martes, 19 de marzo de 2019

Reseña de Ruth Ana López Calderón: ‘Desde las profundidades’. Black Diamond. 2013.


Resultado de imagen de ruth ana lópez calderón desde las profundidadesUn prólogo de Sergio Borao Llop da inicio a esta colección de poemas de la boliviana Ruth Ana López Calderón. Tres poemarios componen hasta ahora su obra: Desde las profundidades (2013), Sin óbolos para Caronte (2014), Itinerario de una metamorfosis (2016), además de ser incluida en varias antologías. Goza su poesía de una cualidad onírica que supera la simple imitación de las técnicas del surrealismo. En este caso, la forma es imprescindible para el fondo: “La pluma negra en la mano aletea desesperada, / su silueta distante captura el viento inclemente: / usurpa sueños tardíos y temores / que habitan en el horizonte” (La pluma). Necesita la expresividad de las imágenes para expresar un dolor intenso, interno a la par que una esperanza, unas alas: “Acostumbrados los pies / al cansancio de largas caminatas, / acostumbrados al polvo estéril del camino. // y las piedras no hieren / y la piel ya no sangra // solo interrogantes incrustados como dagas / desuellan el alma” (Como dagas). Quizás sea la amargura el hilo al que se aferra para narrar el mundo onírico que no es más que el mundo real: “El mate amargo, / no tan amargo como el instante de lucidez” (Amargo).
                A pesar de tener al dolor y sufrimiento, a los miedos y la esperanza como ejes de su poética, no es una escritura sombría: “¿quién dice cuánta falta hace una imagen? // Sólo cuando se esfuma. / Y el vacío lacera las pupilas dilatadas / Y buscan / Y no encuentran / Y agonizan // El silencio invade” (Se esfuma). A menudo tiene que hacer frente a presencias lejanas, sonidos, colores, sensaciones y exige un tono que dé cuenta de esas sombras, ya sean de los miedos como al amor: “El amor en cada esquina ofreciendo sus brazos, / abiertos y cálidos brazos / y la soledad se embriaga, / el dolor compra pasaje de ida en primera clase / y los sentidos se embelesan /… / el alma mutada en piedra, áspera y fría piedra, / ¡Ah! Cómo pesan los bolsillos” (Bolsillos)
                Es cierto que las sensaciones corporales forman parte de la esencia del surrealismo, y la poesía de Ruth Ana López Calderón aprovecha esa animalidad a su favor en los poemas: “Si acaso a lo lejos divisas / algo que sacie el hambre / algo que embriague ansias de alcanzar la carne / en noches estrelladas, // y tus ojos brillan en la soledad de lo oscuro, // preñada de olores / preñada de imágenes imborrables, / inquietantes, / buscas refugio // y tu corazón de fiera joven te sacude” (En la ruta). Porque para el poeta “ni la ecuación más perfecta ha de suprimir la desigualdad en el mundo, / ni la suma de todos los temores / aplacará el rugido de la bestia” (Cimientos). Recurrir a lo tangible, al sentimiento primario frente al mundo:
“Ya no son solo las estrellas,
son la raza o el color de la piel,
son el credo o la nacionalidad,
son el ser o no ser potencia;
son el peso contenido en los bolsillos,
lo que cuenta,
lo que dicta las sentencias y el olvido.

Y van labrando el destino
sobre millones de tumbas,
y van tiñendo con sangre la tierra:

Es hora de que el mundo deje de mirar a otra parte” (Es hora)
Por eso la naturaleza ofrece las imágenes exactas, porque son las experiencias sensibles, reales de la expresión “La enredadera luce sus galas / flores multicolores adornan sus tallas, / tijeras oscuras cortan pedazo a pedazo / las ramas, las hojas, / y ella crece y crece, / y florece, desafiante” (Crece). La dicotomía entre el elemento natural de nuestra existencia y lo intelectual, lo moral, lo angélico tiene su reverso: “Alas de ángeles y demonios por todas partes” (Reales-Irreales), por eso prefiere recurrir a los sentidos cuyas presencias pueblan las imágenes mentales: “Espinados los cuerpos, oídos inquietos, y las voces de ángeles y de susurros demonios / les dictan secretas fórmulas de vida, / conjuros de tiempo aún no vividos, / y cae la tierra con peso de muerte, / sobre sus blandas piruetas / y mis pupilas quemadas se dilatan: // ver el camino que delante se bifurca” (La danza). Las voces que inquietan el sueño y que amenazan la integridad de la identidad, “Aquellas extrañas obsesiones / hacen nido en su cordura / revolotean, / levantando polvo de lucidez /… / Desmesuradas estampas tatuadas en pies /…/ Han dejado de agitar las plumas. / el polvo descansa” (Obsesiones) y ante las que las palabras pierden su efectividad casi mágica: “hay vacíos que las palabras no llenan / hay heridas que el tiempo no cierra” (Ídolos).
                Sin embargo, como decimos, no es una poesía sombría, aunque la pueblen las sombras, como Emily Dickinson sabía, “La esperanza / sale volando por la ventana, / agitando / con nostalgia y pesadumbre /…/ el suspiro se hace lamento / y luego / lágrima desolada” (Suspiro); “Pequeños atisbos de mi mundo en tu mundo /inexplicable / ese imperceptible lazo que aún nos une. / En el leve roce de nuestros tiempos. // Días que se pintan de colores / Muy pocos / Días que se pierden en el negro más intenso / de las desazones. / Mis ojos tallan” (Lazos).
                Debemos aprovechar, y Ruth Ana López Calderón lo sabe, los placeres de los sentidos y del sexo, el poder liberador el orgasmo. Se aprecia en la sensualidad de Algo extraño, Sábanas, “Temblores recorren los caminos del deseo / envuelto en delicados lienzos” (Delicados lienzos);  “siluetas bordadas en la calidez / palpitan / la penumbra sobre sábanas de seda / almohadas de plumas / esos dejan / ahogan gemidos excomulgados / y el pecado concebido y su fragancia / invaden la noche como irredento misterio / y despierto / y no hay culpa / no hay culpa” (La alcoba).
                Hay también otros poemas que juegan con terminología no específicamente poética, como el uso de las nuevas tecnologías (En otras aguas), y poemas simplemente preciosos como (La hoguera). Pero su poesía va más allá, un ansia de eternidad frustrada: “Nada es suficiente: / la eternidad es un mísero fragmento de tiempo” (Sábanas); “Inútil trascender un espejismo / inútil vencer la indiferencia” (Ligeros). A esta amargura se enfrenta con la alegría de los sentidos, y sobre todo con la danza, que aparece tanto literalmente como en un sentido más metafórico: “En el bosque, plagado de leyendas / los duendes bailan” (De mitos y leyendas).

“Y el corazón de la niña late desbocado,
desesperada mira al frente
advierte la orilla como promesa cercana
las lágrimas se van con el río
a tierras lejanas

en la otra banda, el miedo atroz se torna alegría
y de nuevo el tropel avanza por el camino ancho
las charlas amenas han vuelto, la niña ríe,

no sabe que adelante, esperan otros vados”

1 comentario:

  1. Muchísimas gracias por el interés en mi poesía. Valoro cada palabra escrita con su pluma, para expresar su punto de vista.

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