miércoles, 13 de noviembre de 2019

Reseña de Hilario Barrero: ‘Prospect Park. Diarios, 2014-2015’. Renacimiento. Biblioteca de la Memoria. 2019


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El incansable Hilario Barrero revisa lo acontecido entre 2014 y 2015 mientras sigue la encomiable tarea de ir sacando a la luz los Cuadernos de Humo y ejerce de anfitrión de algunos amigos que se aventuran por la Gran Manzana. Prospect Park es la última entrega de una serie que comenzó con Las estaciones del día (2003), De amores y temores (2005), Días de Brooklyn (2009), Dirección Brooklyn (2009), Brooklyn en blanco y negro (2011), Nueva York a diario (2013) y Diarios 2012-2013 (2015). Continúa la escritura precisa del día a día, de lo maravilloso de la cotidianeidad, de lo extraordinario que surge en lo cotidiano donde se cruzan historias cazadas al vuelo, reflexiones sobre el arte, la literatura, la amistad, el amor. Y la nostalgia.
El sentimiento que predomina en este nuevo volumen tiene mucho que ver con la sensación de hogar, alternando la mítica tierra de Toledo de su infancia con la sensación de encaje perfecto en el paisaje de Brooklyn que muchos definen como felicidad. El territorio de Prospect Park es el de la melancolía, ya hay en Brooklyn una melancolía digna de recrearse en ella. Van quedando atrás las obligaciones laborales y tienen tiempo de aflorar los viejos recuerdos, los recuerdos que se han hecho viejos entre los edificios de ladrillo rojo de un barrio todavía con vida propia, con sensación de pertenencia.
Hilario Barrero mira con un ojo firme y atento, como podemos comprobar y complacernos a través de las fotografías que se traducen en el texto, y las que vamos siguiendo en las redes sociales. Una mirada vital, vibrante, y llena de poesía. Más que profesor, más que editor, más que artista plástico, Hilario Barrero es poeta, independientemente del lenguaje utilizado para ello. En cierta forma todo se trata de traducir, decir casi lo mismo, a cuenta de una imagen, de unos versos, de un trozo de texto elaborado con el mismo mimo con el que se recrea uno en las sílabas de un verso. Quizás este volumen tenga un mayor grado de poesía en su escritura:
“La nieve, como un sastre aplicado, ha trazado con el jaboncillo blanco, en las junturas de la aceras, delicados pespuntes que la tijera del sol, en su momento, convertirá en agua” (Jueves, 2)
Hay entre las páginas una voluntad de reflexión sobre la propia labor del autor, bien como poeta, bien como traductor. También como paseante en dos planos, el de Zocodover y el de Manhattan, el joven que descubre el mundo y el adulto que redescubre esos paisajes. Quizás la exposición del Greco en el Metropolitan pudiera servir de metáfora adecuada para aquel que sale de su patria, desarrolla su arte en tierra extraña. Toledo y Nueva York.
“Mirarse uno en el otro es prescindir del espejo que miente. Una mirada que choca con otra es como una fotografía detallada de lo que está ocurriendo (…). Amarse uno en el otro y por el otro y con el otro es saberse de memoria todas las preposiciones y proposiciones amorosas, todas las posturas variables de complemento directo, todos los modos verbales, voz pasiva y voz activa, gloriosos adverbios de lugar y tiempo, de modo y de miedo. Amarse es mirarse con la desnudez de la vida y el temor de la muerte.”(Sábado 4)
También vemos al autor como vecino, como amigo, como amante. Da envidia no poder asistir a los conciertos de Mozart, Wagner, los de Bach…. no disfrutar de las extrañas cúpulas de Guastavino. Y quizá ya no lo veremos como profesor –aunque sí como maestro– porque este es uno de los puntos de inflexión vitales que se erige como elemento clave para entender esta última entrega de los diarios. Retomando el tema de uno de sus más celebrados poemas, HB no volverá a enseñar el subjuntivo a jóvenes que están más en la vida que en las letras.
“Vengo como vacío, como si me hubieran quitado un peso de encima, he cerrado una puerta que nunca más volveré a abrir porque se han quedado con las llaves, sin credenciales ni honores porque soy un jubilado, sin identificación porque se han quedado con mi carné profesional, sin correo electrónico porque me han borrado del sistema” (Jueves, 27 de agosto)
Abandonar el mundo académico no significa en modo alguno desertar de la labor de reflexión y análisis de la poesía o de traducción, ahí están sus palabras sobre Mario López, Gil de Biedma, Celaya, Cernuda, Joan Margarit, Levine… El amor por el arte y la poesía se demuestra con una cuidada vocación de estilo, de sobriedad castellana y expresividad intensa, un tremendo lirismo que envuelve la narración de los pequeños y grandes quehaceres alrededor del paisaje del enorme parque que otorga vida y personalidad, ofrece consuelo y cobijo a los habitantes del reino de Brooklyn.
                Prospect Park es en cierta forma un diario crepuscular. El inevitable paso del tiempo deja sus inevitables huellas, y deja los inevitables huecos, amigos que se van, anuncio de lo que se seguirá yendo. No cae, en modo alguno, en el sentimentalismo, la contención emocional redunda en un estilo literario y en una actitud vital que no se recrea ni busca la complicidad del lector a partir de remover los sentimientos más vivos. La emoción llega intensa, sin patetismos, pero certera en sus palabras, reflejo inmediato de la propia vida que se encuentra detrás. Así nos podemos asomar a una intimidad casi fuera de foco, sin hacer casi explícito el acontecimiento, los pequeños detalles que son los que llenan de contenido una vida, que intuimos mucho más profunda de lo que nos es permitido asomarnos. Primus vivere deinde scribire.
“Pasa un tren y emborrona la melodía que el músico estaba interpretando absorto y entregado en la estación del metro. Resonaban las notas y volaban como pájaros de ruido a estrellarse en la bóveda gris y accidentada. Un segundo después, por el andén opuesto, entra otro tren y borra la música totalmente. El intérprete sigue tocando para el caos que, por un momento, se ha creado en la estación. El ruido atronador vence, como un arcángel perverso y demoníaco y aplasta la música por un momento. Se van los trenes y la melodía se eleva como un chorro de agua luminosa. Como en la vida: nos golpean por un lado y caemos, apenas nos levantamos llega otro golpe por la dirección opuesta y nos vuelve a derribar. Algunos seguimos respirando escuchando el ruido de la vida, otros nos dejamos llevar por el ruido brutal del tren hasta la última estación, fía y oscura, lóbrega y abandonada. Final del trayecto” (Miércoles, 29)

1 comentario:

  1. "Hilario Barrero es poeta, independientemente del lenguaje utilizado para ello." qué acertado me parece esto, Javier. El libro me ha parecido todo poesía, sin serlo como tal. El pensamiento poético de H.B. siempre presente, en cada una de las entradas del diario. Y, cierto también esa envida sana que da no poder asistir a conciertos, exposiciones y demás actos culturale a los que asis Hilario pero qué placer también el poder "vivirlos" a través de su experiencia, siempre emotiva.
    Es el primer diario que leo suyo (como le he dicho al propio Hilario empiezo a leerte de atrás hacia adelante (o a la inversa no sé bien)) pero, sin duda, siendo el primero no será el último que me lea suyo.
    Qué buena reseña, Javier!
    Saludos.

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