estación del lienzo). No abandona, de todas formas, el tono de la épica: “El guerrero plateado esbozó una sonrisa. / Fue cuando el caos interno de ambos / encontró la armonía / y el mayor poder oculto tras cada lágrima / detrás de la tormenta” (Batalla). Como Robert Bly, hay un homenaje a sus maestros: “la niebla / ha ocultado las huellas / que atrás dejaron mis maestros (Solo sé que sé poco [y de lo poco que sé, no sé nada]) y otro a su compañera Marina Casado: “Asimilar la conquista de un mundo ficticio” (La conquista).

El punto de vista personal que tenía protagonismo en la primera parte vuelve a tomar la voz: “Soy nómada de la enseñanza / y en mi zurrón de verano alimento mi espíritu / con los rostros de los colegas” (La senda de la enseñanza); “Hasta que al salir al escenario de la calle / te aplauden los pasos de la gente, / descubres que el escenario fue tu cuerpo / y tu público el que habita dos veces / en tu recuerdo” (La bifurcación del camino). Y por último, la esperanza hacia el futuro “El placer de sumergirse bajo los rayos / de la luna y no tocar la tierra, / sino volver en el agua / Nadar en la oscuridad / del mar con la sonrisa jugando entre las olas” (Retando a la realidad); “No rendí mi suerte al azar, / pues soy mi propia suerte, / y mi sino, ser mi propia aventura” (Sin mirar atrás).

“Me estoy quedando sin tormentos

que inspiren mis escritos

/…/

se me ha secado la fuente de la tristeza

para escribir poesía” (Sinfín de…)

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