martes, 7 de abril de 2020

Reseña de Pejk Malinovski: “Poetas / Digterne”. Chamán Ediciones. Traducción de David Sancosmed Masiá


Digterne/Poetas: 24 (Chamán ante el fuego): Amazon.es: Malinovski ...
“El poeta quiere recordarnos una caja de galletas rojas que no podemos alcanzar”

Chamán nos da la oportunidad de disfrutar de este poeta danés del que desconocía su existencia y que me ha dejado completamente deslumbrado. Pejk Malinovski (Dinamarca, 1976), poeta y documentalista, traductor. Este es su tercer libro de poemas. La traducción corre a cargo de Daniel Sancosmed (Madrid, 1982). Ha publicado en Nórdica una antología de poesía danesa contemporánea, Copenhague huele a Paris. La poesía que viene del norte nos ofrece maneras de entender el hecho poético que entran como aire fresco. Y más en este caso donde se trata prácticamente de una larga lista de aforismos poéticos que retratan diferentes tipos de poetas, recogen pensamientos o también ofrecen viñetas poéticas, incluso microrrelatos. A pesar, o más bien, gracias, a la heterogeneidad de los compuestos, el resultado resulta casi abrumador. Hay algo de imágenes surrealistas, flashes de intensidad, de intuición. Pequeños detalles que sugieren toda una historia detrás. Poesía, dicen a menudo, consiste en contar lo más con menos.
La larga lista incluye desde genéricos, “Poetas que aman”, a específicos, “Poetas que aman Grecia”, sin ser excluyentes. Más con la intención de que nos fijemos de dónde son los poetas, hacia dónde miran, desde donde escriben: “Poetas que quieren ser amados y que cuando lo sean, enseguida dejarán la poesía, aliviados”.
Malinovski golpea en la sugerencia inesperada, “Poetas que cortan limones en la oscuridad”, y en el imperio de los sentidos, “Las lágrimas  del poeta cuando se lleva el sexo de ella a la boca”. A veces, el poeta es una poeta, lo que nos lleva a preguntarnos por qué a veces Digteren es un poeta masculino y otras femenino: “La poeta que quiere ser una tía dura, y se compra una chupa de cuero y se sube a una moto y se folla a una chica que viene de un pueblecito y luego escribe poemas sobre ello y siente la fuerza zumbando a la yema de los dedos como pequeños relámpagos”.
En muchos sentidos esta es una indagación sobre la materia sobre la que se construye la poesía, por tal razón se incluyen propuestas poco convencionales (“Poeta investiga la poética de los hoteles”) junto a otras que reflejan un lugar común, una tradición en las atribuciones del origen del poema, “La noble melancolía del poeta, último resto del Imperio austrohúngaro”. Se puede entender, pues, una voluntad casi de manifiesto plural y poliédrico: “Los poetas que prefieren textos en los que el yo, si lo hay, es fluido. Un yo que puede ocupar todas las posiciones, masculino, femenino, joven, viejo, persona, animal, brizna de hierba, placa tectónica (a turnos o al mismo tiempo). Un yo que duda, busca, aspira. Un yo furioso, tranquilo, expectante)”.
A la vez, es una descripción del yo poético personal, de sus aspiraciones y su biografía –ya sea real o fingida, en el fondo es lo mismo–: “La poeta por la mañana estudia el paisaje del edredón”; “Poetas que escriben poemas con ayuda de la búsqueda en google”. Más claramente, con detalles concretos: “El poeta con 43 años, casado, con hijos y casa propia, echan pestes de la burguesía, se ve a sí mismo como anarquista revolucionario y critica a otros poetas por su apatía”. Y, a continuación, “El cómodo autoengaño del poeta”.
Pejk Malinovski dispara en muchas direcciones:“El poeta disuelve el idioma hasta convertirlo en pequeñas onomatopeyas ilegibles”; “El poeta blanco heterosexual desea que todo fuera como en los viejos tiempos”; “La pobreza autoimpuesta del poeta sufí le acerca más a lo divino que cualquier imán”; “El poeta persigue al fantasma de Bolaño dentro del café”. Y no deja sin aprovechar cualquier atisbo de ironía y de hiel: “Los poetas son los monjes del sistema del bienestar, dice riendo el artista” y al mismo tiempo, “El poeta pobre cree que todos se ríen de él” o “El poeta joven no encuentra la poesía que quiere, así que la hace él”. Como sospechamos de los grandes adalides de las vanguardias y la precocidad, “El entusiasmo del poeta joven le hace parecer talentoso”.
En ocasiones, el autor se extiende en pequeños relatos: “El poeta menor acaba en la cama con el gran poeta y una chica con la que han tonteado una noche muy húmeda en un bar del East Village”, llenos de sarcasmo y de humor vitriólico, “La poeta que escribe discursos políticos (trabajo estable)”; “La poeta de clase media romantiza al proletariado”. Quizás es así porque “El poeta se imagina que podría haber sido directos de cine”.
La distancia irónica también la toma contra sí mismo, “El poeta aspira a lo insignificante”; “El poeta vive sus mentiras, factualmente”;  “A la poeta se le da bien escuchar. Tranquila, atenta y constructiva, ayuda a los que vienen con problemas más que a sí misma”; “La poeta mira más allá del mar. Ahí está. El mar. Es casi como en el Louvre”; o más contundentemente: “La poeta ha echado a perder sus hijos con libros”; “La poeta cojea un poco para parecer heroica”; “El poeta arrastra su yo como si fuera un saco de ropa sucia”.
De la misma forma que puede mostrarnos la emoción más intensa, “La elegía del poeta a su padre fallecido es lo más cerca que han estado el uno del otro”, puede recurrir una cita pop, el Pharrel Williams, “El poeta se siente como un piso sin techo”. Y, a la vez, puede ser tremendamente  humano, “La poeta guapísima se pone furiosa cuando él no consigue que se le levante”.
Situación aparte es la de la historia del documental del pueblecito de Texas llamado Poetry o el relato de “una vaca, un día” o la ciencia ficción con la factoría de Mark Twain. De esta forma se denuncian los hipócritas con los que se relacionan los poetas, el trasfondo hueco del mundo del arte, la fotografía, la performance, las instalaciones. Igual que la solidaridad con lo exótico, Honduras, África…
Tampoco está ausente cierta conciencia social, cierta denuncia: “El poeta opina que hay que oír la verdad no de los niños y los borrachos, sino de las camioneras y los camioneros”; “El poeta inhala coca tirado en la calle de la soledad”, sin perder de vista la alta cultura, los elementos definitorios de tener esa distinción: “El poeta habla despacio y con solemnidad, como Johannes en ‘La palabra’ de Dreyer. No ve personas ante sí, ve bacterias, luz e intenciones.”
Dentro de su poética, Pejk Malinovski, advierte que “El silencio es el martirio del poeta”;  El poeta y su diccionario incompleto de lo innombrable”.  O nos muestra algunas técnicas poéticas más vanguardistas: “El poeta encuentra un texto sobre la prostitución en Dinamarca y cambia la palabra «prostitución» por «poesía» y prostituta por «poeta»”.

Incluye homenajes a poetas suicidas y parricidas: “El poeta que se quita la vida poco después de su último libro”, “Argumentos a favor de la vida” como la Violeta Parra que cantaba Gracias a la vida. Y es que “El poeta se levanta el ánimo a sí mismo porque nadie más lo hace”. Están presentes los momentos más desesperantes de la hoja en blanco, “Poetas que se enfadan consigo mismos cuando se atascan escribiendo”; “La adicción del poeta al tedio, a los deseos sin rumbo”. Y están presentes también los avatares en los que “El poeta se abruma enseguida por miedo a ser inscrito en una tradición detestable de poemas pegadizos y lacrimógenos de nobles solitarios en afectuosa gratitud a las jóvenes que sus poderosos y ausentes padres pusieron para criarlos”. Pueden ser tiernos “El poeta escribe con el mismo cariño que un padre que viste a su hijo el primer día de colegio” y pueden ser fríos: “El cariño del poeta está en una memoria usb”.
                El poeta busca la poesía en distintas estancias, “El dinero es una especie de poesía”; “El poeta se identifica con la vida interior de las cosas”; “La poeta saca enemigos imaginarios de los cisnes”, en distintos continentes: “El poeta emigrante ha comenzado a ver Nueva York como a su profesor budista. Siempre en transformación”.
 “El paraíso del poeta, las pocas palabras, versos, páginas, libros que atravesamos el estrecho ojo de aguja del poeta y salieron al mundo, donde pudieron llegar a otro. El otro yo, en el paraíso del poeta”

No hay comentarios:

Publicar un comentario