lunes, 5 de septiembre de 2022

Reseña de Itziar Mínguez Arnaiz: ‘Nubes y claros’. Cuadernos del Vigía. Col. Aforismos. 2021

NUBES Y CLAROS | ITZIAR MINGUEZ ARNAIZ | Casa del Libro

Además de poeta, narradora y guionista, Itziar Mínguez hace una gran incursión en el mundo del aforismo con un volumen ganador por unanimidad y ex aequo del VIII Premio Internacional José Bergamín de Aforismos. Según el jurado, Nubes y claros “combina la mordacidad y el humor con una enorme capacidad para la observación implacable e inspirada de lo humano. Un libro preciso y perspicaz donde los detalles propician una nueva mirada sobre las cosas y los acontecimientos”. No se puede describir mejor ni más conciso esta espléndida colección de aforismos, donde se mezclan con soltura la ironía (“El trepa tiene mucha empatía. Sabe ponerse en el lugar del otro”; “Es un despropósito esconder entre la ropa interior lo que no quieres que nadie encuentre”) con lo poético (“Después de Shakespeare todas las grandes ideas son grandes plagios”). Verdades pequeñas como greguerías (“Qué palabra incertidumbre. Parece un ciempiés que no sabe a dónde ir”) con lúcidas observaciones (“Mentir a uno mismo es como meter gol en propia puerta”). Algunos aforismos podían haber sido poemas, y no necesariamente los literarios: “La primera vez que dibujaron una nube, damos forma a la melancolía”; “Una nube puede parecer muchas cosas pero solo es una nube”; “Ni siquiera un buen poema justifica los nadas”.

Algunas recomendaciones se hacen sobre el arte del aforismo (“El aforismo debe tener una intención y contener una intuición”; “El último aforismo ha de tener vocación de epitafio”) y de la escritura en general: “Escribir es regresar a los lugares a los que no podemos volver”; “Las palabras se las lleva el beso”; “Contra la fría exactitud de las cifras, la hermosa imperfección de las palabras”.

Son especialmente notables aquellos que describen con perspicacia las costumbres: “Hay personas que te retiran la palabra cuando tienes razón”;  “La mayoría de las veces no queremos tener la razón, queremos que nos den la razón”; “Hay gente que es infinitamente feliz en su desgracia”. Itziar Mínguez hace gala de un poder de penetración del alma humana que trasciende lo psicológico: “El deseo, si se puede controlar, es otra cosa” o “«Luego» es la patria del perezoso”; “Siempre aspiramos a repetir lo irrepetible”. Todos estos aforismos y muchos otros describen el deseo y las ansias, el motor de la acción humana. Puede recurrir al humor negro (“A partir de la tercera copa de una cena de empresa es el escenario ideal de un crimen”) y puede resumir una sentencia con rotundidad: “Somos quienes somos cuando nadie nos mira”; “Somos la suma de lo que no pudimos ser”; “Dejas de ser niño cuando descubres que puedes mentirte a ti mismo”.

También, como Montaigne, sabe mirar valorando las cualidades morales y la hipocresía: “Pedir perdón es pedir permiso para volver a errar”;  “Los consejos de las madres son como la letra pequeña de los contratos”; “Hasta que se cumple, todo lo prometido es duda”; “Intenta que tus principios no se conviertan en tus finales”; “Arrepentirse es una estrategia para equivocarte otra vez”… Tampoco se reduce al ámbito individual, hay mucha penetración social: “Las banderas no eligen sus colores. Ni lo que hacemos por ellas”; “Llamarlo reincidencia o perseverancia depende de la clase social de pertenencia”.

No abusa de los juegos de palabras, como en su poesía, Itziar Mínguez realiza un proceso delicado de depuración, eliminando cualquier gesto superfluo. Hay quizás mucho de desengaño: “Los poemas deberían tener fecha de caducidad”; “Conformarse es como celebrar el premio de consolación”; “Todo es peor de lo que parece”; “Todos los sueños cumplidos dejan daños colaterales”; “Plan de hoy hambre para mañana”; “Casi nunca pasa nada. Y eso es todo lo que pasa”; “Lo peor de todo nunca es lo peor de todo”… Pero son aforismos sin cinismo, incluso con esperanza: “Nos mantiene vivos la sospecha de que existe la alegría”; “Cuando el azar se equivoca, la razón se frota las manos”; “La incertidumbre también es una forma de esperanza”. Nos invita a recordar, como en el proyecto ilustrado, que “La luz es la única que pone a la sombra en su sitio”. Y no olvidemos, sin embargo que “También la luz artificial es luz”.

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