jueves, 15 de febrero de 2024

Reseña de ‘Paisajes del interior. Antología de mujeres poetas de la Patagonia’. Ángela Ríos, editora. Isla Negra Editores. 2023

Los nuevos caníbales: Paisajes del interior: Antología de mujeres poetas de  la Patagonia

Ángeles Rivas es poeta, periodista y docente y se encarga de presentar esta antología. La primera cuestión y más importante es determinar si las circunstancias específicas de las autores, ”el hecho de escribir poesía en Patagonia siendo mujeres hace que el acto de arrojo sea por lo demás significativo”. No pretende la antóloga presentar un registro etnográfico, sino recoger una serie de autoras cuya calidad poética está acreditada y que comparten la abundancia de referencias a lo geográfico, bien por ser su origen o por hallarse avencidadas en la Patagonia. El orden es simplemente alfabético. Curiosamente casi todas se dedican a la docencia.

Esta antología demuestra la riqueza y diversidad, en estilos, temas y enfoques. Vemos en gran parte de ellas una exploración de lo íntimo y lo personal. Las experiencias cotidianas, en especial las que corresponden por un lado con la geografía, y por otro con relaciones interpersonales. De ahí el acertado título de Paisajes del interior. El compromiso social, más que político corre parejo a esta introspección., caso de, por ejemplo, Liliana Ancalao, Anamaría Mayol o Mónica Volonteri. Quizás la perspectiva de género es un punto de intersección claro para alguna de estas poetas. Nanim Rekacz puede servir de muestra.

También observamos un uso, quizás no revolucionario, pero sí en cierta manera innovador del lenguaje y la forma, no siempre constreñidos a lo convencionalmente lírico, como Romina Olivero. De la misma forma la conexión con la naturaleza y, de ahí con lo ancestral es el nexo de unión de esta selección de poetas, resaltan, por ejemplo, Aldana Pérez o Nanim Rekacz. Me gustaría resaltar la sensibilidad lírica y emocional dentro de estas voces plurales. Pasemos a dar un rápido repaso a cada una de las poetas seleccionadas

Comienza LILIANA ANCALAO (1961), que profesora de letras. Junto a las Trobadoras ha difundido su poesía desde la oralidad: “señor de los desamparados / que no pase de largo / como si yo no fuera capaz de andar descalza / como si yo no fuera propensa a la ternura” (oración para esperar el colectivo); “Las mujeres aprendemos / tarde / que hay un tiempo en la vida / en que hasta sin intención / vamos dejando una huella de incendio / por el barro” (las mujeres y el frío); “y somos casi nada / trazos de tiza borrados por el agua” (las mujeres y la lluvia).

También es docente MARISA GODOY (1968): “Hoy me declaré anfibia. / Un animal de sangre fría (no tanto) / una vertebrada haciendo el camino inverso” (Anfibia); “Llenar la valija con lo único. / En el bolso de mano llevar el corazón que / late / late / late” (Viaje); “Si pudiera garabatear con mi sangre / lo que pulse la punta de mi lengua” (Ganarle a la lluvia). Como ANAMARÍA MAYOL (1988), cuya materia es, sin embargo, la de Geografía e Historia. Además de poesía tiene publicados cuentos: “Yo llevo un pueblo azul en la memoria / allá donde se pierde el horizonte / poblado de caldenes // y llevo entre mis manos el designio del fuego / el canto acompasado de las chicharras” (Pampeana); “qué orfandad pronunciará el olvido / y espantaré // una vez más la muerte” (De quien huyen los pájaros); “unos ojos suicidándose / desde el peñasco vertical del día // y una boca (como la mía) / arrojándose el agua sin salvavidas // desde el peñasco de tu cuerpo” (Peñasco).

LUCIANA MELLADO (1978), ejerce la docencia en la universidad: “también yo te amaba y masticaba la sombra de tu cuerpo”; “Y en la mitad del mundo te encontrabas / desgajado de mí para mi sed primera”; “Hay dolores que se marchan / solo si regresan”; “La sangre se escapa porque la perra / es cachorra todavía / no la necesita”; “No tengo  nada en contra mío, / pero le pongo empeño / en derrumbarme / a veces / como la lavanda”. Como  ROMINA OLIVERO (1979): “llueven hombres del cielo / caen             estrellándose en las ramas de los álamos / fragmentos de sus cuerpos aparecen en el diario / nueces de Adán en lluvia roja”; “y tu ausencia / saber cayado este tiempo de serenatas mudas”; “leer es escuchar escribir                se vuelve nana indócil / renovada caricia este arrullo de estarse es señal sonora / compañías de la suerte en buena estrella / cuerpo en costura de cambio”.

En cambio, GLADIS PEÑA es profesora de primaria: “Tejer el tiempo, / tramar en letras el devenir perpetuo, / vestir una frase cuan prenda elegante” (El verbo y su latido); “No puedo vencerte ni quiero / darme por vencida” (Rendición); “Nadie supo qué decir / (hasta él se fue sin palabras) / cuando lloró con lágrimas violetas / el final del verano / y ese latido nuevo / bajo su ropa” (Tributo). ALDANA PÉREZ (1982) tiene una visión del detalle a la vez introspectiva y profunda: “aparecen en la oscuridad / repitiendo metáforas / de un lobo amordazado / con trapos en la boca / llenos de saliva y sucios” (Poder ver); “no lo nombres / genera repugnancia / repugnancia y miedo / es una alegoría de lo insoportable” (Lo que despierta); “apoyar el pajarito muerto en el pecho / le canta / con la voz entrecortad / canciones que escuchó / cuando era una niña” .

AIXA RAVA (1982) es profesora y, además, editora: “se me van los recuerdos de ese suelo / y yo con ellos / un poco me voy, / un poco me pierdo” (Estarse vacía); “La última vez que toqué la nieve / mis manos recibieron las partículas / minúsculas de aquella otra / que alguna vez odié” (Nieve); “Debajo del árbol me arrulla / como el viento a las ramas esa tarde / que me enfrenté a papá” (Armadura); “Teta como pirámides / sueño que camino por el desierto / y no encuentro mi camello” (Escudo). Más polifacética es NANIM REKACZ (1963), que ejerce de escritora, bloguera, fotógrafa y viajera: “Esta tarde tengo ganas de quedarme en casa / con un hombre en la mesa /…/ apenas acabo de engullirlo / cuando mi entraña, es un espasmo, / colma su sonrosada cueva / de encendida lava” (Insaciedad); “Hay hombre pequeñitos que caben / en la palma de la mano /–tesoros– / …/ Hay hombres capaces de amara / a una hembra sin marca ni anillo / –esas que bailan besando otras bocas–/ y la acunan sin queja. / Hay hombres así / –pocos– / Y yo / –privilegiada – soy querida de uno” (Hombriedad); “No perdió la virginidad: la dejó por libre elección / en el lecho de su primer amor”.

MARÍA CRISTINA VENTURINI (1962), es una de las más veteranas: “sos un campo minado / un perro con dos colas / un bombón de nitroglicerina bañado en chocolate / un cable pelado en plena siesta” (dragones en la reja); “pedirle al tiempo manos / y a la vida hilos / y caminar / sencillamente/ el día” (Solo es apnea); “Cáliz poblado de misterio, / se abre tu boca antigua con gusto a cordillera” (Mujer de la montaña). Por último, MÓNICA VOLONTERI, se define como escritora y docente: “Pero la patria vuelve / como un dolor intenso / en el costado derecho / como un ardor / como una indigestión” (Descarga con sordina); “Las noches / cada vez son / más noches / desde que planifico / visitar el recuerdo / de lo que fue mi infancia” (Mujeres trabajando).

Es inevitable hablar de la fertilidad de la poesía iberoamericana y agradecer la labor de darla a conocer por España, especialmente algo tan concreto y fascinante como la Patagonia. Porque debemos reconocer los exiguos lazos que compartimos con el continente más allá de los grandes nombres. Es por lo tanto, un deber y un gozo poder apreciar esta diversidad en antologías como esta de Paisajes de interior que nos acerca la editorial Isla Negra.

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