miércoles, 18 de septiembre de 2019

Reseña de Jesús María Gómez y Flores: ‘La complicidad de los amantes’. Takara. 2019


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“Te has reconciliado con el silencio”

El cacereño Jesús María Gómez es un veterano activista cultural. En la actualidad coordina el Aula de la Palabra y la sección editorial de la Asociación Cultural Norbanova (Cáceres). Ha publicado El Otro yo (Colección Abezetario, 2005), El Último Viaje (Norbanova, 2007), A Contracorriente (Editora Regional de Extremadura, 2009), Arcanos Mayores (Norbanova, 2012), Escenarios (Vitruvio, 2014), y El tacto de lo efímero (Vitruvio, 2016), Líneas de Tiempo (Ediciones Vitruvio, 2018), además de la plaquette Aguardando la lluvia de octubre. Además, es coautor de La tarjeta postal en Cáceres 1900-1940 (Cicon Ediciones, 2002), junto a María Antonia Fajardo Caldera. Ha dirigido Norbania, Revista de Literatura y Creación.  Ha colaborado en diversas revistas y libros corales y mantiene el blog "Escenarios".
                El libro se articula con una estructura precisa. Como diría Cortázar, este libro es muchos libros. Una serie de escenas y de digresiones van describiendo, más que un fresco, un itinerario que comienza con La obsesión de Dante, una serie de poemas situados en Florencia. Un verso resume maravillosamente la intención, no solo de esta primera parte, de la intención subyacente a todo el libro: “el verso será después sólo una excusa / una criatura alumbrada de ese barro” (Santa Margherita dei Cerchi). Jesús M. Gómez procura acercarnos una visión desde la intimidad hacia el paisaje: “Búscame en esta ciudad / donde las piedras llevan marcadas las claves de la sabiduría / y los misterios del otro lado” (Búscame).
                Más que desgranar las peripecias de las escenas, que el propio autor facilita en un epílogo, merece la pena detenerse en los versos que, certeros, acaban cruzando los poemas, con voluntad de “Perdurar / en la serenidad del desafío” (Infinito). Este es un poemario en el que se filtra la belleza y el oficio, el amor y la poesía: “aquí           a solas / te revelas en la impaciencia de la palabra / embrión todavía / del poema” (Vigilia); “Pertenecemos al insomnio / las horas que rolan a destiempo nos contemplan” (Éxtasis). La poesía como nexo de unión entre el verso y su destinatario, así como entre los versos y nosotros, los lectores: “la palabra es siempre clandestina / en labios que comparten las hogueras” (Háblame).
La actitud del poema es situar la acción en un escenario, tomar la personalidad ajena, recrear los sentimientos para así hablar de lo importante, de lo radicalmente esencial: “Me obstiné en seguirte / por calles angostos / plantando cara a los avatares de la vejez / a la aleve góndola del olvido /… / Con el idioma acuarelable del deseo”” (Tú… Beatriche); “Seguir buscando la seguridad que me reglan tus ojos” (Buscar refugio); “sólo quedará el barro / y los huesos / mudos rehenes del abandono y la fiebre” (Polvo a polvo).
Podríamos ir engarzando citas con las que se explicaran los andamios de este libro: “Escribir nos devolvería el paisaje / de la memoria que porfiábamos en mantener / a flote”. Por ahí encontraríamos a personajes en distintos escenarios, como Mary Shelley y Jane Williams aguardando bajo el pórtico de Ville Magni. El siguiente recurso es el de encontrar la inspiración en diversas obras de arte, novelas, películas, cuadros… encarnarse en el diálogo entre el autor y su obra, entre el espectador y la obra o tomar el punto de vista fenomenológico. Alfter Dark, de Murakami, como antes a Ida Vitale o Shakespeare. A partir de la “Conversión del Caballero Francisco de Borja, Moreno Carbonero” del Museo del Prado puede desarrollar el tema de la inmortalidad: “Amor / levanta los velos / donde ya anidaron las cenizas” (2). O pasa a utilizar las grandes figuras míticas como Marilyn o las de otra mujer fallida en Sin pedir permiso (Sylvia Plath) junto a Storni, H. Quiroga o S. Zweig. La cuarta parte se pasea por el lado más oscuro de la desesperación humana: “El espíritu late / encallado en la ingrata vejez de los espejos 7 con el veneno / fluente mercurio / pestañeando bajo las uñas” [Sin pedir permiso (Sylvia Plath)]; “imposible ahuyentar por más tiempo / la asfixia / su grumoso alfanje” (2). Igual que Mary Jane Kelly, víctima del Destripador: “Cuando el auxilio hace oídos sordos / y la mente enmascara su caligrafía”. Le siguen personajes de ficción [La inquietud de Mina (Drácula, de Bram Stoker)]: “percibe el piélago ardiente de un beso / la húmeda avaricia de la vida eterna”; la doncella Bronwyn de la película El señor de la guerra que cautivó a Cirlot (“El aliento de los seres superiores es como la voz de las estatuas / apenas se escuchan en los compases de la vejez”); no tanto, como Sissi.
Inmenso en la noche física y conceptual, en varias partes sin puntuación: “La angustia / es incolora / el discurso de la fragilidad / se enrosca / bajo las durezas de la piel” (Ophelia 3); “Continuarán / con vida los poetas / celebrando / maldiciendo / los envites / de la madrugada / ir más allá / sólo pertenecen / a los suicidas” (Ophelia 5). Y en la noche oscura del alma pasa a la sección quinta, Cántico espiritual, donde aprovecha una escultura de Julio López Hernández del museo de Cáceres “Acaso la poesía habita reinos inexplorados / en la intrahistoria del asombro” (Esperanza y ella en el libro). Siguen poemas al hilo de San Juan de la Cruz “nos sobrevivirán acaso / la pasión / el éxtasis / de hacerse uno / con los itinerarios del alma” [Leyendo en voz baja (Cántico espiritual, San Juan de la Cruz)]; “Te ves como eres, con la pequeñez de las venas y los nervios, con los dedos acostumbrándose al braille de las palabras, a la equívoca complacencia de la eternidad”; “Amor de la esposa cuyo ser pertenece al Amado, comunión, que en cúmulo de confidencia y caudales” (Mystica).
                Cambiamos de paisaje y de estación en la sexta parte y es “Aquí el verano es real como la sangre / contagioso como el cuarzo de los troncos / y el lastre del sudor // precipitándose / hacia la hoguera de todas las cosas” (Solsticio de verano). Los personajes que andan detrás son los del largo verano del 36, Lorca, Miguel Hernández, los enterrados en el Cementerio del Este en Madrid o los que sufrieron el bombardeo en Guernica: “Grasiento el verano / precipita la invertebrada longitud / de esta ciudad               decidida a no olvidar” (Cementerio del Este, Madrid);  Se duele del cáncer / la fortaleza del brazo que empuña la espada” (Guernica).
Amante sin rostro vuelve a Murakami como punto de partida y con él, la atmósfera del jazz: “Ella sólo late / a las arboledas del jazz / en las cansadas ranuras del vinilo” (La Fatalidad). Con el mismo mood, la Coda, que comienza con Boulevard of Broken Dreams como el Nighthawks de Hopper. En Diálogo de hotel aprovecha un cierto regusto noir: “Destilan soledad las mantas de hotel / impregnadas están de otras pulsaciones / de otros adioses / de estremecimientos de bocas anónimas”
“Nada está libre de pecado
ni las calles

ni los dedos sucios de tinta
ni la enfermedad que correo los tejidos
tampoco la amanerada impostura del poeta” (Está escrito)
Es capaz de pivotar alrededor de Escher como de Borges: “En mi reflejo identifico los indicios del cansancio / el desaire de la inspiración que se resiste y coagula las palabras / la ansiedad esculpida en las estrías de la frente” [Spherical Mirror (M.C. Escher)]: “Tanteando ese punto del espacio que contiene / todos los puntos        el infinito todo” [El Aleph (Borges en Ginebra)]. Termina el poemario con personajes desdichados que van vagando como Los amantes anónimos (Pablo Neruda y Matilde Urrutia en Nyon) o los de la película de Jim Jarmush, Solo los amantes sobreviven:
“nos hemos jurado fidelidad     prescindiendo del tiempo
pues solo a nosotros pertenecen los trayectos de lo vivido

nadie nos pedirá cuentas
embadurnamos nuestros cuerpos con los colores del ámbar mientras el mundo
envejece ahí fuera         con su resaca de adioses

Nuestras horas                se anuncian transparentes
con las virutas de las palabras crepitando entre las uñas
sin intrusos ni remordimientos” (Only lovers left alive)
Contando, como confiesa el autor, con algunas digresiones, podríamos decir que, literalmente, La complicidad de los amantes es el tema que subyace en este poemario. El otro gran tema es el sufrimiento, con sus múltiples causas, pero sobre todo, por la maldad humana en sus múltiples formas. Sería injusto, sin embargo reducir este poemario a estos dos pilares, porque si sobresale alguna característica es la variedad de aristas y tonos, de temas y subtemas, libros dentro de libros, belleza, poesía...


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