viernes, 27 de marzo de 2020

Reseña de José María Cumbreño: ‘Retórica para zurdos’. Ediciones liliputienses. 2018


EL JUEGO DE LA TABA: "Retórica para zurdos" (bis)
El editor de Ediciones Liliputienses, José María Cumbreño, aprovecha la ocasión para reunir un volumen heterogéneo, a medio camino entre la poesía visual, con efectos, letras, viñetas… con un punto de partida, “Desde la perspectiva del zurdo / todas las cosas están al revés”. Por eso encontramos una querencia hacia las contradicciones: “Las palabras están hechas de aire. / El verdadero poeta / habla sin respirar” (Aire). En este sentido heterodoxo coincide en con el artista multidisciplinar conocido como Mariano H. Ossorno, que puede jugar con las palabras tanto como con los poemas visuales.
José María Cumbreño utiliza pequeños textos en prosa para transmitir mucho más de lo que parecen decir sus palabras: “Tratando quizá de ese modo de no contrariar a ningún dios, los antiguos griegos, en sus inscripciones, escribían alternativamente un renglón de izquierda a derecha y el siguiente en dirección contraria” (Palabras de ida y vuelta). Con la misma facultad visionaria y contradictoria de un Oscar Wilde o de un Borges: “En cuanto al original, en fin, dicen que existe, existe, pero nadie lo ha visto nunca” (El original, la versión y la copia); “La memoria es un órgano ficticio / con debilidad por las ficciones. / La memoria necesita contarse mentiras a sí misma” (La memoria); “Algunos lugares no están hechos / de distancia en los mapas, / sino de todo lo que en esos lugares fuimos, / tuvimos / y perdimos” (Lugares). Más allá de esteticismos nos recuerda que “Un poema es el resultado de multiplicar el silencio por sí mismo” (Operaciones matemáticas).  El poder de la palabra, curativo y disciplinario, toma protagonismo para repensar algunos de los lugares comunes que repetimos casi sin darnos cuenta, “De las obras maestras (demasiado perfectas para ser humanas) se aprende mucho menos que de los libros mediocres” (Las obras maestras); “Escribir todos los días en una pizarra es el mejor antídoto contra la vanidad” (Pizarra); “De hecho, las palabras pueden significar cualquier cosa, / cualquier cosa. / Excepto la verdad” (El significado de las palabras).
                 El autor  va intercalando lo que pueden ser tenidos por poemas o por aforismos: “La agujas, como los poemas, hieren una parte del cuerpo a fin de sanar otra” (Acupuntura);  “Teatro del absurdo: subgénero dramático que carece de verosimilitud debido a su excesivo realismo”; “Como la vida, la ausencia de señal también tiene un significado” (Código Morse).
Nunca faltarán, por supuesto, las miradas críticas al mundillo: “Y, aun así, escribir. / Continuar escribiendo / como el prestidigitador / cuya varita confunde la chistera con el conejo, / el conejo con el as de picas / y a los tres con un simple truco. // Ocultando más de lo que se muestra. / Mostrando menos de lo que se recuerda” (El prestidigitador). La enfermedad del escritor tiene que ver más con el ego que con la página en blanco: “Originalidad. Cualidad en la que creen los escritores ingenuos”; “El verdadero escritor prefiere leer a escribir” (Leer y escribir); “El poema perfecto: a la postre, un poema sin poeta” (Poema sin poeta)
Con los pies en el suelo, recordar que “Cuando uno tiene niños, / descubre que el verdadero dilema no es escribir o vivir, sino escribir o dormir” (La literatura y la vida. La vida y la literatura) y, por supuesto, “Porque en el fondo de lo que se termina hablando no es de lo contado, sino de quien lo cuenta” (Lo contado y quien lo cuenta). Su postura teórica es la de primus vivere, deindre litterae: “Aunque suene a contradicción, / La literatura, para serlo de verdad, debe / tratar por todos los medios / de no parecer literatura” [Made in China (Estrategias y métodos del jugador de tenis de mesa)]; “Para tratar de entender qué es una rosa, quizás lo mejor no sea decirle versos, sino podar rosales” (Un rosal, un enchufe y una tomatera)
“Nadie tiene tanta paciencia
como nuestro pasado, que
finge haberse quedado
 atrás,
que disimula, que espera a que nos relajemos, a que nos confiemos, a que, poco a poco, creamos que no ha tenido consecuencias y que, de repente, es capaz de saltarnos encima, muchos años después, a través de un olor o de la letra de una canción absurda” (Una canción absurda)
Una pequeña gran colección de motivos para pensar que el mundo no puede ser mirado desde otra forma y comprobar que las cosas que hay en él parecen pensadas para ser tomadas desde otro ángulo. Para zurdos.

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho la escritura de José María Cumbreño y su persistente empeño en desdibujar los géneros; el entrelazado de poesía, pensamiento y aforismos es muy sugerente. Enhorabuena por tu rincón lector.

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  2. A mí también me gusta mucho. Una manera sutil de decir y mostrar.
    Gracias por tus palabras, maestro.

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