martes, 9 de abril de 2019

Reseña de Carmen del Río Bravo: ‘No ardo, me oxido…’. Baile del Sol. Colección Poesía. 2016


Resultado de imagen de Carmen del Río Bravo: ‘No ardo, me oxido…’.Carmen del Río Bravo, Carmen GC, oficialmente conocida como Carmen Gómez Canduela se estrenó independientemente con este libro. Gsus Bonilla la presenta con un prólogo. La sucesión de poemas se acompaña de un conjunto de citas heterogéneas: Jael Herrera Gómez, Ángela Aymerich, Izet Sarajlic, David González y Karmelo Iribarren, Gloria Fuertes, Gsus Bonilla, Simic, dando cuenta de la necesidad de escribir. Una actitud combativa como marca de identidad.


                En el primer poema Acaso usted pudiera recordar hace un alegato sobre la rutina: “Esa sucesión de días iguales / para vivir los cuales / uno debería tener coartada”. Conecta de manera clara con el problema de la (Identidad), tan relacionado con el ambiente socioeconómico donde se crece: “(A veces pienso / quién hubiera sido / si mi infancia hubiera tenido / más parques / y menos descampados)” y con la infancia Tardes de septiembre. Podríamos clasificar como poesía social algunos poemas La chica de las seis de la mañana, No future. Carmen del Río Bravo, consecuentemente habla a las claras, aunque se pueda acercar de una manera oblicua a los temas.
                La actitud, es sobre todo una cuestión de actitud, de no dejarse vencer, de tomar conciencia de las adversidades y elegir entre las estrategias aquellas disponibles. Sobrevivir porque en la derrota no puede uno perder: “Ríndete. / Yo sé que rendirse tiene mala prensa. / Pero ríndete /… /  Tú y yo sabemos que / de nuevo / estarás lista” (Ríndete); “Caer es otro modo elaborado / de reconocerte viva” (Nunca se cae demasiado bajo); “Peligro: nada que perder” (Ese rato). Posee también una actitud destroyer: “Estoy harto de besos. / Sólo quiero / que me incineren”; “Descubrir que el que más te quería / es el rayo que no te parte” (Ansiedad de tormentas descargando).
                Sin dejar de reconocer que todo lo personal es también político, en ocasiones la crítica social y política se vuelve más explícita: “y me meto la mano en el bolsillo / y compro algo innecesario / para adquirir lo necesario, / y me siento / un poco al lado / y un poco culpable” (Dignidad sonriente); “El Nikkey los retrata: / mayores productores mundiales de solteros voluntarios” (Japoneses); “Como las flores de las ocasiones / puestas a secar aún frescas. / Encerradas” (Poniendo a secar el pasado).
Que se levanten los muertos
ya que los vivos no parecen estarlo
que se levanten los muertos.
Pero no sólo a quienes descerrajaron un tiro.
No sólo a quienes fusilaron ante un pelotón.
No sólo quienes murieron luchando
por lo que creían o por lo que tocaba
en la guerra que otros inventaron
/ … /
Que se levanten los muertos.

Quienes dejaron de enseñar,
dejaron de vivir,
quienes volvieron a estar casados
 con hombres o mujeres”
En el largo poema Religiones, Carmen del Río Bravo despliega una serie de situaciones y de reacciones ante el hecho religioso, pero, sobre todo, con las prácticas y las experiencias sociales  y simbólicas implicadas: “Velas quemando mi vientre / ara y víctima y verdugo / sólo no soy el oficiante” (I); “Iba a la iglesia / Amaba el aire consolador de su liturgia / y sus rituales /… / Iba a iglesias /empecé / a conocer el mal que yo encarno / mis cabellos enredaban / aún ni pecho ni caderas. / Iba a iglesias / ¡A veces ser el mal excita! / … / A veces me ahogaba la ira /… /Voy a Iglesias / NO hay que olvidar quién eres / de dónde vienes / Ni dejar de disfrutar la belleza / porque ellos la usurpan” (II); “No habrá una iglesia sola que me quiera? / ¿Qué vea en mí la fuente de la vida / y un lado del placer? / ¿No habrá una sola iglesia / que me folle bien?” (IV).
                Las relaciones en las que el amor y el sexo, los afectos y los cuidados se desarrollan, se escriben en minúsculas, una intrahistoria: “Yo no sé escribir de amores con mayúsculas. /… / Sólo sé del amor en pequeñito” (No sé escribir de amores con mayúsculas);  Creo que yo solo creo / en tus caderas / y en la previsión del tiempo / para las próximas 72 horas” (Creo); “Desnuda con las pieles colgando / triste resultado de tratar de ser bella / para él. /… / Su cuerpo era ahora solo / El cuerpo del delito” (Desnuda).  Y, dentro de las relaciones, lo corporal adquiere un significado extremo: “Tu polla en mi coño. / Eso es poesía” (¿Poesía?). Y se convierte en un campo de batalla material y simbólico: “Las señoritas no estornudan en público / y hasta en ese momento de agobio o de catarro goteante / tú podrás ejercer el control sobre ese cuerpo / con el que cargas” (Las señoritas no estornudan en público); “A veces la vida / se porta como una puta / usada esa palabra en modo impropio” (A veces la vida):
 “Hace unos días
el tiempo es relativo
un desconocido me dijo Puta
Era un insulto desde su temor y su deseo.
Era sólo que yo no quería plegarme a su imagen
de lo que debía ser,
de lo correcto
/ … /
Hace un día, ayer
el tiempo es relativo
repetiste varias veces Puta
tus ojos, tus manos, todo tú decían Avidez,
era en la cama.
 Tú lo pretendías y no pero
Era un insulto también desde tus embestidas,
querías que expresara mis deseos,
si los hiciera coincidir con los tuyos,
que me plegara así
a tu imagen
allí, entonces
de lo que querías tú,
de lo correcto” (Me dijiste Puta)
Precisamente estas relaciones pueden ser un campo eterno de batallas: “Tú de bálsamo, / quién lo diría. / Tú intentando / cubrir / Otras heridas / heridas de otra. / Tú que has causado / la mayoría / A buenas horas. / Tú ahora bálsamo. / Toda yo otra herida” (Tú de bálsamo); “La vida no está hecha para ti. / No me voy a seguir engañándote / No tienes el tamaño de pene adecuado /… / No chupes pollas si no obtienes un número en correspondencia. / si no es sólo un juego más entre otras” (El sí… de las niñas); “Yo no quiero ser sirena. // No quiero perder la voz / para que me separes las piernas” (Yo no quiero ser sirena); “Que no lleguemos nunca a más acuerda que / que tu fríes las patatas / y que mejor, después de un rato, / tú encima, yo debajo” (Quiero).
                La conclusión –provisional– a la que nos acercamos con la lectura de este proyecto, tan directo y tan lleno de imágenes y poesía, es la de preferir las largas distancias, las batallas sordas y continuas, con el desgaste personal permanente: “Hay días en que pienso que soy mala. / Me dan igual tu hambre y tu dolor /… / Me cansa la retahíla de dolores comunes. / El rollo de la compasión perpetua” (Hay días en que pienso que soy mala).
                Neil Young nos lo advirtió, el óxido nunca duerme, así que, sin rendiciones:
“Quizás no esté tan bien
esta felicidad de a ratos
/ … /
Quizás no esté nada bien
pero ya no va a variar lo que no cambie
ahora toca
felicidad de a ratos” (Quizás no esté tan bien)

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