martes, 21 de marzo de 2023

Reseña de Pedro Sánchez Sanz: ‘Refugio en el vuelo’. Chamán Ediciones. 2019

 refugio en el vuelo-pedro sanchez sanz-9788494996917


Este sevillano afincado en Jerez de la Frontera tiene una sólida trayectoria. Refugio en el vuelo es el poemario que publicó en Chamán en 2019 y en él continúa la indagación sobre las profundidades del ser. Se embarca en, como titula la primera parte, una Construcción de un refugio: “Somos el gesto y el silencio / que afianza el aire que nos arropa, / la mano que navega en libertad / las aguas en tumulto /…/ Somos exploradores / inaugurando un mundo propio, hecho / de retazos de un yo desheredado” (Gesto y silencio). La intemperie es el hogar del ser, abierto a las inclemencias del tiempo: “Yo, solo un hombre, / me entrego a mi destino, / jugada de dados incierta” (Yo, solo un hombre); “quizá rozar una luz más amable / al final del trayecto, que es incierto” (In itinere).

Sánchez Sanz apuesta por la belleza: “Al contemplar sus luces derramadas / (El rostro, el mar, el pétalo) / supimos que la belleza era inútil, / ofrecimos la boca, / que era beso y palabra, / y ya su caricia fue ceremonia” (De cómo vencimos a la belleza). Una belleza construida de palabras: “Escribir la palabra como quien / alza la brújula, esgrime el puñal / o busca abrigo” (Manual de supervivencia); “sea quizás una palabra barroca, / redoble de tambores en las sombras, / un hogar de obligado cumplimiento /…/ El corazón reserva / rincones para todas sus cenizas” (Patrias).

Una visión de la vida como mudable, no tanto en grandes tormentas y naufragios, también en pequeños vientos que zozobran: “La vida es puro tránsito, / un vagar de domingo por la tarde / ante escaparates insulsos, / con las manos en los bolsillos” (En tránsito).

Del fuego y el agua es la segunda sección con una mirada más personal, más confesional podríamos decir, aunque los temas de los poemas puedan no ser en primera persona: “Detrás de la lluvia / se esconde la niebla, / como un animal / que olisquea el aire / ay espera que deje de sonar la tormenta” (Meteorología). Es el poeta el que está a la expectativa: “Esperar versos, olas, / alas rozas, espectros” (Compás de espera); “Mantenerse alerta con la mirada / del búho que rastrea su sustento / en plena oscuridad, / o apretar los párpados, / no contra la libertad ni la evidencia, / sino cerrar los ojos / ante el desfile, a veces amable, / indecoroso a veces, de la vida” (Ver o no ver). Pensando, eso sí, intuyendo que algo va a suceder, un presagio: “Hay una quietud que antecede al todo” (Haz y envés); “Ese fuego traspasa el aire: / un presagio, una advertencia, / luz cegadora que desvela / el animal que llevo dentro” (Los ojos del lobo). Son los últimos poemas de la sección los que se unen con el siguiente núcleo temático: “para sobrevivir / en la negación del mundo, tramar / uno nuevo con la primera gota / cayendo hacia la lengua” (Agua y fuego).

Los últimos textos ya están en prosa sin perder un ápice de lirismo. Los Peligros ambientales muestran la visión que el ego recibe del exterior: “La realidad con su estruendo de andamio derribado, / con mirada de pez que boquea, persigue al deseo de alas mojadas, que a duras penas remontará el vuelo” (Sogatira). Aunque el apoyo en la infancia y los recuerdos son siempre un pilar básico, la incertidumbre de este Refugio en el vuelo es esencia, no accidental: “No estoy seguro de estar aquí, con los pies en la tierra” (Principio de incertidumbre); “Si alguna vez obtuvo algún sincero aplauso es ya una imagen muda en un sueño sin tiempo” (Decay). Solo la muerte, como bien sabe la tradición, es lo no mudable: “La muerte, eterno secundario, aguarda por detrás de las cámaras la ocasión de mostrar su gesto aprendido en siglos de ensayo” (Filmografía incompleta); “Aceptando la suerte de los perdedores, nos retiramos con las estrellas como mudas y burlones testigos” (Caza mayor); “Ante la muerte, ¿por qué elegisteis el llanto, la sorda unción del lamento como ropaje, el rincón más oscuro de las manos para darle cobijo al desaliento” (Elegíaca).

Terminemos este Refugio con el paisaje de la ciudad, el territorio del hombre: “El rumor del silencio en medio de la ciudad, limbo habitado por un temblor, un vacío sin formas, tan solo atravesado por algún vencejo audaz / que puesta su grito al muñeco triste y nos devuelve al tiempo cruel de todos los relojes”. La tradición de la ciudad suele evidenciar lo monstruoso, lo inhumano mientras que, en esencia, la ciudad es el hábitat humano creado por humano y no por ello está ausente de vida:

“La ciudad se extiende como una niebla que dejar un rastro de asfalto, de hormigón  y ladrillo de ciudad tiene límites, dibujadas en altos edificios bien hostiles, bien anodinos, bien enfermos, con ventanas que son bocas que respiran con dificultad, puertas que son ojos de miopía y bostezo (...)Ahí es posible encontrarse, en las cuatro puntos cardinales señalados por los elementos (…) Y entonces recuerdo que la cultura japonesa se contemplan cinco elementos: el agua, la tierra, el aire, el fuego… y el vacío.” (Tierra de nadie)

Un libro intenso, de lirismo primario, de existencialismo primordial que termina de preguntarse cómo sobrevivir ante el estar-ahí del Hombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario