miércoles, 25 de octubre de 2017

Reseña Ana Pérez Cañamares: “regreso a nosotros”. Ya lo dijo Casimiro Parker, 2016




La canaria Ana Pérez Cañamares nos presenta su último poemario, tras una incursión en el mundo de los aforismos (Ley de conservación del momento, Isla de Siltolá) y de los relatos (En días idénticos a nubes, Baile del Sol). La poesía, en general toda la actividad literaria, de Ana Pérez Cañamares tiene un componente claramente combativo y comprometido, que es especialmente visible en su estupendo Economía de guerra (Lupercalia). En el volumen que nos ocupa podemos apreciar un claro cambio de dirección, pero no de sentido. Este es un poema de amor, de celebración de la pareja, de “regreso a nosotros”, sin que se abandone una posición comprometida con la realidad. Abunda en la poesía amatoria una sarta de lugares comunes que tienden a definir el amor como una lucha: conquista y rendición. Gran parte de la tradición lírica se basa en una concepción casi masoquista de la pareja y de dependencia física y emocional de la mal llamada media naranja, una sumisión que puede acabar con la completa disolución del amante en el amado.
            “Te pido: no me adores
            he conocido por dentro
            la frialdad de las vestales
            y sé que el mármol deja
            un paisaje calcinado”
            Nada de este imaginario aparece entre los versos de Ana Pérez Cañamares. Son poemas de amor e independencia.
            “A solas con tu cuerpo:
            cuánto me emociona su otredad
            su radical diferencia que salva
            su ser distinto y no contrario
            su ser opuesto y no enemigo

            mi espejo despojado de pelea”
            Si el lenguaje es la casa del Ser para Heidegger, en las relaciones, el otro es “casa”, como en el juego: “casa: tenías manos de albañil.” Ese refugio que es el amor proporciona el punto de partida y el apoyo para iniciar la resistencia frente al mundo, lo que da sentido a las revoluciones. Más que una fortaleza aislada frente a la hostilidad de la realidad, el amor es la energía para el compromiso. No se recalcan los problemas que pueden surgir de la convivencia, sino la capacidad que tiene esta para contrarrestar la fealdad del mundo.
            Los poemas se suceden sin títulos agrupados en tres grandes bloques. Si la primera parte del volumen parece dedicada al recuerdo y la reconstrucción de cómo llegaron a conocerse y formar la pareja
            “he visto la hoguera
            en tu campamento
            y trato de evitar
            que mi huracán la apague”
            La segunda parte es la celebración física del amor, mucho más sensual:
            “Me tocas como lee
            un ciego el Quijote

            al final de la lectura
            no sabemos quién es libro
            quién loco, quién lector
            quien la obra maestra
            de quien”
            La tercera y última abarca otros aspectos de la convivencia: “allí aprendemos entre brumas / que dos exiliados hacen país”
            Es clara y explícita la influencia de Sharon Olds, sobre todo en su espíritu combativo. Aparecen entre los versos de vocabulario casi coloquial, pero a la vez muy cuidado, poemas breves en su mayoría, con imágenes muy potentes: “Busqué el fuego en las palabras / pero ardí en tu silencio”. Lo mismo se embarca en metáforas literarias, es decir, utilizando lo literario como metáfora de lo cotidiano (y no al revés, que suele ser más habitual),
            “Tú y yo somos dos poemas
            escritos en diferentes idiomas
            que nuestros cuerpos mudos
            se empeñan en traducir”
combativas,
            “aspirabas a la Revolución
            guillotinaste el tiempo”
comprometidas,
            “pero la cicatriz nos la mostramos
            como el pasaporte en una frontera”
que religiosas, como en el estupendo
             “Te rezo
            no como a un dios
            sino como a la vela
            ...
            te rezo
            como beata que siente
            la llama del deseo      
            arder en sus capillas”
            Poesía alegre y gozosa, en la que el amor no es una dependencia (“Si alguien me preguntara yo diría / que nuestro éxito consiste en dos fracasos”), es júbilo y disfrute. Un libro de energía muy vital sin el engolamiento de la falsa autoayuda que acostumbra a poblar la poesía de amor feliz. Un amor que se paladea en la madurez (Quedarse mirando tu cuerpo / después de hacer el amor: / el deleite es un diamante / sin codicia de avaro), que se recrea en los momentos cotidianos y no en la exigencia de aventura de la juventud e inexperiencia. Un amor sabio:
            “Lo que no nos decimos
            tiene más peso
            que aquello que nos decimos
           
            de los tuyos mis ojos
            aprenden un nuevo idioma
            con un abecedario
            escrito a lápiz sin punta

            lo deletreamos a cada instante
            y en momentos gloriosos enunciamos
            oraciones copulativas

            para que nadie nos lea
            nos ponemos gafas de sol”

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