miércoles, 12 de diciembre de 2018

Reseña de José María Moreno Carrascal: ‘Océano en medio”. Renacimiento. Calle del Aire. 2018



Image result for josé maría moreno carrascal océanoJosé María Moreno Carrascal, Pepe Moreno, es poeta y traductor, especialista en la poesía de D. H. Lawrence. Nacido en Huesca, pasó una larga temporada en Rota como profesor, donde tuve el gusto de conocerlo. Ahora reside en EEUU, ejerciendo de profesor de lengua y literatura inglesa y de español. El océano en medio hace referencia a esa condición vital, al ir y venir entre ambas orillas, que comenzó mucho antes, en la plena juventud el poeta. Poeta elegante y depurado, “Es cierto, / no sigo modas” sirve de declaración de principios de alguien que publicó su primer libro de poemas con más de 60 años.
                               “Dadme un lector atento,
un único oyente
solo en casa,
en un bar
/… /
Ni seducir con mi gesto
ni ganas vuestro voto
–o vuestro aplauso–
es mi intención. 
/…/
Me basta con vosotros,
tomados de uno en uno,
para volver a dar vida
a los versos escritos en la página” [Bilingüe en Filadelfia (Poetry Recital)]
El volumen está dividido en varias secciones. La primera, ‘Retorno a la palabra’ aborda ambivalencia de la escritura, “La pluma con la que vuelvo a escribir versos / –instrumento hoy reservado para la rúbrica / de ejecutivos, banqueros y notarios–“(Retorno a la palabra). La intención que marca su poesía es que “provoquen el pequeño milagro que te ayuda a vivir” nos confiesa en Noche de San Miguel (Indian Summer Night). José María Moreno Carrascal se enfrasca en una duda metódica sobre el conocimiento y la vida (Mañana lenta de septiembre), pero especialmente lúcido en Luna residencial[1]: “Conocer no es vivir”. La desconfianza en el conocimiento y la razón es un tema que le asalta a menudo. “El pensamiento, / como un camino falso, / nos confunde” (Impromptus).
El tema del espacio, del viaje (“Viajas en el tiempo / un lugar cada vez más reducido”, Luna residencial), del paisaje y del océano (“Un océano los une y los separa”, Tríptico en Cáncer) señalan algunas de las claves de este poemario. En varias ocasiones recurre a la técnica de paisaje con figuras, como en Las identidades de Felipe Benítez Reyes, a quien precisamente dedica Extraño ritual. Otros procedimientos poéticos, como el que utiliza en Melancolía y Saturno recuerdan también a un joven Benítez Reyes en su poema sobre la juventud. El sentido del humor, la socarronería son elementos cada vez más marcados en la poesía de Pepe Moreno, quien pasa con naturalidad del inglés al castellano. Por ejemplo: Bilingüe en filadelfia (Poetry Recital) o en la serie Renryus. En Adivinanza y elegía (Celebración en Babel) hace un elogio a las lenguas que se pierden. En su proceso depurativo gusta de recrearse en el haiku y sus variaciones: “Troncos perdido, / ramas de arce secas. / Muerte fingida” (Winter’s End); “Ritmo en la vida, / una frase de Coltrane. / Como en poesía.” (Impromptus); “La voz del otro, / que es la tuya también, / en las palabras” (Impromptus). La tercera tanda de haikus, denominada Senryus, es más irónica y más dolorosa: “Llevan su nombre / dos centros comerciales / y una cerveza” [Poesía y consumo (Walt Whitman, 2011]; “Un nuevo Zeus / rapta a vieja princesa / en un mall global” (The New Rape of Europa)
                La tercera parte, ‘Historia y presente’ presenta versos más largos en poemas más largos. A vueltas con la memoria (Inventario de posguerra) es un intento de dar color a lo que se supone fueron los años grises y sin vida. La dureza de la vida de aquellos años es vista con la perspectiva de la ilusión de comenzar a vivir: “Los piratas y los indios de película en noches estrelladas de verano”. Una larga enumeración de los pequeños y grandes momentos:
“Un inventario, en fin, de secuencias y recuerdos
conforman el guion invisible de un largo comienzo,
una historia en el tiempo que, como todas,
fue fruto del azar –o tal vez de un plan
que la razón no entiende–, un tiempo que fue tuyo,
y que guardas como regalo oculto,
un preciado tesoro a compartir con quien contigo camina
o con el que gozar, tú solo.” (A vueltas con la memoria)
Luego continúa con un poema dedicado a Thomas Jefferson y sus contradicciones: “ilustrado señor de esclavos” y las contradicciones del turismo y sus smartphones: “La conveniencia del olvido / no oculta la verdad / de la historia allí vivida, / y en el visitante, / la importuna visión / deja un rastro extraño / incómoda vergüenza / y de silencio” (Padre de la patria).
Esta parte tiene un tono a la contra, la memoria histórica, el pasado glorioso, y los biempensantes postcoloniales y postmodernos, que idealizan, en este caso, la convivencia de las tres culturas en la iberia medieval, Muy Allan Bloom en El cierre de la mente moderna: “Y uno, descreído, se pregunta: / ¿Hasta cuándo han de seguir / la endogamia y los dogmas de las nuevas sectas / anestesiada la razón en la Academia” [(Pensamiento á la mode) Cultural Studies Lecture]. Alguien que siempre ha pensado a su manera pretende seguir haciéndolo enfrentándose a las modas. No es de extrañar que lance sus dardos en tantas direcciones. En la naturaleza muerta (Still Life) sentencia: “nos conforta creer que si nos golpea el infortunio la mano invisible del dinero –o del Estado– cuidará de nosotros”. Y con la misma indignación nos trae la tragedia de los migrantes que mueren en el camino: Ciudad Juárez, Tarifa, Lampedusa.
En el poema histórico, Lección de Historia (Exilio en Point Breezze, residencia de José Bonaparte en Nueva Jersey)) se acerca a los grandes nombres de la historia, a los que prefiere mirar en su intimidad y fracaso: “Los pequeños y grandes holocaustos que ellos, los privilegiados hijos del Imperio, dejaban tras de sí / como ofrendas de sangre al nuevo dios de la Razón” (Lección de Historia). Lo que Goya pudo decir con el sueño de la razón produce monstruos.
No sólo atraviesa su descontento hacia el pasado y sus fantasmas, en ‘Amores virtuales’ presta atención a las nuevas relaciones personales, mediatizadas por lo digital: “sus ojos grandes. / La luz del ordenador / brilla en el cuarto” (Amor virtual).
No debemos llevarnos la impresión de ser un poeta áspero, al contrario, hay mucha ternura en los poemas de José María Moreno: “Hablan sus ojos. / Las palabras se cortan. / Océano en medio”, “Un solo un día / y cuatro estaciones. / Piensas en ella” que, al menos, a mí me recuerda a una deliciosa canción de Crowed House, Four seasons in one day. De la misma forma que disfruto con el homenaje a Dylan: “la voz desafinada y ebria / de un poeta viejo / disfrazado de crooner” (Cheap Thrill).
La última sección, ‘Extraño ritual’, gira alrededor del arrepentimiento de vivir insensible, de no ver a quien tienes cerca. Ese fue el pecado y el castigo de Narciso (Atonement). En cierta forma podríamos decir que añora la paz de pensamiento, “los inquietos fantasmas del pensamiento”, la “ataraxia y paz son regalos exclusivos del último momento del viaje” (El sueño del caballero). La funesta manía de pensar que acaba con la muerte (“Un sueño profundo que anula las preguntas”, Sueño animal del hombre). De ahí la sana envidia de la vida de un jubilado, un Beatus ille updated (La vida cotidiana). La reflexión serena que esté por encima de las veleidades posmodernas: “Sólo una incesante exploración, / una búsqueda de la luz oculta / –es decir, de la verdad– / puede aclarar el viejo dilema” (El viejo dilema). Espejismo, Volviendo a casa una noche de invierno o El conocimiento abordan también las dudas de la verdad, los espejismos de la verdad.
Territorios y edades es un precioso poema sobre la madurez de alguien que ha sido algo hippy (en la línea de la última entrega de Julio Herranz): “dosifica las viejas pasiones y les recuerda / que todavía hay tiempo y que no es sabio exigir / a unos dioses impasibles que atiendan siempre nuestros ruegos”. Conformarse y aceptar la vida, más concretamente en un poema, Aceptación, que en toda lógica comienza con una cita de Jorge Guillén: “Todo está en paz /… / Todo parece, en fin, ser parte de un orden invisible”. La madurez, a fin de cuentas, consiste en darse cuenta de “Un deseo persistente que empieza a ser antiguo” (Metamorfosis del deseo).
“Cuando suave cae la nieve,
la tarde y el silencio se hacen transparentes,
como las aguas del río junto al que paseas.
Y el único sonido es el del tiempo,
no el que fue o el que será sino el de ahora,
ese ahora callado en el que piensas en palabras escritas
que hablarán de un hombre que camina junto al río mientras cae la nieve” (El poema)


[1] Título traducción de “Condo Moon” de John Updike.

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