viernes, 5 de abril de 2019

Reseña de Carmen Canet: ‘La brisa y la lava. Aforismos sobre aforismos”. Libros al Albur. apeadero de aforistas. 2018



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Tras el acertadísimo prólogo de Manuel Neila, nos enfrentamos a una colección de aforismos extraordinarios que sirven, que están pensados, como un manual literario y de uso del aforismo. Un libro de texto en el que se aprende a diseccionar, clasificar, entender y practicar el aforismo. Carmen Canet lo resumen con su título: “El aforismo tiene la levedad de la brisa y el fuego de la lava”.  Algunos de estos aforismos ya habían aparecido en obras anteriores, la ventaja de tenerlos reunidos en este delicado volumen es poder utilizarlos como la teoría que subyace, no sólo en la labor concreta de Carmen Canet, sino también como guía para el resto de aforistas, con la delicada inteligencia de los matices y las clasificaciones, de organizar de manera sistemática, pero expresar de la manera más concisa posible. Además de ser incluida en varias antologías de aforistas, Carmen Canet ha editado, ha lanceado, los aforismos que se pueden rastrear en la obra de Luis García Montero.
                Así tenemos la consideración del “Aforista: malabarista de palabras”, porque “La destreza del aforista es jugar a cuatro bolas: “el arte del matiz, el arte de envolver, el arte del acabado y el arte de descifrar el silencio”. La técnica del aforismo es comparada por muchos con la pintura impresionista (“El aforismo es el impresionismo de la palabra”) y tiene, debe tener la virtud de condensar el universo en un aleph, “El fragmento: esa totalidad”.
                Además del contenido, es decir, de los aspectos más psicológicos y filosóficos, el aforismo requiere de un oficio: “El aforismo también tiene oficio”; “El aforismo se reserva su secreto”. Sus herramientas pueden ser tanto de tipo literario, aliteraciones, paradojas, juegos de palabras: “Llamamos máxima a una frase mínima”; “Hay aforismos a propósito, con propósito y con despropósito. Como la vida”; “Aforismo rima con lirismo”. Concretamente, a Carmen Canet le gusta practicar el aforismo muy escueto dando una importancia esencial al silencio y a la elipsis.
                Como también de tipo conceptualista, sensual, apelando a la inteligencia y al desconcierto de la razón: “Los aforismos inteligentes producen placer”; “El aforismo une”; “En los aforismos podemos reflejar, también reflexionar, dudar, contestar”.
                En cuanto a la intención, como bien dice Carmen Canet, “Hay aforismos que parecen discos dedicados”. Otros sirven como ejercicio filosófico, “El aforismo es la lucidez de un ejercicio medido”; “Hay aforismos que pasean y aforismos que habitan”.
                Sería un error continuar compartiendo unos aforismos que, por su brillantez, merecerían aparecer en las antologías del género para aviso a las generaciones presentes y futuras que se dediquen a estudiar, leer o escribir aforismos. Si Malabarismos (Valparaíso, 2016), Luciérnagas (Renacimiento, 2018) eran la práctica brillante del aforismo, La brisa y la lava es su deslumbrante teoría.

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