viernes, 17 de julio de 2020

Reseña de ‘Alrededores de José Luis García Martín'. Edición y prólogo de Hilario Barrero. Cuadernos de Humo. Nueva York, 2020.


ALREDEDORES DE JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN. | carlosalcorta

Nuevo homenaje, después de un año, al poeta José Luis García Martín. Como en algún otro ilustre caso, su labor y su fama de crítico voraz han eclipsado una trayectoria poética singular y notable. Hilario Barrero lo intentó hace un año con esta misma estructura desde Brooklyn con un especial del Cuaderno de Humo. La antología se organizaría a través de las palabras que amigos, conocidos y admiradores de la obra de José Luis García Martín, dando cada uno una versión personal del poeta. En este caso ha contado con el cobijo técnico de la editorial Impronta, desde la que Marina Lobo aporta el elegante diseño de la cubierta.
Los Alrededores de José Luis García Martín son tanto los poemas escogidos como los argumentos personales y heterogéneos para introducirlos. El propio Hilario Barrero echa mano de los recuerdos en Nueva York, uno de los lugares predilectos de Martín. Manhattan y Brooklyn. “La poesía leída por encima o una sola vez es como la noche cuando se mira con los ojos cerrados. Todo buen poema es un universo”. Muchos colaboradores resaltan el carácter polémico del personaje junto a su generosidad y magisterio. Ricardo Álamo recoge una frase de sus diarios, Dominio público: “No es posible hablar de uno mismo sin hablar de los otros. El yo es un lugar lleno de gente”. Este volumen es un ejemplo de la tesis complementaria, es imposible hablar de otro (o de otra cosa) sin hablar de uno mismo. Porque no solo es que los participantes relaten sus recuerdos o su relación con el homenajeado, es que aprovechan para hablar de sí mismos.
El crítico y poeta (nótese el paralelismo), Carlos Alcorta, analiza minuciosamente Lector de su libro, Mudanza (2003). José Ángel Cilleruelo hace lo propio con Calles, de Autorretrato de desconocido (1979). De entre los asiduos a la tertulia que lleva protagonizando nuestro homenajeado, Javier Almuzara resalta “impecable generosidad, a cuyo servicio está una inteligencia implacable”. Xuan Bello, otro de los tertulianos a los que JLGM otorga magisterio habla de la complicidad con él y su poesía. Lorenzo Oliván relata lo mucho que comparte personalmente, igual que José Luis Piquero.
Susana Benet rescata el lado pessoano de Martín, desdoblarse en otros poetas –como Zelig podríamos añadir nosotros– en Jugando con fuego, o apropiándose de temas y recreando poemas. José Cereijo destaca sus cualidades como  el poeta del amor imposible. Ángeles Carbajal, insiste en sus cualidades como antólogo: “Poema espejo, casi arquetipos emocionales sujetos al imperio de la razón lúcida en los que cada lector se reconoce, “quien lo probó lo sabe”. Rotunda poesía verdadera; esa que sabe todo de nosotros”.
Algunos, como Luis Alberto de Cuenca se muestran escuetos. Avelino Fierro opta por el  detalle personal como Vicente Gallego que no llega a elegir poemas. Juan Lamillar relata las relaciones entre José Luis García Martín y Sevilla. Victoria León  hace hincapié en su aprendizaje. Enrique García-Máiquez, desde las antípodas ideológicas, lee perfectamente el “retintín irónico” de las quejas de Martín. Elige mi poema preferido, A un dios desconocido,
“Dame siempre placeres rutinarios
Lo que ocurre una vez, no ocurre nunca
/…/
Dame pobres placeres repetidos.
No un único diamante en la memoria.
Dame días iguales, no este instante sin tiempo,
terco, distante, azul, inexistente”
Fernando Iwasaki prefiere la poesía que se filtra en sus diarios. Ana Vega o Daniel Rodríguez Rodero se centran en la faceta de diarista. Este último elige Variación sobre un poema de Seifert. Antonio Manilla ofrece una impresión general del homenajeado. Abelardo Linares se muestra muy escueto por su cercanía personal, como Martín López-Vega. Cristian David López ofrece un pequeño cuadro de ternura. José Luna Borge, presenta un poema, como Manuel Neila. Rosa Navarro Durán, un poema muy cercano al espíritu de Gil de Biedma. Marcos Tramón opta por presentar los poemas elegidos.
Andrés Trapiello narra, en primerísima persona, sus avatares con JLGM. Álvaro Valverde, también, pero con menos reproches: “de su carácter, tan reprobado por todos / y lo comprendo, a veces puede resultar zangolotino e impertinente), puedo decir que lo tolero. A la vista está. Tantos años y aún puedo hablar bien de él, que es lo que más le gusta, según su propia confesión”.
Después de los acercamientos a los alrededores de tan prolífico y controvertido personaje no podemos más que coincidir con Daniel Rodríguez Rodero al considerar que calificarlo de crítico o de profesor cercena al personaje y la persona. Este es un volumen para disfrutar tanto de la poesía de un gran poeta como para recrearse en las múltiples caras que ofrece a quienes lo conocen. Enhorabuena a Hilario Barrero por su labor de catalizador de este homenaje y por mantener con los años el aprecio de este poliédrico e insobornable amigo.


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