jueves, 20 de septiembre de 2018

Reseña de Mariano de Hossorno: ‘Relatos sin asunto / Los asuntos que me ocuparon el tiempo’. Dosparadesy1puente. Colección Migajas. 2018


“Qué muerte más mala si no te miran”
(La fuerza del amor)
Lo primero que llama la atención de este peculiar volumen es que no es singular, es un libro doble, se compone de dos libros, con sus dos portadas, sus dos inicios y sus dos finales, aunque solo Relatos sin asunto lleva numeración en sus páginas.
                Mariano Hernández de Ossorno, Mariano H de Ossorno, Mariano Hernández Ossorno, incluso Efraím de Nola o Mariano de Hossorno, como ha querido firmar en esta ocasión, es un granadino que se fue a vivir a la Villa y Corte y desarrolló a lo largo de los años una serie de hermosas cualidades, que incluyen la edición de la revista de poesía experimental Perdura; la publicación un libro de poemas, Usos del diccionario; la inspiración para tañer el sitar, la investigación sobre los sucesos de Fuenteobejuna y, sobre todo, la amistad, fruto de la cual llegó el imprescindible y bellísimo Ensayo general para un ballet anarquista, junto a nuestro añorado Luis Castro Nogueira. Bajo el seudónimo de Efraím de Nola publicó Cosas de niños. Mantiene proyectos como la Biblioteca Desfavorable, blog donde va subiendo a la red sus archivos como poeta visual, artista plástico. Otros textos se encuentran en Favorable-Madrid-Poema.
                Lo primero que encontramos en la página –sea cual sea el inicio que escojamos– es una fotografía y un aviso: “Jamás he escrito un libro de poemas / que fuese un auténtico libro de poemas”. Bajo ese lema nos introducimos en este laberinto. Los Relatos sin asunto están planteados en una especie de conversación con citas que discurren en paralelo al relato principal. La estupefacción, el absurdo –no en vano, el primer relato se titula Las transformaciones de Franz Kafka–, que no hay que procurarlo, sino dejar que se desvele entre las líneas de los textos.
                “–Maestro, ¿qué es la espiritualidad?
–No seas impertinente, chaval.” (La Lengua del Tercer Reich)
                Lo mismo cita a K. Marx –aunque no para darle la razón– como historias del lejano oriente, Agamben, Cage, Rulfo, Juan Carlos Rodríguez. La influencia de Monterroso, de Borges (Aleph) y Cortázar (Los últimos días de Federico en Granada) es patente igual que su conexión con Chicho Sánchez Ferlosio. La otra gran figura de referencia es el Juan de Mairena de Antonio Machado.
                Cuenta Mariano de Hossorno como el sabio que, desde la edad, conoce todos los secretos, incluso cuando ignora algunos detalles de sus personajes y aparecen lagunas en sus historias. Abunda la socarronería, mucho mirar a pie de calle a las gradas de la cultura: “Anoche me encontré en un gracioso apuro. Mis padres y mis hermanos fueron al liceo, el servicio aprovechó para ir a ver a Lola Flores” (Las dos españas, dueto de Antonio Machado y Jaime Gil de Biedma). Entre sus recursos, disfrutamos con los saltos de tiempo, el apropiacionismo (como de las canciones populares) y la ironía. Le gusta jugar con las formas de habla jugando con el tono y el amaneramiento de los 50 y salta del lenguaje bíblico a voces más procaces y rudas: “Necesito una picha en condiciones –voceaba la muy bruta de la Agustina” (Agustina en el barrio de La Chana). Como Tinto Brass, deja mostrar cierta obsesión por el trasero: La condena, La equivocación, Tema para un rap. Se sumerge en el saber popular, lo cotidiano y las múltiples conciencias, lo imaginario (ay, Castoriadis), los cuentos infantiles, los personajes clásicos (Los regresos de Ulises), el inconsciente colectivo, donde se unen Cenicienta con el Führer.
“Pero me quedé con el blanco para pintarme de hombre invisible y así poder seguir a su lado, estando sin que me viera” (Las historias breves de Mimesita)
                Las personalidades y los roles se trastocan (En fin, las mujeres), se pervierten las intenciones (Congreso internacional para la defensa de la cultura). Se dedica a descontextualizar y recontextualizar (El eufemismo más grande jamás contado). Un motivo de asombro es cuando Mariano de Hossorno encuentra los ejemplos paralelos (Las construcciones de la Guerra Civil, España 1936-2016) o contrapone  filosofía y la abstracción de la cita frente al ejemplo mundano (Arte final). Entre sus líneas asistimos a lo cotidiano fantástico (Performance en la calle Mesones), que no realismo mágico. El uso del surrealismo, a veces, puede ser muy rocambolesco (Una historia natural y moral de los alimentos). Su ánimo lúdico le lleva a tomar prestados textos ajenos con la misma frescura con la que juega con la autorreferencia (Las portadas, Historia de la bibliografía española)
Algunos textos tienen la forma de microrrelatos: (Lo natural acontece siempre), otros son más bien reflexiones: “Una vez al menos, en el sueño de un hombre cualquiera, aparece él mismo mejorado” (Teorema del factor correctivo de la identidad), “El tedio de vivir si el vivir durara eternamente” (Susanita y los Viejos). Otros son poemas (La Artista del fin del mundo).
                “A veces las palabras carecen de la piedad conveniente a su causa” (Arte poética)
Los asuntos que me ocuparon el tiempo, el otro libro incluido en el volumen tiene el aspecto de diario, pequeños poemas en prosa y verso con un aliento más largo:
“Por ello, si aun cuando se dice que la escritura es insuficiente y un deslizarse, además, por las laderas resbalosas del infierno, se continúe escribiendo como si nada” (6 de junio. Anotaciones sin margen para la escritura)
De una belleza sublime, lo que en el libro de relatos era explícito (por ejemplo, las referencias filosóficas), ahora es asumido en la riqueza de las connotaciones:
“Así como al día lo dividen el día y la noche en dos mitades de proporciones inexactas, así el tiempo, todo el tiempo en el que el día se inscribe, no es sino la mitad de su tiempo: aquello que se recuerda o aquello otro ya olvidado” (27 de mayo. Aún resta la mitad del tiempo).
Las imágenes de estos poemas pueden ser oníricas, antiguas (la nieve, como para su amigo José Carlos Rosales)[1], siempre muy poderosas (“Pues los pájaros saben qué secretos guardan el silencio de los hombres”, 27 de julio. El afán de los menesterosos). Advertimos en estos textos esa melancolía, esa filosofía (“El nuevo mundo, dicen, es un para siempre diario. / Y gratis, además, como la muerte”, 15 de julio. Cruzando la siguiente frontera), esa observación de lo habitual, la perplejidad de lo que acontece.
“Extraño material el de las sombras
incorruptibles al tacto, tan lejos
de las manos como del corazón,
que las llamaríamos
carne recatada, tamiz del aire” (18 de junio. Perífrasis de la apariencia, se ha de ver)
                Mariano de Hossorno nos hace un regalo delicado a veces, brutal otras, siempre sabio, acercándonos a su universo particular, lleno de vida, atento a todo lo que acontece en el mundo de la vida y en el mundo de los libros, un diálogo estimulante y muy hermoso al que nos asomamos maravillados de una inteligencia tan perspicaz como llena de vida y de disfrute.
“Aguarda. Aguárdale todo el tiempo del mundo y él igual te estará eternamente agradecido, hasta el punto de no pensar en la vida en otra cosa que en llegar junto a ti y besarte luego las mejillas, suavemente.
cuando te alcance” (Tras los días del verano)


[1] porque “La voluntad del frío, ciertamente, es mayor que la voluntad del hombre” (29 de mayo. Afinidades entre el agua y el fuego)

1 comentario:

  1. Las reseñas de todos y cada uno de los libros con la que nos deleitas se convierten, al menos para mí, en obligada lectura. Tomo nota.

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