domingo, 12 de agosto de 2018

Pequeñas consideraciones personales sobre las teorías poéticas


Encuentro, inculto que soy, muchas maneras de entender la poesía. Escribir poemas –o libros poéticos, que viene a ser lo mismo– sobre la creación poética es un género en sí mismo, como los libros de viajes, o las novelas de iniciación o Bildungsroman, o los autos sacramentales. Es un tema socorrido en el que se pueden integrar metáforas incomprensibles con paradojas monumentales al estilo de Paulo Coelho. Quizás habría que intentar huir de ellos como de una tentación que lleva derechito al infierno, pero la verdad es que son muy agradecidas. Con un poquito de imaginación y el uso de una imagen sugerente, puede quedarse uno muy ufano y seguro que encontrará quienes le rían la ocurrencia y compartan su poema.
                Por suerte, hay quienes se dedican a esto seriamente y, además de los sesudos tratados sobre poética, aparecen pensadores y poetas que iluminan la creación poética con sus teorías. No es cuestión de repasarlas todas, comenzando, como es de rigor, con Aristóteles y llegar hasta los antipensadores posmodernos, esos para los que todo es texto y que abominan de la coherencia lógica y tanto daño han hecho a la civilización occidental dando cobertura a la teoría que sustenta las fake news.
                Me resulta sugerente la posición abanderada por el malogrado Juan Carlos Rodríguez. Sus ideas sirvieron de base teórica para la llamada nueva sentimentalidad y para la tan traída y llevada poesía de la experiencia. Entresaco alguno de sus rasgos sobre los que intento llamar la atención. Parte Juan Carlos Rodríguez de una obviedad que por serla pasa desapercibida. La lírica no es sino una forma de ficción, tan ficción como la novela o el drama teatral. La creación del sujeto poético no se tiene por qué corresponder con el sujeto escribiente, es decir, siempre existe un desdoblamiento entre el escritor y el “yo” que aparece en el poema. Fernando Pessoa lo expresaba de una manera mucho más simple y mucho más efectiva cuando recordaba que:
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente.
                Es por eso por lo que José Luis García Martín recalca que nadie ha escrito un poema estando enamorado. No me imagino a Miguel Hernández trastornado por el dolor de su gran amigo Ramón Sijé rimando y acentuando durante el luto. Y, sin embargo, como toda ficción, aspira a algo más que un simple malabarismo del lenguaje. La poesía se va a definir por el efecto, por la función –social, como todas las funciones– que ejerza.
                La poesía de la experiencia puede jugar a crear vividores que trasnochan de barra en barra, alternando con canallas y prostitutas de buen corazón y presentarlos como un “yo” en el poema. Y uno puede, como en las novelas, preguntarse hasta qué punto son autobiográficos los versos y por qué a tal personaje, que uno conoce perfectamente, le ha regalado un nombre tan prosaico. El escritor es dueño de una ficción, de un paraíso donde los espejismos le permiten engatusar al lector y conmoverlo. El poeta sitúa en su escaparate los trampantojos jugando con la verdad y la impostura. La maestría está en ocultar el artificio.
                Por otro lado, y sin dividir facciones, hay muchísimos poetas que procuran en sus versos transmitir verdad. Decía, en unos Apuntes para una poética, mi admirado paisano Ángel García López que, en poesía lírica no lo que no es autobiografía es sólo plagio. Unos procuran elaborar una filosofía mística que llegue al fondo de las cosas, otros se pelean con el lenguaje, lo doblan y retuercen para conseguir expresar lo insondable. Otros, muchos otros malos poetas, se resisten a cambiar un acento porque si la cita fue a las siete de la tarde, no se puede poner a las diez. La verdad está en cada palabra literal del verso, sea describiendo los pájaros que tornaban al anochecer, o el sentimiento romántico que los arrebata cuando cogen la pluma.
                En la teoría eléctrica de la poesía, se le otorga al poeta la función que tiene Neo en Matrix, descubrir la realidad real (que me perdone Zizek) frente al mundo mediado por el lenguaje habitual. Mediante metáforas e imágenes inesperadas, el poeta debe abrir una rendija en la casa del lenguaje para que entre la luz de la realidad de ahí fuera. Además de deslumbrar por su ingenio, conseguirá transmitir a sus compañeros de infortunio algo de lo que no se puede expresar con palabras.
                Poetas que no aspiran a esos malabarismos también procuran mucha verdad en sus versos. Y lo consiguen, aunque la anécdota concreta que inició el poema nos resulte extraña o nos esté vedada. Hay poetas que describen un paisaje y nos llega la realidad, la verdad con más nitidez que un bodegón del Siglo de Oro. Poetas que consiguen expresar con palabras sencillas, casi sin artificio, lo que uno está sintiendo, lo que todos estamos sintiendo. Y sin plantearse si el “yo” del poema es el mismo “yo” del DNI.
                Unos, hemos visto, planteaban la lírica como un género de ficción, históricamente enraizado, fruto del individualismo que corrió parejo al romanticismo decimonónico, cuando el mundo burgués se estaba imponiendo y desencantando al mismo tiempo. Y en esa construcción se abrían en canal y se exponían como algo precioso y preciado. Quizás no por ser alguien excepcional, sino por ser únicos. Como todos somos únicos. Hubo mucho de narcisismo y mucho de escapismo. También mucho de arte vacuo, de vanguardias que procuraban el arte por el arte y que, en el fondo, trataban de adorar al genio que las inventaba por primera vez. Pero, como aprendimos de la novela, una ficción puede servir también y quizás mucho mejor, para contar una verdad.
                Otros, procuran en sus versos la honestidad de esa búsqueda y entienden la poesía como una forma de conocimiento. De autoconocimiento, dirán algunos revolcándose en el narcisismo. La verdad que pueden compartir Agamenón y su porquero. Aunque, como sabía Machado, la verdad de Agamenón difícilmente podrá aceptarla su porquero.


Dedicado a Efi Cubero, quien, en cierto modo, me sugirió pensar estas cosillas

1 comentario:

  1. Maravilla de artículo, un tema magníficamente tratado y con la exactitud y la belleza que siempre empleas en todos y cada unos de tus textos.

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