martes, 4 de enero de 2022

Reseña de Juan Francisco Quevedo: ‘Este tiempo nuestro’. Cuadernos de Humo. 33

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Al cuidado de Hilario Barrero, Este tiempo nuestro, recoge poemas, prosa y dibujos y una entrevista con este escritor cántabro nacido en México, farmacéutico de publicación tardía de novela, ensayo y, por supuesto, poesía. Se estrenó en 2019 con El sedal del óxido y ahora acaba de presentar Una mirada a este tiempo nuestro, del que estas páginas es una suculenta introducción. Aquí podemos acercarnos a sus presupuestos estéticos y éticos: “El poema hay que elaborarlo, con autenticidad y belleza, donde la emoción; si no lleva este componente fundamental, el acto de creación poética puede quedar en un simple ejercicio lingüístico, cuando no matemático” (Poética).

También, por supuesto, asomarnos al mundo interior que lleva al poeta: “Somos volátiles / hojas de un libro escrito / que el azar mueve”. Los sentimientos más intensos del autor en la alegría (“No recuerdo no haberla besado / al menos una vez cada día”, No son solo palabras) y en las penas (“Te vas yendo en tu nombre, / tan lejos que sellas mis labios / a las palabras que tan solo escribo / con el eco del silencio /…/ Me pierdo / en la interna tristeza de la nostalgia / de su alegría”, Tristeza). Como se puede apreciar con mayor nitidez en el volumen de Libros del Aire, conecta la poesía con la reflexión filosófica, un tanto desencantada, pero, sobre todo, lúcida: “El arte de estar solo, / la adorable manía / de contemplar el mundo / sin tamices superfluos” (Simplicidad); “La vida no es sino un mortal disparo / que se despacha como un pagaré: / Sin fecha concreta de vencimiento” (Pagaré).

En los versos se sugiere una visión de la vida en su trascurso que alterna la celebración y la esperanza: “Se difuminan los monstruos sombríos / que tiñen de negro las pesadillas, / que puebla la piel de los desvelados, / como un volátil tatuaje de guerra” (En el silencio). Pero sobre todo, son las huellas que se van quedando en la memoria y en la piel: “Hasta hace poco, / con un mapamundi de cicatrices / bordado a mano, / no supe que existe / –sin desvanecerse entre la neblina, / con el fulgor preciso de un cometa / que brilla siempre–, / en la singular mirada de un hijo” (Esta hora). En estos tiempos inciertos son necesarias las palabras de aliento y consuelo, pero son imprescindibles los poemas que retraten al mundo en su complejidad y desánimo: “Me busco tenazmente en las palabras. /…/ Te perdí, nos perdimos para siempre”.

De su faceta como ensayista, Cuadernos de Humo rescata un breve artículo, ¿La genialidad de la obra artística exculpa al hombre? En el que se plantea, a partir de la figura de  Benvenuto Cellini, el genio versus canalla divino. Y en  Descifrar el tiempo, deja claro que la visión del compromiso ético no debe estar ausente de la escritura: “El arte, y muy especialmente la poesía, siempre debes contribuir a darnos una visión ética del mundo, proclamando la libertad humana por encima de cualquiera otra consideración”.

Termina el número con una entrevista en la que lo escueto puntúa doble por la dificultad de condensar el pensamiento a la respuesta. Quedémonos, sin embargo, con un deseo que compartimos plenamente:

“Que la muerte se aburra de esperarme”

1 comentario:

  1. Muchas gracias Javier, te agradezco de veras esta reseña tan generosa y, a mi modo de ver, tan certera, desmenuzando la verdad que se encierra en este Cuaderno de Humo.

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