El imaginario de la
emigración se nutre y se transmite con música. He seleccionado cinco canciones
para momentos históricos muy determinados de la emigración española. La primera
oleada coincide con la crisis finisecular, cuando muchos españoles tomaron rumbo
a los países nuevos de América, a México, a Cuba, a Argentina. Seguramente no
habrá mejor reconocimiento que el que se hacía con Suspiros de España. La segunda oleada tuvo que ver con el final de
la Guerra Civil, cuando se mezcla el exilio con la miseria que se perpetúa
durante el franquismo hasta tocar los años 70, cuando la crisis del petróleo
frenó el crecimiento de nuestros vecinos. La memoria colectiva tiene marcada la
melodía de Juanito Valderrama cantando El
Emigrante, y quizás en menor medida y en un marco más reducido, las
canciones del primer disco del cantautor granadino Carlos Cano. La visión más
esperanzadora la aportaron canciones como Un
beso y una flor o América, de
Nino Bravo. Después, los años 80, al parecer y vistos con la distancia, fueron
años de boom económico y supusieron
un cambio de rumbo en el sentido de la emigración. España dejó de ser un país
desde donde salían los emigrantes y se convirtió en país de acogida para
africanos, orientales y sudamericanos.
Suspiros
de España
es un pasodoble de 1902 al que se le añadió letra 35 años más tarde para su
aparición en la película de Benito Perojo del mismo título, cantada por
Estrellita Castro. La escena es muy significativa porque es la respuesta al
grupo de italianos que está comienzan una canción napolitana en la cubierta de
un barco con destino a América. Años más tarde se coló como una cita en una
canción de Concha Piquer en el ambiente de una cena navideña en Nueva York.
Fue la canción emblemática de los emigrantes y
de los exiliados españoles tras la guerra civil. Un público similar al que se
dirigía Juanito Valderrama cuando compuso El
emigrante. Ambas canciones reflejan no sólo la tristeza de abandonar la
patria, también la condición forzada
de tal abandono. La primera habla de una flor (la cantante) que es arrancada de
su jardín (España), la segunda pide un rosario para recordar su tierra, su
novia y su virgen (la Virgen de San Gil). En el horizonte, el deseo de retorno.
Ambas también reflejan la contradicción entre el carácter patrio (la alegría) y
la tierra extraña donde van a terminar. Y ambas, también, están por encima de
las ideologías y son adoptadas tanto por los vencedores del conflicto (los
autodenominados “nacionales”) como los exiliados republicanos, que también reclaman
suya la patria.
Un segundo momento es el
iniciado en el llamado Desarrollismo,
el segundo despegue inicial de la industrialización española, con el Plan de
Estabilización y los Planes de Desarrollo de los tecnócratas del Opus Dei en
los gobiernos de Franco tutelados por el almirante Carrero Blanco. Una
emigración básicamente hacia Europa, hacia los países que se están
reconstruyendo gracias a las ayudas del Plan Marshall y que recuperan
rápidamente su nivel de producción anterior a la guerra mundial, necesitando
mano de obra de los países del sur de Europa (España, Grecia, Turquía…). El
optimismo oficial aparece perfectamente reflejado en el éxito de Nino Bravo, Un beso y una flor. Sin dejar de
reconocer la pena que supone abandonar a los suyos, es un canto de esperanza
hacia nuevos horizontes y nuevas oportunidades. Esta vez deja entrever un
destino definitivo en el que la pareja pueda reunirse y comenzar la vida (“más
allá del mar habrá un lugar / donde el sol cada mañana brille más”).
Todas estas canciones
ponen el acento dramático en las relaciones sentimentales que se establecen con
la tierra, pero sobre todo por la pareja. Y es ahí donde incide la hermosísima
letra de la canción Viva la grasia,
del cantautor Carlos Cano. Iniciado en el movimiento de canción-protesta
“Manifiesto canción del sur”, toma conciencia de la emigración ya en los años
70. La motivación del tema fue la rabia ante unas declaraciones del ministro tecnócrata López Rodó en Sevilla cuando,
para acallar las protestas pidiendo industrias e inversión en Andalucía, soltó
que en el Sur no hacía falta, que con explotar su gracia tenían suficiente. Se
trata de una canción de amor en la que el protagonista sufre por la vergüenza
de tener que abandonar su tierra. Es un sentimiento que no aparece en las
canciones anteriores, y menos en la de Nino Bravo. Otra canción en aquel primer
disco de Carlos Cano de 1975 tiene como telón de fondo la emigración. Es El Salustiano, donde el protagonista, un
hombre de campo de cierta edad se ve obligado a emigrar para ahorrar y así
poder continuar con su granja. No sólo la referencia explícita a los envíos de
los emigrantes, también es novedosa por la reflexión crítica hacia las
autoridades quienes apenas desarrollan una labor de apoyo a los desplazados: envían
cantantes de moda (Manolo Escobar o Julio Iglesias). Reflexiona Salustiano tras
conocer la situación de los obreros en Europa y cómo están organizados. Este
despertar de la conciencia le lleva a cuestionar a esos “gachós trajeaos que viven de na’
/ que lo roban, lo roban”, trasluciendo la corrupción generalizada en el
régimen: “Si no hubiera ido a Alemania, / no hubiera aprendido tanto”.
Son sólo algunas de las
muchas canciones que tienen como tema o como trasfondo principal la emigración
española. A partir de los noventa parece que se invierte el flujo y España se
convierte en país de acogida, desaparecen las canciones de emigración. En todo
caso, aparecen temas de solidaridad con los inmigrantes en el primer mundo.
Multitud de grupos como Chambao (Papeles
Mojados), Celtas Cortos (El
inmigrante), Bunbury (El extranjero),
Tam Tam Go (Voy cruzando el río) o
las sevillanas de los roteños Ecos del Rocío (Paisa). El imaginario de la emigración habría que buscarlo en
Hispanoamérica: como Visa para un sueño
del dominicano Juan Luis Guerra, los puertorriqueños Calle 13 (Pa’l norte), Tigres del Norte (Tres veces mojado, La jaula de oro) o Molotov (Frijolero)
desde México.
Sin embargo, después de la crisis de 2008,
España vuelve a enviar emigrantes a Europa, América y cualquier otro país prometedor. Triunfan los idílicos
programas televisivos Españoles por el
mundo, en los que sólo se retratan aquellos triunfadores que han logrado
integrarse en las sociedades de acogida, han conseguido un trabajo y una
familia ¿Cuál podría ser la canción de los emigrantes del siglo XXI?
Discografía
Suspiros de España: https://bit.ly/2rchgYw
El emigrante: https://bit.ly/2HW0SVi
Un beso y una flor: https://bit.ly/1hUSQ5s
El Salustiano: https://bit.ly/2FO2gDA
Viva la grasia: https://bit.ly/2HRSbuV
Suspiros de España
Antonio Álvarez Alonso
Quiso Dios, con su poder,
fundir cuatro rayitos de sol
y hacer con ellos una mujer.
Y al cumplir su voluntad,
en un jardín de España nací
como la flor en el rosal.
Tierra gloriosa de mi querer,
tierra bendita de perfume y pasión:
España, en toda flor a tus pies
suspira un corazón.
¡Ay de mí! ¡Pena mortal!,
porque me alejo, España, de ti.
¿Por qué me arrancan de mi rosal?
Quiero yo volver a ser
la luz de aquel rayito de sol
hecho mujer
por voluntad de Dios.
¡Ay, madre mía!
¡Ay! ¡Quién pudiera
ser luz del día
y al rayar la amanecida
sobre España renacer!
Mis pensamientos
han revestido
el firmamento
de besos míos;
y sobre España,
como gotas de rocío,
los dejó caer.
En mi corazón,
España, te miro,
y el eco llevará de mi canción
a España en un suspiro.
El emigrante
Juanito Valderrama
Tengo que hacer un rosario
con tus dientes de marfil
para que pueda besarlo
cuando esté lejos de ti.
Sobre sus cuentas divinas
hechas con nardo y jazmín
rezaré pa’ que me ampare
aquella que está en San Gil.
Adiós mi España querida,
dentro de mi alma
te llevo metida.
Y aunque soy un emigrante
jamás en la vida
yo podré olvidarte.
Cuando salí de mi tierra
volví la cara llorando
porque lo que más quería
atrás me lo iba dejando.
Llevaba por compañera
a mi Virgen de San Gil,
un recuerdo y una pena
y un rosario de marfil.
Adiós mi España querida,
dentro de mi alma
te llevo metida.
Y aunque soy un emigrante
jamás en la vida
yo podré olvidarte.
Yo soy un pobre emigrante
y traigo a esta tierra extraña
en mi pecho un estandarte
con la alegría de España.
Con mi patria y con mi novia
y mi Virgen de San Gil,
y mi rosario de cuentas
yo me quisiera morir.
Un beso y una flor
Nino Bravo (José Luis
Armenteros / Ibarz Pablo Herrero), 1972: Un beso y una flor. Fonogram
Dejaré mi tierra por fin.
Dejaré mis campos y me iré
lejos de aquí
Cruzaré llorando el jardín
y con tus recuerdos partiré lejos de aquí
De día viviré pensando en tus sonrisas.
De noche las estrellas me acompañarán.
Serás como una luz que alumbre mi camino.
Me voy, pero te juro que mañana volveré.
Al partir un beso y una flor,
un te quiero una caricia y un adiós.
Es ligero equipaje
para un tan largo viaje.
Las penas pesan en el corazón.
Más allá del mar habrá un lugar
donde el sol cada mañana brille más.
Forjarán mi destino
las piedras del camino.
Lo que nos es querido
siempre queda atrás.
Buscaré un hogar para ti
donde el cielo se une con el mar,
lejos de aquí.
Con mis manos y con tu amor
lograré encontrar otra ilusión
lejos de aquí.
Viva la grasia
Carlos Cano, 1976: A duras penas. GONG / MOVIEPLAY
Amor mío, cuánto esfuerzo me cuesta escribir estas
palabras.
El destino, el destino de un tiempo ya viejo nos separa.
El destino es la inercia de a soga que ahoga, la piedra que
entierra y que aplasta,
de la mano que apaga la aurora y nunca se cansa, de la voz
que te llama en la noche,
detrás de una puerta y te clava un momento en la duda de
quién es uno.
Cuando falta tu luz, no es igual que la luz de la luna, el
sol o la estrella,
me falto yo y me falta en la boca saliva, corazón y
dientes.
Agoto la esperanza y la vida me lleva hacia la frontera.
Y es aquí que me veo cruzando los montes de Francia,
mientras lejos se queda mi tierra, mi gente, mi casa.
Y mis ojos con tanta amargura, que me avergüenzo.
No es odio esta carta, que es de amor que se escribe con
todos, se vive con todos.
Yo entiendo este amor como un puño sensible que mueve
montañas.
Compañera, que por él los de abajo sufrieron el papel
amargo del que enciende la luz en la sombra y se ve tan solo, cara al viento,
al rayo y al trueno de la gran tormenta,
cara al tiempo, al cerrojo, al silencio y a lo que caiga.
Ahora sé que eres tú lo que mueve la vida del árbol en la
primavera
lo que mueve la voz de los hombres cuando los hombres luchan
y mueren.
No quiero acabar con tristeza ni hielo esta carta amarga.
Ahora sé que las nubes se alzan y canto este canto:
«Por mi boca ya asoman las flores que regó con llanto en tu
vientre amoroso este pueblo te ha embarazado.»
Esta es la canción: ¡un, dos!
Ustedes tienen sol,
grasia pa vivir, vino,
playas y flamenco…
Sí, mucha grasia pa derramarla
por las vendimias del Roselló.
¡Viva la grasia
de Andalucía
con pasaporte de emigración!