Nos presenta Rafael García Jover su primer poemario de la mano de Juan A. Olmedo quien firma el prólogo. En él podemos observar un claro dominio de diversas técnicas poéticas, intertextualidad y no poéticas, recursos ajenos, como desde la informática. La visión del poeta hacia lo cotidiano trasciende lo meramente convencional: “Necesito un día para crear 1 mundo, / otro para darle significado, / otro para darle sentido / y solo un segundo / para destruirlo todo / y convertirlo en símbolo” (Domesticar al monstruo). Domesticar al monstruo a través de la palabra: “Y no, no es la inspiración. Es la culpa” (Poeta acetábulo). Reflexiona en diversas ocasiones sobre el oficio: “No, nada de eso para que / por fin muera una nueva poesía” (Punto de fuga al atardecer); “pequeños parásitos / cadáveres / empañan de metáforas / los versos” (Naturaleza muerta).
“Acto I
Religión
(Postrimerías)
Dios no existe si no es para
corregir el fracaso de la realidad
Acto II
Poesía
(Paréntesis)
La poesía no existe si no es para
corregir el fracaso de la realidad
Acto III
Ciencia
(Apoteosis)
La ciencia no existe si no es para
cooregir el fracaso de dios" (Ars poetica)
El interés por lo que pasa en la calle le lleva a procedimientos narrativos en alguna ocasión, como, por ejemplo, Poema de la experiencia [Denostado]. A veces, consigue un relato a partir de casi no hacer nada (Panóptico).
La segunda parte, Ser [ES] Marica[s], añade un marco de rebelión y de denuncia que sobrepasa lo meramente individual y que se complace en los márgenes, como bien enseñó Lou Reed: “Dejaremos que corra el agua, sí, / y perderemos aquello que nos recuerda / perderemos algo / perderemos a alguien / perderemos la vida / perderemos el rumbo / y nos acusarán de ello / por ser culpables” (Custodia emocional compartida).
Como en el caso de Juan Benet, al que cita, crear mundos es tarea poética y también un encargo vital en el que convergen el pasado y el futuro: “El pasado, nuestro pasado que va creciendo / a doble velocidad que nuestro cuerpo, / se convierte en nuestra sombra, una sombra, / tan alargada que, dándose forma circular, acaba / incrustándose en nuestras cabezas, como / un hacha afilada” (La gran sombra o seres maricas). Más solemnemente: “Convertid las experiencias en futuros paraísos perdidos” (Seres maricas II) para luego concluir: “Nunca tuvisteis en cuenta que el sexo / era la morada de los dioses y caminabais / entre las marañas con la única obsesión / de convertir vuestros recuerdos en paraísos perdidos” (Sistema métrico educacional o seres maricas II).
Se citan grupos de música que sitúan los poemas en una geografía emocional concreta, Astrud, The Smiths. Contribuyen al ambiente lírico del poemario: “Seguiremos pensando en el límite / y nos quitaremos el miedo mientras / conversamos hasta que nadie se dé cuenta / del comienzo / si solo hay silencio” (La desmesura del límite (Akelarre).
La tercera sección, Aproximación mimético, ofrece una serie, podríamos decir, de frescos naturalistas y a la vez simbólicos: La vie mode d’emploi. Se advierten más claramente las herramientas creativas derivadas del dadaísmo o el surrealismo, bromas tipográficas, del juego en suma (Teoría de grafos en la red social). Hablar en broma para poder eexpresar de forma ligera los sentimientos y la angustia del mundo y del paso del tiempo: “Es lo bueno de la moderna intertextualidad: / el mundo a través de las revistas / la televisión y / el cine / y las casettes. / [no, no teníamos internet en los años 90, solo polaroids]” (Protocolos de actuación). Tiene razón al ponernos sobre aviso, “Porque lo genético solo es fruto de la repetición / y la acumulación. / Siempre” (Maldita genética (de Family a Pavese). Todo ello entre una sensibilidad y acierto poético aun prescindiendo del vocabulario que estimamos convencionalmente poético: “Más allá de los ventanales, los aviones se arrastran / sobre el asfalto, como anfibios perfectamente / adaptados aunque no procedan del mar. / Ícaros venidos a menos. Ícaros convertidos sin más / en Pérdix (todo queda en casa). Pero por poco tiempo / El aeropuerto como moderno paradigma de la adaptabilidad al ecosistema” (Teoría de la evolución).
Por último, Y notas, consigue una cotidianeidad revisitada, una especie de reflexión metavital y metaliteraria: “Ser espectador para jugar a la eternidad / (cobardía)” (Les chambres de la vie 1); “La eternidad como última palabra. / Ausencia de verbo. / La eternidad para los cobardes” (les chambres de la vie II). Los retratos están trufados de ironías de pasado surrealista o futurista, neoconvencional podríamos decir. Grietas, por ejemplo, es un texto en prosa, que funciona como los cuentos de Borges o del Cortázar más metafísico.
Entre los versos asistimos al espectáculo de las novedades de estos días inciertos: “Las artes incoherentes / cómo ser genio partidario de la nada, ahora youtuber / instagramer /… / Melania Knavs conoce a Donald Trump /…/ #savemelania / o El rapto de Proserpina de Bernini” (Con hom to nana). Y, como contrapunto, un recuerdo a la realidad sólida que pudimos constatar desde la niñez, la que no nos engaña: “Queremos nuestros mares / dejemos sin obstáculos al miedo / viento / que convierte las velas en bultos que duelen /…/ A estas alturas de la muerte, / ¿qué esperabas de la vida? “ (Suicidios colectivos).
La necesidad, el amparo en la poesía es un arma de doble filo, que premia y castiga: “Dame una razón para tu castigo, poeta, / que observas cómo la luz del ocaso altera la escena / y te hace creer que ves / una composición distinta de los elementos, / una interpretación que te ayuda y te da fuerzas” (Tensión superficial). Por eso opta por la materia y no por el humano: “Traduzcamos al poeta / y dejemos en paz la poesía” (Muerte mineral); “La poesía también es eso. / O solo eso: pared blanca, o negra, / pintura, masilla, yeso / o el teorema del desencanto, / o inverso el síndrome de Stendhal” (Hipótesis de un cuadro robado a Jenny Saville). No siempre el artista llega a conseguir lo que quiere: “El reflejo de la mentira posible, / lo no realizado, / lo que hemos querido ser, / donde siempre hemos querido estar” (Bodegón cicatriz). Y en todo caso, machadianamente diremos que, además no importa: “¿Cuánto selfie acumulado para morirse uno” (Et in Ataraxia ego). Esa es la última reflexión, “Ya solo queda firmar / el armisticio, / cada día, todo el día, / con la muerte // (Suena el teléfono, / ¿Dónde habrá puesto el móvil?)” (Buscando el silencio).
“Ocupando la mente
en cuñas de mociones
que llenarán las grietas
de los futuros recuerdos
hechos de grandiosa memoria de arcilla” (Naturaleza facticia)