Estudioso y poeta, profesor y columnista albaceteño. Este diario se comenzó a escribir durante el confinamiento. Un ejemplo de “literatura confesional” de descripción de emociones más que de testimonio periodístico. No son pocos los textos que van apareciendo después de un año del primer confinamiento, aquel que nos pilló desprevenidos y asustados, con incertidumbre que no ha cesado y con esperanza, en cambio, que parece que sí terminó. El volumen se completa con otras estampas, otros artículos escritos con la misma voluntad de mostrar la subjetividad de la mirada. Las expresivas ilustraciones son de J. M. Nieto, humorista gráfico del Abc.
Al comienzo de la pandemia no se sabía cuánto iba a durar lo que prometía ser cuestión de una quincena y en los primeros momentos hubo una efervescencia creativa y un interés de compartir la experiencia y la perplejidad. La voluntad que José Juan Morcillo hace explícita es llegar más allá de la simple crónica y la documentación histórica: “Mi anhelo es que su lectura les sea deleitable y provechosa: lograrlo, mi única satisfacción”, dice en el prólogo.
Lo meritorio del intento es ir más allá. No va a contar nada distinto a lo que hemos pasado todos durante el confinamiento y la lectura es mucho más interesante que el mero reflejo de lo que sentimos y vivimos hace un año. Estamos hablando de un texto de lirismo y de lucidez, de fijar la atención en la nueva cotidianeidad y hacer resaltar una nueva mirada personal y poética: “Llevo dos días sin salir de casa. Sigo con disciplina las tareas diarias. No tengo ánimo para vestirme, salir a comprar algo de comida y volverme con el espíritu entristecido después de ver las calles y el paseo huérfanos de vida humana” (Día 5).
Entre estas líneas recuperamos las ruedas de prensa diarias, los miedos, la llamada policía de balcón, la incertidumbre, incluso restos de lo que se ha venido a llamar fatiga pandémica, queda fuera, y se agradece, el guirigay político que atronaba en esos días. Esta es una hibridación muy delicada entre la literatura testimonial y confesional.
El confinamiento dio la oportunidad de repensar el espacio en el que nos desenvolvemos habitualmente: “Hacer del hogar prisión, en cambio, consiste en transformar tu ámbito de libertad, tu patria más íntima, en jaula de hormigón, en pintar de incomodidad la comodidad de tu espacio vital. Por ello, la mente se resiste a aceptar la transgresión” (Día 25). Así mismo tuvimos la ocasión de experimentar una nueva manera de concebir el tiempo: El tiempo, decía Ovidio, es el destructor de las cosas (edax rerum); con la lectura nos burlamos de él y acariciamos la eternidad” (Día 40). Muchos recordamos también la perplejidad que suscitaba la vuelta a cualquier forma de normalidad, la salida del hogar para retomar las actividades, el autor también confiesa: “Me costará volver a la prisión de la cotidianeidad” (Dia 50).
En las Otras estampas percibimos el lirismo de manera más explícita, la reposada mirada y l contemplación gozosa del paisaje: “Hoy la tarde es tranquila y apacible, y el arrebol de las nubes anuncia la llegada de la noche. Los estorninos y las palomas vuelan hacia las ramas yertas de los árboles” (Tiempo); “Los alcorques de mi ciudad son tristes. Son tristes y sucios. Algunos, viudos de árboles” (Alcorques); “A veces, como me ha sucedido esta mañana, me he dado cuenta de que no me fijo en las calles ni siento las impresión diaria porque estoy acostumbrado a ello” (Medio siglo).
Hay también ocasión para un replanteamiento minucioso de lo que vamos haciendo casi sin pensar, cuando la vida pasa por nosotros y no somos nosotros los que pasamos por ella: “Cuando tengo la mente ocupada en asuntos serios y que requieren responsabilidad, objetos cotidianos corren en mis manos el peligro de quedarse expósitos, a merced de quien quiera ampararlos” (El olvido).
Completan las estampas varios recuerdos (Cebra) y bromas (Reservas). Queda sitio para Anécdotas personales (Sfumato, Niños) donde se deja caer la dulzura y la dureza de la vida duro. Varios retratos de personajes (El traje) además de textos basados en la actualidad, como fue la tormenta que ahora se denomina DANA (Gloria).
Las Estampas finales abundan en la línea del lirismo y la imaginación (“El lenguaje literario es artificioso, y la artificiosidad coquetea con la ficción”, De lutos), de conciencia del paso del tiempo y los malos presagios: “Asegura que vienen malos tiempos para todos y que están muy próximos” (Panoli); “Hay muchos difuntos en España. Millones. Yo diría que todos lo somos” (De difuntos). Tras la imagen impresa de un tiempo presente incardinado y concreto, la trascendencia de la obra.
Muy agradecido por una reseña tan sutil como generosa, y encantado de que te haya gustado la lectura de estas páginas, cuya escritura fue para mí tan necesaria.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y gracias de nuevo.