domingo, 19 de agosto de 2018

La prisión permanente revisable y el neoliberalismo


La prisión permanente revisable, entre otras cosas, deja muy claro cuáles son las coordenadas antropológicas del neoliberalismo, que en cierta manera es muy conservador. Lo mismo pasa con la manera en la que se aborda la violencia machista y el feminismo en general.
                El discurso oficial, aunque se puede matizar dependiendo del grado de machismo del encargado de hacer declaraciones quien, como estamos comprobando puede insinuar directamente la responsabilidad de la víctima, insiste en la culpabilidad personal del agresor. En todo momento se niegan las condiciones estructurales que inciden en la violencia. Todo se trata de una cuestión personal, individual. El neoliberalismo tiene alergia a cualquier tipo de responsabilidad social. Por un lado, es lógico, su doctrina se sustenta en el individualismo. Cada cual consigue en la vida lo que se merece con su esfuerzo. Y viceversa, lo que no se consigue es por la falta de mérito individual. El castigo se refiere al mismo sistema de premios y recompensas. El criminal actúa según su conciencia o falta de ella. Por lo tanto, debe ser castigado, en primer lugar, como acto de legítima defensa. Apartarlo de la sociedad es una misión esencial en el sistema penal, más aún que la reeducación, en la que el neoliberalismo cree muy poco.
                La posibilidad de reinserción hunde sus bases teóricas en la maleabilidad del hombre, con el extremo de considerar a la persona como una tabula rasa, como un papel en blanco, que se puede reescribir. No es necesario llegar al extremo de considerar, como hacía el psicólogo Watson, que podría convertir a un niño sano tomado al azar en un médico o en un mendigo, prescindiendo de su talento natural, simplemente hay que confiar en la capacidad del ser humano de perfeccionarse.
                Es fundamental desechar la posibilidad de cambio en el ser humano para justificar que la jerarquía social sea estable. La distribución social del talento debe corresponder con la distribución social de la riqueza, haciendo un silogismo inverso. Los que estamos arriba en la escala social debemos de ser los más eficientes en la búsqueda de la riqueza puesto que hemos llegado a estos puestos privilegiados.
                Se rechazaría, por lo tanto, la posibilidad de mejorar socialmente de aquellos que no están dispuestos para ello. La escuela no tendría otra función que la de clasificar a los alumnos según sus capacidades, dejando por inútil la misión de mejora de aptitudes e inteligencia. La cárcel sería el depósito de aquellos que no pueden, porque no saben, vivir en sociedad. Y no hay nada que pueda remediarlo. Cualquier atisbo de negar esta suposición pondría en peligro la justicia de la distribución social. Sería tremendamente miserable una sociedad que no invirtiera fondos en educación que pudiera revertir las injusticias de partida. Porque estas desigualdades serían de nacimiento por cuanto se condena a los que nacen en los lugares equivocados y no tienen posibilidades para un desarrollo de sus talentos; pero no serían por nacimiento, es decir, no necesariamente diferencias genéticas.
Para esta ideología la sociedad del riesgo es magnífica como clasificador social de los válidos o no válidos, afrontar el miedo al riesgo es el aparato medidor moral de la gente. El emprendimiento se presenta como prueba de valor, sin importar si tienes medios o no, si tienes un colchón de seguridad que te permita afrontar los riesgos de perderlo todo. “Si”, el famoso poema de Kipling tan admirado por el expresidente Aznar, lo resume perfectamente, si estás preparado para renunciar a todo, de perderlo sin cambiar el semblante, toda la Tierra te pertenece y, lo que es más importante, serás un hombre, hijo mío.
                La violencia machista es execrable, pero no se debe a que la sociedad sea machista, sino a que hay individuos intrínsecamente perversos. Las desigualdades salariales entre hombres y mujeres podrían existir, pero no son causadas por el mercado, sino porque, individualmente, cada mujer toma las decisiones equivocadas en cuanto a su destino laboral. Son ellas las que prefieren “libremente” elegir medias jornadas para poder cuidar de sus hijos, son ellas las que optan por enfermería o educación y no por ingenierías. Nadie las obliga. Por supuesto, no se entretienen en ver las condiciones cotidianas que se imponen en cada caso, que, curiosamente, se parecen mucho. No se entra en la discriminación en la selección de personal, no se entra en la negociación de sueldos que afecta de manera más severa a los trabajos más feminizados. Se les paga menos porque están dispuestas a aceptar un sueldo menor habida cuenta que tradicionalmente la mujer ha ido a trabajar para completar el salario de su marido y puede soportar una menor remuneración.
                La prisión permanente revisable insiste en la función punitiva y defensiva de la sociedad ante individuos esencialmente malvados. A estos conservadores no les afecta el razonamiento de que este tipo de penas son inútiles, que los países que las imponen no ven mermados los índices criminales, porque no piensan sino en retirar de la circulación a estos elementos indeseables. Cualquier otra versión es tachada de “buenismo”, tomado como un insulto. Nadie es redimible, y si lo es, no nos podemos permitir el lujo de soltarlo para comprobarlo. [El eufemismo “revisable”, por otra parte, invalida la demagogia que contrapone el sistema por el que los beneficios penitenciarios permiten salir a un asesino en pocos años. Si fuera realmente revisable, ¿quién quita que acabe también saliendo al poco tiempo?].                 A veces da la sensación de que se intenta camuflar un –comprensible– deseo de venganza.
Pues así las cosas, tenemos que lidiar con sentencias que no llegan ni siquiera a ponerse de parte de la víctima. Ni siquiera respetan las reglas del juego que se han encargado de poner ellos mismos.

1 comentario:

  1. Siempre es del todo necesaria la lectura, no una, sino varias veces, de tus excelentes artículos, perfectamente documentados y con los que se "disfruta", aunque el tema sea peliagudo.

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