No
siempre está uno para dilucidar lo divino y lo humano. A veces apetece hacer un
poco el friqui y discutir el sexo de
los ángeles. Volvemos a analizar el conservadurismo de Doctor en Alaska.
Dejando
aparte del apoyo de Jannine Turner (Maggie O’Connell) al Tea Party y en especial a la campaña de Sarah Palin y que muchos
personajes (Fleishman, Minifield) son republicanos, el sentido de comunidad
espiritual que el pueblo presenta es muy conservador. La iniciativa individual
es religión. El patriotismo, evidente, como no podía ser de otra forma. Eran
los años del final de la Guerra Fría y los rusos siguen siendo el enemigo.
Llega a aparecer por el pueblo un antiguo espía soviético, reconvertido en
miserable vendedor de secretos adquiridos de su época en los servicios de
inteligencia.
En uno
de los episodios de las últimas temporadas, el consejo municipal de Cicely
delibera sobre la posibilidad de establecer un servicio de recogida de basuras.
Es apoyado por Holling –que, al ser canadiense, es más susceptible de permitir
la injerencia del Estado en la iniciativa individual–, pero Maurice muestra su
más encarnizado rechazo. En su basura manda él.
Sólo en
apariencia las clases altas son progresistas. El clasismo de las familias de
Joel y Maggie es muy evidente, disfrazado de una curiosidad paternalista hacia
los demás. El enfado de Minnifield con Ruth Ann cuando la anciana hace efectiva
la compra de la tienda que pertenecía al astronauta en un principio es un
episodio muy revelador del funcionamiento –a pequeña escala– del capitalismo
corporativo y las coacciones que son el verdadero motor de las relaciones
económicas, más que el sacro mercado. El episodio en el que agasaja a los
inversores japoneses muestra su lado más patético.
No digo que se cumplan en todos los episodios las
características de los conservadores, que, por ejemplo, Lakoff enumeraba en No pienses en un elefante, pero sí que
creo que se puede, legítimamente hacer una lectura conservadora de la serie. En
un rápido vistazo a las características del neoconservadurismo (para no
calentarnos mucho la cabeza, Wikipedia),
comprobaremos, con algún pesar, la importancia tan grande de esta ideología en
una serie tan pretendidamente demócrata o progresista como Doctor en Alaska. Enumerémoslas:
Uno de los primeros rasgos conservadores es precisamente
conservar normas y costumbres, apoyándose en que éstas propician el desarrollo económico
y la cohesión social. En numerosos episodios Maurice insiste en preservar las
costumbres, y el resto del pueblo acaba por darle la razón. El apego a las
leyes y sistema jurídico y político es también notable. A pesar de la necesidad
de transgresión que expresa el ex convicto Chris Stevens, incluso él adora la
constitución, el sistema político y las leyes, aunque no pueda votar y aparezca
una orden de detención contra él. Sin embargo hay un desprecio radical contra
la burocracia y la administración. Ni siquiera existe policía estable en Cicely.
La preferencia por el patriotismo, así como una fuerte
actitud en contra de la socialdemocracia, el comunismo y cualquier otra
ideología que implique la intervención del Estado en los asuntos económicos. Critican,
los neoconservadores, pues, tanto al totalitarismo como la ingobernabilidad –a menudo
identificando la intervención económica estatal socialdemócrata con la
totalitaria–. En una serie norteamericana, es inevitable envolverse en la
bandera. Véanse los episodios en los que aparecen rusos (Gripe Rusa en la primera temporada, Guerra y Paz, en la segunda).
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Paralelamente los neoconservadores desconfían totalmente del
pacifismo y el ecologismo. Los tachan de irracionales, en contra de los avances
tecnológicos y la evolución humana. En la serie lo cierto es que hay una cierta
tolerancia hacia el ecologismo, pero barnizado de condescendencia (como en el
caso de Mike, el hombre burbuja que padecía Sensibilidad Química Múltiple).
Todo el pueblo, excepto Fleischman está a favor de cierto grado de violencia,
considerando que es casi irreversible el uso de la fuerza.
También es llamativo el feminismo de Maggie. Un feminismo
también criticado por otra piloto de guerra, que consideraba que las mujeres no
eran aptas para alcanzar altos mandos en el ejército. Este personaje se
enfrenta a Maggie por “obligarla” a ser feminista/mujer de su determinada
manera. Maggie se disculpa al final del episodio. Además, Maggie no sólo es
feminista, es una asesina de hombres, sus novios acaban muriendo en cada vez
más estrafalarias circunstancias.
El neoconservadurismo, en su defensa de la libertad en
asuntos públicos y su control de los privados, suelen considerar la religión
como una institución que impregna la ideología, no sólo moral y religiosa,
también la economía, la política, el pensamiento social e incluso la ciencia,
aportando la espiritualidad, la cordura y la trascendencia necesarias para
contrarrestar el frío uso de la razón. Como decimos en muchas ocasiones,
cualquier religión implica una cosmovisión que afecta al resto de las
ideologías. Incluso Chris En La Mañana cae en esta tentación.
Los neocons tienen
el propósito de entrometerse en cualquier ámbito de la vida social, estar al
tanto de toda la información sobre cualquier aspecto o suceso, si es posible
antes que nadie, para valorar si hay que dar publicidad o encubrir. Siempre con
el pretexto de hacerlo por el bien de la comunidad, salvaguardar la paz y el
orden social y no violentar la mentalidad de las personas. Maurice es casi una
caricatura de esto, y el episodio en el que el extraño Adam informa de las
investigaciones secretas sobre torturas a través de las plantas, lo lleva al
delirio.
Su visión antropológica dista de la bondad innata del
hombre. Sin embargo sí que consideran al hombre como un ser susceptible de
perfeccionarse, de un crecimiento constante y un con una sed infinita de
conocimiento, sobre sí mismo y sobre el universo. Las diatribas de Chris
Stevens desde KBHR abundan en este tema.
And so on… No
quiero tampoco hacer un exhaustivo repaso de las características de un
movimiento, de por sí heterogéneo y a veces contradictorio, pero creo que
quedan recalcadas algunas pautas que no son meramente de algún personaje, sino que
asume la serie en sí misma.
Los
grandes relatos, el progreso, la riqueza personal y comunitaria persisten ahí,
de una manera crepuscular, como en el western contemporáneo. Pero mucho más
presente está la añoranza de los tiempos y las tradiciones. Se respeta la
violencia y el ansia de enriquecerse siempre que se tenga buen gusto. Nada de
cambio social, o de igualdad. Se mantiene el estatus y las tradiciones.
Todas
estas tendencias, especialmente los vicios, se advierten todavía más en los
epígonos, en las malas copias, como Everwood,
o la española Doctor Mateo (infame al final). Lo que me lleva
a otra reflexión. Pero eso, queridos, es otra historia y deberá ser contada en
otra ocasión.
Y es
que en el fondo nunca hemos sido posmodernos.