miércoles, 17 de noviembre de 2021

Reseña de César Rodríguez de Sepúlveda: ‘Noticia del asedio’. Ompress Poetas, 2021

 


César Rodríguez de Sepúlveda se ha cuidado bien de no apresurarse en la publicación y después de Luz del instante (Ompress poetas, 2020) agradecemos la reciente llegada de Noticia del asedio, por mucho que el origen del poemario se relacione con el drama ocasionado por la pandemia. Está dedicado a su padre. Una de las características más sobresalientes del poeta es su incontrovertible dominio técnico que se aplica a poemas muy líricos tanto como a los más narrativos, los más alegóricos y los dedicados al écfrasis. En el fondo, el poeta ha considerado la experiencia de la pandemia y el confinamiento como un argumento que glosar como si se tratara de una cruel obra de arte.

El abordaje de esta temática puede desplegarse rizomáticamente hacia todo el imaginario relacionado con la muerte a lo largo de la historia de la cultura, no faltan las referencias clásicas a las Moiras (“A esta región del sueño, tan remota, / ¿acaban de llegar / o estaban desde siempre, desde el mismo comienzo / del tiempo, / y solo ahora nos está dando velas” o al tópico del Carpe Diem (“Ante todo, rehúye una excesiva proximidad: /…/ No bajemos la guardia. / Andemos por la vida con mil ojos”). A los que se añaden las referencias religiosas: “tu don merecido, / la luz serena que tus ojos dicen” (Martirio de San Sebastián); “no irá usted a creer / que cuando al buen Adán / su creador, imperioso y exigente, / impartía instrucciones / (Creced y multiplicaos, / llenad la tierra y someterla), / no había nadie más escuchando” (El intruso). César Rodríguez de Sepúlveda, gran conocedor de cada uno de estos elementos sabe exprimer las referencias y las connotaciones sin caer en un conceptualismo erudito y frío, al contrario, cada verso se enriquece con las capas de cultura que se van encajando como una obra de relojería.

La trascendencia de los aconteceres sitúa de manera muy clara las emociones que hemos ido sufriendo a lo largo de los días de incertidumbre, utilizando un ojo muy preciso para resaltar los instantes (la luz del instante a la que se refería su primer libro) más significativos de estas nuevas rutinas: “Andar por casa, tropezando con los muebles, / culpándolos de estar / todos los días en el mismo sitio” (Arresto domiciliario); “Salir a avituallarse / por si es largo el asedio /…/ Fuera sigue acechando / el minúsculo ejército / de francotiradores invisibles” (Ángel exterminador); “A las ocho, otra vez, / salgamos a hacer ruido en los balcones, / a aplaudir, a cantar, a celebrar la vida / para espantar –ilusos– a la muerte” (Otra vez); “El sujeto, nosotros. / El verbo, muy pasivo, demasiado. / El complemente agente, este / virus de pesadilla” (Una cuestión de sintaxis).

No es demasiado aventurado relacionar los usos poéticos de Noticia del asedio con Antonio Machado o Blas de Otero, utilizando mesuradamente lo cotidiano con lo lírico. Introduce términos no convencionalmente poéticos, demasiado modernos para caber en una lírica al uso: “A las 4:50 de esta noche / ya será primavera. / En el valle del Jerte / ahora estarán floreciendo los cerezos, / no informados de virus ni de muertes; / aunque este año, dicen en la web, / habrá solo cerezas virtuales” (Martirio de San Sebastián, 2). Y es el juego de extrañamiento entre dos constelaciones de referencias, las cultas grecolatinas y cristiana (“No sabes, desgraciado, hasta qué punto / te atañe la desdicha, no sospechas / que al buscar sus raíces hallarás / tu propio corazón infestado de muerte”, Edipo recibe a los suplicantes) y las de la cultura popular (“pero el observador, mientras circula, / provisto de agobiante mascarilla, / no deja de advertir / en este florear cierta ironía”, Muerte entre las flores) lo que confiere un renovado aire de compromiso poético que no desdeña el uso de la ironía y el humor para conjurar los peligros y las tragedias: “Nos mata. No sabemos si siguiendo / un programa preciso, / o según sus caprichos, / como una indeseable lotería. /…/ Le damos muchos nombres: / dios / azar / coronavirus” (Argumentum Virologicum).

En ocasiones puede presentar su faceta más épica (“Sacude la cabeza / Caronte: / tan colmada de boca, teme / que algunos sin remedio / irá a parar al fondo de la Estigia”, Temores del barquero); “Ved aquí la ciudad tras la batalla, / como un milagro, intacta, / sin huellas de dolor ni de agonía, / sin rastros de los cuerpos que con sus / impuras secreciones y sus ayes / ensuciaban el aire /…/ Ved aquí tan perfecta / labor de artesanía, / el trabajo impecable de la muerte” (Paisaje sin figuras). Y en otras puede hacer un exquisito ejercicio barroco(San Jorge y el Dragón).

“Lo que es seguro conociendo nuestro

incurable optimismo (e insaciable

avidez) es que después de la

victoria no sabremos

comprender todavía

que no ha habido

ninguna

victoria”

(Después de la victoria)

No quisiera dar la impresión fría al recrearme en las figuras formales de un poeta grande que domina a la perfección el oficio (no hay más que recrearse con el manejo del encabalgamiento). Son versos llenos de humanidad, de sensibilidad ante el dolor y el sufrimiento en el que uno somos todos, en tiempos inhóspitos, momentos nunca vividos, con una carga de desconsuelo que nos atenaza:

 “… Nos ignora

el tiempo: nada somos

en las estancias de su inmensidad.

Huéspedes clandestinos en un extraño palacio,

que, con su señorial indiferencia,

no atiende a nuestros juegos diminutos,

bástenos su calor, bástenos

los contados instantes de gracia,  el

imprevisto regalo

del azar:

esta tibia mañana

de abril,

para intentar fundar una esperanza” (Mañana sin mañana).

 

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