domingo, 12 de enero de 2025

Reseña de Raquel Lanseros: ‘El sol y las otras estrellas’. Visor. 2024

El sol y las otras estrellas: 1227 (Visor de Poesía) : Lanseros, Raquel:  Amazon.es: Libros


Galardonado con el XXVI Premio de Poesía Generación del 27, El sol y otras estrellas de Raquel Lansero, a partir de una cita inicial de Dante, se presenta como un compendio lírico que explora la condición humana desde una perspectiva profundamente emotiva y universal. Este libro la reafirma como una narradora de lo íntimo y lo trascendente. Raquel Lanseros ha construido una trayectoria poética sólida, caracterizada por una constante exploración del amor y el paso del tiempo como sentido de la existencia. En este contexto, El sol y las otras estrellas marca una evolución significativa respecto a obras anteriores como Matria (2018), que obtuvo un amplio reconocimiento y premios destacados como el Premio Nacional de la Crítica.

Esta obra de Lanseros gira en torno al amor: “Quien pudiera creer, seguir creyendo / en ti que eres quien creyó que fuiste / aquello que yo era ser algún día” (Oda a la creencia). En poemas como Nuevo amor, nueva vida, se presenta como un motor transformador, una fuerza que, a pesar de su inherente fragilidad, dota de sentido a la existencia humana: “Así somos, Amor, ingratos y volubles / tú que nos has creado nos conoces / como niños insomnes… / Sin embargo, ¡qué suerte ser amado! / Y amar, ¡dios mío! / ¡qué suerte!” (Nuevo amor, nueva vida). Este optimismo, sin embargo, no elude la melancolía de lo efímero, como se refleja en Ese maldito día que exijo no vivir, donde la pérdida y el dolor se abordan con una honestidad desgarradora :“Así de madre a hija. De hija a madre. / Aspiro. / Igualar. / Desvanecerse” (Madre). En una era donde los debates sobre género, feminismo y roles tradicionales están en el centro de la conversación pública, Lanseros aborda la maternidad y la feminidad desde una perspectiva personal y universal. Exploran el vínculo materno-filial con sensibilidad.

La memoria, tanto personal como colectiva, también ocupa un lugar central. En Dos almas tutelares, la autora reflexiona sobre el legado de quienes la precedieron, mostrando cómo el pasado configura el presente: “Yo soy a día de hoy / (Cuando hoy significa el presente invencible) / lo que vosotros fuisteis / lo que hicisteis / la semilla del pan que me alimenta” (Dos almas tutelares). Este diálogo con el tiempo se entrelaza con un sentido de continuidad que conecta generaciones y experiencias: “Yo sé que soy aquella cuyos pasos / han cruzado también relojes y desiertos / pero quiero soñar que recién Llegué al mundo” (Cobarde y animosa).

El libro está permeado por referencias literarias y filosóficas desde el punto de partida de la Divina Comedia. Sin embargo, la huella del barroco es mucho más evidente, en el tono, en el uso del soneto y mediante el juego conceptista. Desprendimiento, revisitación libérrima del Siglo de Oro es, evidentemente un buen ejemplo: “por la gozosa entrega sin espera / lo que me des lo mismo me daría / y lo que yo te doy igual te diera”. Toma las formas clásicas del Siglo de Oro, reinterpretándolas con una sensibilidad contemporánea. Estas influencias no son meros adornos eruditos; funcionan como puentes que conectan a Lanseros con una tradición literaria que trasciende épocas y estilos. También es muy barroco el tema de los sueños y el desencanto: “Soñé que era verdad lo que es mentira” (Lo llaman desencanto).

Uno de los rasgos más destacados de la poesía de Lanseros es su capacidad para combinar lo cotidiano con lo sublime. En La casa del futuro, por ejemplo, la autora transforma una escena doméstica en una meditación sobre la fugacidad de la vida. Ese amor de hija del que hablábamos antes, se demuestra aquí con el regusto juanramoniano: “Veo mis ojos en tu rostro / como si la vida no se desgastara /…/ Dime que tú estarás / cuando se queden los pájaros cantando” (La casa del futuro).

La obra también destaca por su musicalidad. Desde sonetos hasta poemas más libres como Sed ancestral (“amo la vida, es cierto / podría decirse que incluso con delirio / el mundo no me cansa” (Sed ancestral), Lanseros demuestra una versatilidad formal que enriquece su discurso poético. Además, la imaginería de la naturaleza —el sol, las estrellas, los pájaros, y, sobre todo, la luz— funciona como un recurso recurrente que conecta los distintos poemas, dotando al libro de una coherencia temática y estética: “tan luz mía / tan delicadamente vida eterna / que prende mi razón y me consume” (Llama azul).

El sol y las otras estrellas es una obra que celebra la vida en toda su complejidad. Su poesía, a menudo marcada por una profunda fe en la bondad del mundo (“Por más que la experiencia se empeñe en lo contrario / en el fondo sé y tú también lo sabes / el mundo es obstinadamente bueno / si no, no existiríamos / mucho menos aún / nos dejaría querernos”, Por ejemplo el mundo), ofrece un respiro necesario en tiempos de incertidumbre. Este enfoque no escamotea el sufrimiento y la fugacidad de la vida: “Lo que queda en el mundo de sus cuerpos / descansa para siempre en una sola tumba” (Bodas de Santiago y Julia) o “Ese día futuro que odio y temo / un día que son años y son largos / cuando tú ya no estás / en el mundo /mamá” (Ese maldito día que exijo no vivir). Al contrario, como acierta a condensar en El secreto de los ángeles: “Como todo secreto verdadero, está a la vista, deambula en todas partes, nunca ha necesitado ocultamiento para ser invisible”. Es un testimonio del poder de la poesía para iluminar los aspectos más oscuros de la existencia y, al mismo tiempo, celebrar su belleza: “Hay amores sagrados que no terminan nunca / aunque estén condenados a ser breves / aunque permanezcan a tiempos distintos. / Aunque sean imposibles” (Amores imposibles).

Tanto en Matria como en El sol y las otras estrellas, Lanseros se muestra profundamente interesada en la identidad, la memoria y las relaciones humanas. Matria centraba su atención en la memoria colectiva y la herencia cultural, con un énfasis en la construcción de la identidad desde una perspectiva femenina, El sol y otras estrellas adopta un enfoque más introspectivo, con mayor énfasis la conexión íntima entre el yo y los otros, especialmente a través de vínculos como el amor romántico, la maternidad y la amistad: “La amistad urde paso / más largos que la vida” (617 014 105). Opta por una lírica más contemplativa y emocional, donde lo simbólico y lo cotidiano se entrelazan con una delicadeza que apunta a la universalidad: “No puedo tener pena / tengo dos lagos alpinos azules / para zarpar mi barco hacia la infinitud” (Tus ojos). El lenguaje es más directo pero cargado de resonancias profundas: “Aún no recuerdo el cielo / pero ya escucho hablar allí tu lengua” (Lenguaje oral).

En este libro Raquel Lanseros se inserta en un contexto sociocultural marcado por la incertidumbre, la búsqueda de conexiones humanas auténticas y el deseo de reconciliación entre lo personal y lo colectivo. La obra dialoga con estos tiempos desde una perspectiva profundamente humana, ofreciendo respuestas poéticas a las inquietudes contemporáneas: “Sin propósito debo / convencida si acaso por la sed. / No te quiero a propósito / pero no concibo sin quererte / como sin respirar o sin beber” (Propósito). En una época en la que el individualismo y la desconexión emocional son fenómenos recurrentes, estos poemas celebran la importancia de los vínculos humanos e invitan a redescubrir el significado de las relaciones en un mundo cada vez más virtual y fragmentado. No en vano esta es denominada por Omar Calabresse como una época neobarroca: “¿Se abrazan los antónimos? / ¿Puede un sueño ser roca y azucena? / La poesía lo presiente. / Lo atestigua el galope de los astros. / El sexo de mi amado lo evidencia” (Fascinus).

Finalmente, ofrece una reconciliación entre lo cotidiano y lo trascendente, una necesidad fundamental en una época que a menudo privilegia lo práctico sobre lo espiritual, aunque sea en lo más elemental, no ya en los pronombres, sino en el sonido: “Mi destino es mi nombre. / Viviré en sus fonemas / viviré mientras alguien me pronuncie” (Última llamada). El sol y las otras estrellas no solo es un reflejo de las preocupaciones humanas más universales, sino que también dialoga con las inquietudes y los desafíos específicos de nuestro tiempo. Su capacidad para equilibrar lo íntimo y lo colectivo, lo cotidiano y lo trascendente, da respuesta poética profunda. Raquel Lanseros ofrece un espacio para la reflexión, la conexión y la esperanza en un momento histórico que demanda estas cualidades con urgencia: “Lloraba la amante y sin aquellas lágrimas / no existiría el amor / ni tú ni yo ni el llanto / el sol no existiría / ni las otras estrellas” (Lloraban los amantes).

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