miércoles, 7 de agosto de 2019

Reseña de Carmen Canet y Javier Bozalongo: ‘Cóncavo y convexo’. Esdrújula ediciones. 2019


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Carmen Canet, además de doctora en Filología Hispánica, profesora, crítica literaria y ensayista es una excelente aforista, como ha demostrado en Malabarismos (2016), Luciérnagas 82018) y La brisa y la lava (2019) y seleccionando y editando los aforismos de la obra de Luis García Montero y Dionisia García. Por su parte, Javier Bozalongo es conocido tanto como poeta (Líquida nostalgia, 2001; Hasta llegar aquí, 2005; La casa a oscuras, 2009; Todas las lluvias son la misma tormenta, 2018), como editor y también gracias a sus libros de relatos (Todos estaban vivos, 2016) y aforismos (Prismáticos, 2017).
Este libro es un artefacto muy especial. El aforismo es el género más lacónico de todos y por eso mismo quizás sea de los más difíciles de trabajar en equipo. Este Cóncavo y convexo está escrito a 4 manos. Como dicen los autores, “frases que a modo de dardos, nos hemos ido enviando para darle rienda al pensamiento, sin que el orden en que aparecen en el libro indique en ningún momento quién de los dos es el autor” (p. 8).  Un experimento de diálogo en el campo del aforismo. Aquellos que conozcan bien el estilo de los autores quizás se arriesguen a identificar los aforismos y separar quién escribió el dardo y quién la réplica, pero  en el fondo, es lo menos interesante de este experimento. Es mucho más sensato dejarse deslumbrar por los reflejos que concentran la luz o la disgregan. Y, como saben los matemáticos, cóncavo y convexo no son sino la misma forma vista desde diferente eje.
                Los aforismos están clasificados por temas, Escribir, Ver(se), Amar, Hacer (política) y vivir, bloques más o menos amplios para ir desplegando el ingenio y el buen humor. Buenos conocedores del oficio, Carmen Canet y Javier Bozalongo se sirven del calambur, la aliteración y otros juegos de palabras y giros de tuerca. A menudo es darle la vuelta al aforismo inicial y descubrir una dimensión que, en principio, no se asocia. Otras veces las palabras toman otro punto de partida, otra acepción: “Hay poemas que huelen a jazmín / Hay lectores sin olfato”. “Aforismo subcutáneo: submarinismo. / Aforismo cutáneo: a flor de piel” “Aforismo intravenoso: interiorismo. / También hay aforismos venenosos”. En ocasiones se aprovecha para abundar en la idea: “antes de escribir, leer. / Después de leer, hay que leer más”. El mecanismo de la imagen más el humor, de la greguería, del surrealismo ofrece momentos felices: “Contaba los días de la semana como si fueran heptasílabos. / Deseaba semanas alejandrinas”. Sentido del humor: “Hacen falta más libros (dijo el dueño de Ikea)”.
Durante todo el libro se demuestra que hay buena sintonía entre los dos. “Las casas son textos donde hay páginas íntimas y párrafos comunes. / Y también, a veces, aparecen erratas”. Y parecen complementarse en los distintos temas: “¿Quién se esconde detrás de los espejos? / La soledad, a veces, se esconde tras los espejos” y ofrecer una mirada y una sabiduría ampliada: “Quien oculta sus ojos tras unas gafas de espejo no suele tener una mirada limpia. / Los árboles suelen tener su espejo en la ribera de los ríos: mirada limpia y transparente”.
Se complementan como un único aforismo: “Tenía la voluntad quebrada / y el deseo fraccionado”; “Hay soledades tangibles. / Y compañías que es mejor no tocarlas”; “En la vida hay que hacer muchos quebrados. / Procura que la vida no te fraccione”; “El problema del tiempo. Y de los tiempos. / vivir a destiempo”; “A veces es necesaria la soledad para descansar de la gente. / Necesitaba gente para huir de sí mismo”. Rematando con eficacia la faena: “Volvió a ser después de haber sido. / Se volvió un hombre repetitivo”
Podríamos hacer un catálogo de frases de las que apuntamos para comentarlas a los demás porque nos han sobresaltado, nos han hecho sonreír, porque tienen más razón que un santo y no lo habíamos percibido antes: “La separación de bienes es un buen régimen. / La separación de males es aún mejor”. Consejos sabios a tener en cuenta (“Es mejor buscar ahoras que horas. / No se puede buscar a deshoras”) y ocurrencias a las que, tristemente, debemos darle la razón, “El amor, a parte de un sentimiento, es sufrimiento. / No miento.”
Resuenan diferentes voces, grandes aforistas y poetas se entreleen. Para muestra un botón, “Las caricias son dibujos de la piel. / La piel tiene memoria.” remiten a uno de los últimos libros de Rosario Troncoso.
También demuestran la valentía de defender unas ideas concretas más allá de consejos superficiales que puedan valer a todos: “Ir a votar como quien va a misa de doce: después de la campaña electoral todos dicen: ¡amén! /Presidir una mesa electoral en domingo es como celebrar una eucaristía: hace falta tener mucha fe”. O referencias que pueden resultar polémicas: “Olvidar el pasado y espera el futuro es huir del tiempo. / La importancia de la memoria histórica”; “Decir que no, algunas veces, es afirmarse. / Afirmación no es no”.
Carmen Canet y Javier Bozalongo cuentan con experiencia, pero sin cinismo. El punto justo de desilusión y utopía, de poesía y realidad: “A veces la mente es muy mentirosa y nos altera con sus envites. / Otras veces nos embiste con la verdad de la vida”.
Los pequeños detalles que sólo están a la vista del poeta (y el aforista) bien entrenado: “Las personas llamativas entran sin llamar. / La expresión de despedida “siempre tuya” es una hipérbole efímera”; “Las diferencias entre un viaje de ida y otro de vuelta. / A la ida la maleta está ordenada. A la vuelta está llena”
En suma, como se comprueba en el aforismo: “La vida, unas veces, es un espejo cóncavo y otras, convexo”. Pero quedémonos con un gran consejo aplicable, para empezar, al mismo volumen, y, en general, a la vida: “Asomarse a la vida es perdérsela. Ocurre igual con las personas y las cosas. /No te asomes, zambúllete”.


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