domingo, 15 de junio de 2025

Reseña de Sol Gómez Arteaga: ‘Memoria de las mujeres’. Marciano Sonoro. 2025

 MEMORIA DE LAS MUJERES


Memoria de las mujeres, de Sol Gómez Arteaga, no es solo un libro de entrevistas: es un acto de justicia, un ejercicio de resistencia narrativa y un homenaje urgente a aquellas cuyas voces fueron silenciadas durante décadas. Con un compromiso constante, la autora ha participado en numerosos actos relacionados con la Memoria Democrática y ha ido reuniendo los testimonios de veinticinco mujeres publicados entre octubre de 2021 y septiembre de 2024 en el periódico digital Nueva Revolución, nace, pues de una iniciativa comprometida, que resulta siempre un motor fundamental para recuperar las voces ocultas del pasado.

Estas historias nos cuentan la represión franquista, directamente por ser familiares de víctimas, o indirectamente por su labor profesional como investigadoras, forenses o periodistas, activistas todas. Esta represión que cayó en un silencio de tres generaciones, la que sufrió el terror franquista y sabía que el silencio era impuesto y también inevitable para sobrevivir. Luego llegó la siguiente generación que guardó el secreto de lo que apenas conocía, de lo que se ocultaba en casa. Y, por último, la de la “modélica” transición que quiso correr un telón de olvido. Es también interesante remarcar cómo el silencio afectó también a los victimarios que se cuidaron muy mucho de alardear de la “justicia” que se habían tomado por su mano.

Gómez Arteaga, con una sensibilidad periodística depurada y un firme compromiso con la causa, ha sabido sostener el difícil equilibrio entre el rigor documental y la empatía narrativa. A través de una estructura ágil, en la que las entrevistas conservan su tono cercano y su cadencia propia, la autora permite que cada testimonio respire con libertad, sin forzarlos a encajar en un discurso homogéneo. Aquí no hay víctimas estereotipadas ni heroínas idealizadas, sino mujeres reales que recuerdan, lloran, denuncian, reflexionan y, sobre todo, se reivindican. El objetivo, además de la reparación y encontrar la verdad, es advertir ante el futuro. Y, por supuesto, pagar la deuda histórica con aquellas mujeres que lucharon por conseguir mejores condiciones de vida. Porque, a pesar de lo que cierta prensa y tantos tertulianos intentan transmitir, la lucha de estas mujeres –y tantos varones– no era cuestión de gustos políticos como si fueran hooligans de ciertas ideologías izquierdistas. La cuestión era mucho más urgente, aquellas eran situaciones de vida o muerte, de hambrunas, de miseria que hacían indispensable una reforma agraria, unas decisiones políticas, una valentía que, en nuestra sociedad más o menos cómoda del bienestar, no podemos asumir ni siquiera.  Pero es de justicia recordar que este estado del bienestar es heredero de aquellas luchas.

No se trata tampoco de una exhibición de atrocidades, las entrevistas tejen un relato poliédrico de situaciones donde la injusticia estuvo en los tiempos de la represión y también en la actualidad con todas las trabas y desprestigio que intentan volcar sobre las asociaciones memorialistas. El volumen comienza con una declaración de intenciones de la Fundación Jesús Pereda de CC.OO. de Castilla y León, que apoyó la creación de este libro.  Continúan una serie de poemas, como el de Carlota O’Neill, desde la prisión de Victoria Grande en Melilla y el de la propia autora. Precisamente en el prólogo apunta a la radicalidad del proyecto. Radical significa desde la raíz, lejos de posicionamientos violentos o extremistas. Este es un asunto que conviene, que es imprescindible, tratar desde la raíz. Sobre todo porque hay que tener en cuenta lo que se ha dado en llamar el franquismo sociológico, del que hemos heredado el desinterés por ciertas cuestiones que tienen que ver con la política entendida en sentido amplio y nos centremos en los asuntos más cotidianos, obviando lo que sería un elefante en una habitación.

El volumen destaca por la diversidad de perfiles: hijas y nietas de represaliados, como Susanna Toral, quien abre el volumen, o Pera Miranda, María Eugenia Castiello, Hedy Herrero, Camino Alonso, Maribel Luna; militantes antifranquistas como la cantautora Isamil9; la editora Cristina Pimentel, también familiar de represaliados… Son importantísimas las representantes de Asociaciones de Memoria Histórica (caso de Luisa Vicente, Tere Rivas López o María Huelva Salas), que aportan la perspectiva de la dificultad institucional para llevar a cabo las exhumaciones, y su labor lenta de bases de datos y documentación. Investigadoras como Ruth Sanz Sabido,  Beatriz García Prieto, Neus Roig, María Jesús Izquierdo, Ana Cristina Rodríguez Guerra, Yaiza Alonso Beltrán no solo son importantes a la hora de sacar a la luz los relatos, también ejercen la labor de divulgación de esta oscurísima época, ayudadas por periodistas como Ana Gaitero o María Antonia Reinares, escritoras como Fermi Cañaveras, María Torres Celada o la expolítica y documentalista Eloína Terrón Bañuelos. Muchas echan de menos que se traten estos temas en las clases de colegio e institutos, como hace Silvia Traversa, que es un testimonio sobre la dictadura argentina. Imposible de valorar el trabajo de las voluntarias como Laura Martínez Panizo. Todas con hambre de verdad.

La represión no solo consistió en la cárcel o la muerte, fueron interminables años de miedo cotidiano, de humillación, de censura, de exilio interior… Todo el silencio ha tenido que esperar varias generaciones y una lucha común para romperlo. Uno de los logros del volumen es visibilizar cómo la violencia franquista no solo fue una cuestión política, sino una violencia estructural que atravesó cuerpos y generaciones. Este trabajo es imprescindible para denunciar los relatos oficiales, y especialmente con la perspectiva de género. No es un libro cómodo. Tampoco busca serlo aunque su lectura sea clara. Cada página interpela, remueve y obliga a enfrentarse a preguntas fundamentales: ¿quién escribe la Historia? ¿Por qué el dolor de unas mujeres ha sido considerado menos legítimo que el de otros? ¿Qué implica realmente la reparación? La labor que aquí sale a la luz no es solo tristeza, hay mucha luz en el trabajo, en la recuperación de fotografías, de cuerpos, de vidas. Como dicen muchas de las participantes, colaborar en una exhumación “engancha”, es gratificante trabajar en derechos humanos.

Memoria de las mujeres no solo recoge lo que muchas mujeres vivieron y viven; recoge también lo que muchas otras, hoy, siguen necesitando escuchar. En un contexto donde la Memoria Histórica continúa siendo objeto de disputa, este libro se convierte en una herramienta política y pedagógica imprescindible. Porque recordar, como nos enseñan estas 25 voces, no es solo un derecho: es una forma de justicia.

 

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