Beatriz García Guirado ha intentado presentar un panorama amplio sobre el género de lo insólito, lo weird, entendiéndolo como el malogrado crítico cultural Mark Fisher, como un “destino”. Todos estos relatos imponen un inesperado giro de guion inexorable sobre el aparente control, sobre las certidumbres que pretendemos tener en nuestras vidas. Las conexiones más allá de lo casual, incluso de lo simbólico. Lo insólito es precisamente lo que se escapa a cualquier lógica, cualquier control. Puede ser el terror, la angustia, la sombra que se cierne peligrosa, o una simple intuición sobre una tarde soleada.
Las hadas también se mueren, solo que entonces no lo sabíamos (Funeral de hadas, Patricia Esteban Erlés)
Las autoras incluidas pertenecen a la narrativa contemporánea, entendiéndola en un sentido amplio: Cristina Fernández Cubas, Pilar Pedraza, Alicia Sánchez, Pilar Adón, Ángeles Mora Álvarez, Patricia Esteban Erlés, Marian Womack, Izaskun Gracia Quintana, Gemma Solsona Asensio, Ana Martínez Castillo, Sofía Rhei, María Zaragoza, Tamara Romero, Sére Skuld, Isabel del Río, Elisenda Solsona y Nerea Pallares. Podría haber rastreado los inicios del gótico en el romanticismo decimonónico, pero ha preferido concentrarse en autoras de relevancia en el género que demuestran una solvencia importante más allá del género al que se circunscriben. A veces podríamos aplicar la etiqueta de fantasía, de terror o incluso de ciencia ficción.
Quedarse en la calle es algo que le puede pasar a cualquiera. En especial si eres, como yo, una chica a la que su padre ha llamado maldita desde que nació. (Una mujer de ojos muy tristes, María Zaragoza)
Como nos tiene acostumbrados la narrativa de InLimbo, lo extraño y lo amenazante es demasiado cercano. La cotidianeidad está plagada de un segundo mundo imposible de determinar, pero que es imprescindible para explicar cómo nos hallamos en este mundo. Es, además, una mirada en la que se completa la absurda idea de neutralidad antropológica que se suele otorgar a la narrativa escrita por varones.
Está claro lo que pasa aquí. Aquí lo que pasa es que son todos unos paletos y unos hijos de puta. Es imposible que se les meta en la mollera que ahora existe un nuevo orden mundial siendo tan catetos y tan cabrones. Míralos, qué asco dan. Jugando la partida y soltando regüeldos, ajenos a los cambios que le esperan a la humanidad. Ajenos al acabose de los tiempos. Si pudiera, los mataba a todos. Pero nada, paciencia, que arrieros somos. (Ofrendas, Ana Martínez Castillo)
Es cierto que algunas autoras aprovechan esa liminariedad para atacar la convención, no social, ontológica que lo weird pone de manifiesto. El llamado mundo femenino siempre parece estar en los límites, en lo que no es la norma, los excepcional y por ello, lo tenebroso, lo misterioso, la magia y lo extraño. En cierta forma la naturaleza que es sobrenatural. Así, imprescindible esta mirada para que todo, absolutamente todo pueda teñirse de insólito. La realidad siempre está más allá.
Mientras tanto, el tiempo pasa y yo, poco a poco, voy perdiendo la cordura. Me ahogo entre estas cuatro paredes que tienen el color de la sangre. El techo parece descender, está cada vez más cerca, y las paredes se ondulan como olas rojas. (Cinco hermanas, Alicia Sánchez Martínez)
Objetivamente, el interés de esta recopilación está más allá de la singularidad del género o la de estar escrito por mujeres. No es un testimonio, o mejor, es mucho más que un testimonio de la fuerza narrativa. Son relatos en las que ellas, las extrañas, nos muestran un pulso narrativo inquietante, que atemoriza y engancha con una diversidad de enfoques, estilos y longitudes de texto fuera de cualquier punto en común. Son relatos que fascinan dentro y fuera del género.
Cuatro años llevaba esperando la oportunidad. Desde que trabajaba en el periódico solo le habían asignado noticias sin importancia, cobertura de penurias cotidianas o entrevistas a personajes locales que no eran nadie en cuanto salían del barrio en el que moraban. (Jaque al pastor, Ángeles Mora Álvarez)
Como resalta la compiladora, son relatos entre géneros, en la periferia, “en la de ser mujer y en la de habitar un ámbito geográfico que valora más lo que se crea fuera que la producción propia”. No es España un territorio precisamente exento de este tipo de literatura sobre lo maravilloso, es un país que lo relega a los márgenes de la literatura con etiquetas, “nos acompleja”.
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