Poemas póstumos de Luis Eduardo
García es una antología de este poeta mexicano (Guadalajara, 1984). Lleva
publicados Dos estudios a partir de la descomposición de Marcus Rothkowitz
(Tierra Adentro, México, 2012; Libros Tadeys, Chile, 2015), Una máquina que
drena lo celeste (Zindo & Gafuri, Argentina, 2014), Armenia (Filodecaballos,
México, 2016), Mis poemas Alt Lit (Libros del Pez Espiral, Chile, 2017),
Dhigavostov (Luzzeta Editores, México, 2018) y Bádminton (2018).
Está incluido en varias antologías, y es Premio Nacional de Poesía Joven Elías
Nandino, Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños (2012). Prologa esta
antología Cristian Gómez quien, repitiendo como Mallarmé: “La destrucción fue
mi Beatriz”, “García se propone terminar con cualquier proposición solemne en
torno a lo lírico (…),re-evaluar las posibilidades del poema como vehículo de
la poesía” (p. 5). Una de las características esenciales es la ironía, es un poema
cómico que es capaz de reírse hasta de los que se ríen.
Luis
Eduardo García aprovecha como inspiración otros elementos, como poemas o la
obra plástica de autores como Mark Rothko. En su primer libro, Dos estudios a
partir de la descomposición de Marcus Rothkowithz, se incluyen varias versiones
libres de un poema de Ezra Pound a partir de Li Bai, tema que utiliza tres
veces. El juego poético se entrelaza con el placer del juego mismo.
“La oscuridad es una llanura en donde nada
conocemos.
Hay algo artificial
en ese verso
las llanuras
no dan miedo, son como caballos pequeños y mansos
/… /
En la
oscuridad pura habrá furia.
Es un acantilado que nos llama.
Es una imagen
extraña, pero convincente.
Los
acantilados simbolizan muy bien la idea de la insignificancia del hombre;
el contemplar
uno, la sensación de asfixia puede ser tan grande que solo deseamos alejarnos
¿Pero cómo
alejarnos de uno que nos llama?” (Esbozo
de ‘La oscuridad no es una llanura’)
Y después parodia después a David Kesler definitivamente no es una
llanura. Otro ejemplo de humor es Antídoto contra postales multicolor y
comerciales costosos (“pero en realidad ahí no hay nada”) y de pastiches
del Oeste (La muerte del sucio Mud).
Los juegos conceptuales y la distancia irónica planean sobre la obra de arte:
“Esto no es un poema es arte contemporáneo / no hay ritmo no hay imágenes no
existe la idea del poema. / Las tres líneas se llaman “pájaro”” [Imitador de Marcel Duchamp versus imitador
de Dios / El vacío (Luchar en jaula)]. Espíritu lúdico y experimental en
combinaciones de palabras y esquemas, permutaciones de sintagmas (Metafísica para peces raros I). Sin
embargo, a cuenta de parecer irreverente e ingenioso hay mucha poesía, lirismo
y mucha verdad tras los versos: “Persistirá la tristeza / iluminada con luz
tenue. / Todos dirán que hay algo bello” (A todos nos gusta la fama
(Dramatización)).
En su intento
de trasladar la pintura de Mark Rothko a poema, Luis Eduardo García se
cuestiona el yo poético: “He hablado suficiente de paisajes hablaré ahora de
cuestiones internas de drogas que pedí por catálogo / del miedo a la terrible
enfermedad que se come al yo lírico / de la nostalgia que brota tierna después
de años sembrada” (Estreno mundial de El
desangramiento de Walter Neef); y la percepción y utilidad del arte desde
el punto de vista moral: “Cierto, jamás
será una virtud no ver lo bello” (¿Y
acaso hay una ética verdadera en escribir sobre destellos y nieve que perdura?).
En su poética hay un insistente empeño en no tomarse en serio a sí mismo: “Lo
que pudo haber sido no merecía la
existencia” (Ah, dejé los mejores poemas
en el limbo)
Máquinas inservibles es su segundo libro
y continúa provocador. Así se permite el lujo de denunciar que uno de los tres cerditos “se masturbaba
por las noches en su casa de ladrillos” y revisitar el cuento de forma
contemporánea. Otro ejemplo de provocación, que no deja de ser verdad, una
especie de poesía antidisturbios: Necesito
más sexo y edificios en llamas (o los poemas contemplativos son instrumentos de
explotación). El dardo de la provocación es una especie de metapoesía: “La
última vez me había dado una explicación sobre el paraíso / de los poetas
conceptuales. / En realidad / es un loft muy agradable / tapizado con fotografías
del cielo en alta resolución. / Todas plagiadas” (Disculpe, señor, ¿tiene un momento para hablar sobre la escritura
no-creativa?). Una deconstrucción esencial de los mecanismos poéticos: “Quizás
hay ciertas cosas de las cuales es mejor no escribir / porque no dan para tanto
/ o las metáforas son máquinas inservibles” (Su teoría ha detectado un problema y debe cerrarse); “Las bacterias
del espacio exterior / llegan a la Tierra /… / Así se apodera la poesía / del
lenguaje” (La invasión de los usurpadores
de cuerpos). A veces el poema ya podría ser solo el título: La poesía ya no está en las palabras, / se
ha adherido a los caracoles de agua dulce (Versión vampiro). Utiliza
también la yuxtaposición de textos prestados : Harum Farocki lee un poema amoroso; Su teoría ha detectado un problema y debe cerrarse; I’m not a robot: “Todos los «yos»
cotizaron a la baja” (I’m not a robot).
Luis Eduardo
García nos muestra su perplejidad ante un mundo que no se es capaz de
comprender del todo, ni de asir por los sentidos, ni por la razón, ni por la
razón poética: “Bailamos / sobre finas
capas de hielo. La música, la desaparición. / El ruido que surge / de lo que ya
no está” [La música, la desaparición, el
fondo (a partir de Rober Haggs)].
Como Juan
Ramón, hay una reflexión sobre su trayectoria poética:
“Al principio
la poesía
venía a mí
bailando
/… /
Después pasó
algo.
Sus pies se
torcieron
y su boca.
Solo entendía
la mitad de
sus palabras
/… /.
“este hilo
rojo es para ti”, me dijo.
Pero no supe
de qué hablaba” (Ayer vi La teoría del
todo y recordé los buenos tiempos)
La trayectoria poética de Luis
Eduardo García se afianza con Armenia,
proyecto en el que utiliza el genocidio como metáfora. A partir de una historia
alrededor de G: El dolor no es un oleaje suave. / El dolor no camina de tu mano
como un niño. / El dolor no es un páramo helado. / El dolor no es un colmillo
clavado en la tráquea. / El dolor no besará tu frente. / El dolor no es un
líquido negro. / El dolor no purifica” (Algunas
consideraciones sobre el dolor). sin embargo, a pesar del tema sombrío y
durísimo, el recurso al humor y la ironía, a las posibilidades metalingüísticas
como herramienta de pensamiento profundo se plasman en las glosas y las glosas
dentro de las glosas: “La retórica podría ser una serie de prótesis intentando
arreglar un cuerpo mutilado” (Falla
dentro de la Falla).
La conciencia
poética es también una conciencia ética que se autocuestiona constantemente: “Lo
único que puede representar un obstáculo es la postura ética del lector. / Hay
quienes aseguran que todo lo que pretende estetizar algo tan grave solo
consigue ensuciarlo. / Entonces, toda la metáfora sobre el dolor sería fallida,
ya que el dolor debe mantener su pureza. // Pero la pureza sólo nos ha
conducido al sufrimiento” (Algunas
consideraciones sobre el dolor II). Discurso sobre el discurso,
metadiscurso que se interrumpe en fallas dentro de una falla: “La buena noticia
es que el alma existe. La mala: / que es una medusa muerta entre las sábanas” (Falla dentro de una falla). Sus palabras
hieren hacia dentro en las biografías ajenas y en el concepto puro que el
sufrimiento provoca: “El dolor del otro
como el bombardeo / sobre un país oriental. / Una ola oscura / que no puede
tocarnos.” (El regreso del poeta
moralizador)
Se completa el
volumen de este gran poeta con una serie de poemas de Alt Lit. Parodia dentro de la parodia, vidas disparatadas: La
alt-lit ha muerto. Larga vida a la Dwarf-Lit. Con un sentido del humor alocado
y maravilloso: “Algunas personas de
estatura normal temen que esto vaya más allá de la poesía (…). En este momento
alguien realiza una lista con los veinte mejores poemas Dwarft-Lit del 2015. //
¿Las estrellas enanas también podrían traernos desgracias?”
Vallejo
y Nicanor Parra tienen un epígono consciente del pleno poder de la poesía que,
como sabemos, no sirve para nada. Es algo serio.