Temporada de moras es un conjunto de poemas infantiles en el mejor sentido de la palabra que sirve como complemento al estupendo Tiempo de vilano. Se abandona Sol Gómez Arteaga a la imaginación: “La niña poeta / siempre perdió / al escondite, / a los cormos /…/ Sin embargo, / era experta, / en ese raro juego / de hilvanar / nubes al vuelo”. Y se abandona al juego, aprovechando las posibilidades lúdicas del lenguaje, como en el poema donde ser recrea “Un ABCDario”: “Una carita de frente a la H en Occidente”; “Un tirachinas me invento / con la Y en un momento”…
Es inevitable remitirse a Gloria Fuertes, aquella poeta oscurecida por la claridad de sus poemas infantiles. El uso de la rima, como en Gloria Fuertes, no solo es cuestión técnica, es una herramienta para el disfrute: “El desván de la casa de Lola / está lleno de todas las cosas, / cajas, espejos, cuadros y botes, / verdes, azules, blancos y rosas”.
Pero, como en la Poeta de Guardia, no debemos soslayar el contenido profundo de estos versos. Ser pez es una suerte de trasposición del deseo de ser piel roja de Kafka. Hay mucha más intensidad en estos poemas aparentemente sencillos. Hay mucha sabiduría en versos que parecen salidos de labios de niños que conocen la verdad de la vida: “–¿Rectángulo? / –El amor. // – El amor no es rectangular. // –¿Cómo que no? // ¡Nooo! / … / En mi caja de cerillas / guardo decenas de pasión”…
Conectado con esta manera de ver el mundo se espigan versos que pudieran ser aforismos de sapiencia clara: “La infancia, / primavera de luz / en la mirada”. Llenos de lirismo y verdad: “Acaso un sueño. / Vuelo de cometa / –mariposa o pájaro–. /Espejismo: Verano”.
Si en Tiempo de vilano Sol Gómez Arteaga se refugia en un tono elegíaco y su lirismo se impregna de nostalgia, en este precioso ejemplar de Temporada de moras, consigue alcanzar su intención de hacernos volver a la infancia, aunque estemos ya exiliados de nuestra verdadera patria.