miércoles, 25 de agosto de 2021

Reseña de José Manuel Suárez: ‘Paloma o larga nieve’. Tiberíades ediciones. 2021

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Más de una docena de libros desde En sigilo de la llama (Adonáis, 1994) hasta este Paloma o larga nieve. Ha sido profesor universitario y actualmente dirige la revista “Licencia poética” y dirige la colección de poesía de la editorial Libros del aire. José Manuel Suárez hace gala de un gran conocimiento humanístico, tanto de la cultura clásica latina y griega, como de la tradición judeocristiana. Ambas se conjugan en este libro que pretende, en palabras del autor, “recrear libremente los autos o piezas dramáticas de temas religiosos o morales; y las cantigas, que ensalzaban la belleza y el amor”. Una labor  de asimilación como la que demostrara Fray Luis de León al traducir el Cantar de los Cantares, tradición judía y cristiana, amor divino y humano. Los modelos métricos utilizados son un verdadero desafío, los autos medievales y las cantigas de amigo y amado. Simbiosis, a su vez de la poesía de tradición eclesial, más culta, y de lírica popular. Podemos, pues, alternar la simbología divina y humana.

El volumen está disponible para la descarga gratuita en la web de la editorial Tiberíades. La elección de esta editorial, una editorial cristiana, no ha sido causal, porque, además de las características más terrenales, este es un libro profundamente espiritual. La estructura se basa en un diálogo entre dos amantes que se reclaman, que lanzan su amor en palabras y se convierten en amado y amante sucesivamente. Y, como en el Cantar de los Cantares, toman los apelativos de Kalá, novia, amada y Dodi, amado.

Podemos, por otra parte, descubrir dos referentes líricos, por la parte mística, san Juan de la Cruz; por el aspecto sensual y lírico, indudablemente a Juan Ramón Jiménez. Ambos referentes son capaces de descubrir la simbología y la sensualidad de los elementos cotidianos y trascender el objeto concreto en una espiritualidad material y mística. Formalmente los cantos medievales o la poesía de Juan Ramón se asientan en una contención expresiva, un verso claro, un ritmo corto, una musicalidad discreta.

La primera parte, Si la rosa es… recrea un auto medieval. La referencia está tomada del Cantar de los Cantares –y resuenan los ecos en Juan Ramón, por supuesto–: “Te llevaré una rosa / de mi rosal pequeño. / Tan poco… / Y ya anticipa el cielo” (Niebla de diciembre) y, cerrando la sección “Si la rosa es / seremos los dos. / Mi amado, para mí; / para mi amado, yo”, dice la amada en Si la rosa es. La unión carnal y mística se expresa en delicados versos: “Te escucho en mis labios” (Niebla en diciembre) o “Vamos. Pasa. Te invito. / ¿Ves? Ya estabas dentro / sin abrir la puerta” (Con kimo de tus manos). Son muestras el ansia de amor y deseo, místico y carnal: “Ayer me colmabas / hoy más hambriento” (De barro y madrugada). Así se completan una serie de cuadros donde distintas voces proclaman la alegría y la queja: “¿Vernos? / Mi llanura y tu montaña / de nuestro encuentro / se juntan, se alejan; / nunca descansan” (Cuándo la noticia buena).

Como en Juan Ramón, el cielo cobre un significado especial y la paloma un símbolo: “Si ya estuvieras llegando, / si yo supiera que vienes, / si ya vieras el tejado, / paloma o larga nieve” (Se encienden lágrimas). Más sensualidad en las menciones a los elementos que rodean a los personajes, colores, el agua, frutas…: “Azul sin fingimiento, / sin el agua que sacie” (Alumbra las derrotas); “En mi huerto de frutales / las manos ven; / quizá tropiecen contigo / cerca del  níspero. / Cuando florece, / ¡la primavera en enero!” (Noche dichosa).

Machado y Juan Ramón –omnipresente– El trigo alumbra son los referentes explícitos de la segunda parte, la que está compuesta con el modelo de la lírica de tradición popular. Son versos cortos, frases breves: “Palabra: gota leve; / la fuente muda / para el que bebe. // Labios bebieron; / hondas las aguas / con que subieron” (Consumación de esperas). En algunos momentos recuerdan a la adaptación sui generis que hico Machado de la filosofía del haiku: “Hacia afuera / horadada la herida; / por ellas / algún sol salía” (Vida oculta); “Temblor de amanecer, / encendimiento… / Aviva la nieve / los mejores fuegos”. Incluso hay parte del pensamiento filosófico del poeta sevillano: “En soledad me di / a pensar y sentir todo / ensoñándolo en ti. / ¿No me acompañarás? / Añoro / la pequeña luz que vi”; “Pobreza de las palabras / sobre la mesa: su peso, / inmenso. Y no pesan. / Distantes muros altos / en mis ojos: me das / consolación, no despojos”.

El uso del oxímoron, tan querido en la poesía amorosa, quiebra la racionalidad y es, sin duda, la forma más explícita de transmitir que la emoción y el amor saltan por encima de cualquier lógica y razonamiento: “Quien en los ojos, / si tú conmigo / no estás aquí de algún modo”. La mirada hacia afuera, siempre teniendo el punto de vista subjetivo de amado y amada: “Mundo mío mínimo / y austero… / Rodillas acostumbradas / desde siempre estabas / y vieron”. La unión de ambos es el argumento al que van confluyendo las historias de cada uno de los poemas: “Con la carga al hombro / la fatiga / nos lleva el uno hacia el otro. / Si a mis pies acompasadas, / pronto volvería / sobre las huellas que dejará”

Además de arcaísmos propios de la poesía popular, se complace en el vocabulario sencillo, aderezado con referencias a la poesía bíblica: “Saltan de tus ojos, / para verme yo, / gacelas azules, verdes… / o de cualquier color”;  “El agua de tus mejillas, / tanto mar… / Me lanzo, desaparezco; / braceo sin hacer pie. / ¡No sé nadar!”; “Tendido en la figura / de la rosa de un día, / no vengas en más sol. / ¡Me cegaría!”. Los pequeños cantos, como vemos, se cierran con una sentencia, con una declaración: “En la ventana, / indescifrable el azul. / Veloz el vuelo va… / O tú”.

La simbología de la luz termina por culminar la materia espiritual de este bello poemario: “Con las puertas cerradas, / ondulante y humilde, / se mueve por la casa / la llamita del canto; / tea impaciente, / adelantada, / de un incendio aplazado”; “No enciendas los focos, / no actives la alarma, / la verdad viene / en lo oculto, callada”. Aprovechemos el silencio para, nosotros mismos, atender lo importante, y deleitarnos con estos poemas de Paloma o larga nieve:

“Consumación de esperas

en la raíz me oigo

si te escucho en ella”

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