jueves, 31 de agosto de 2023

Reseña de Ben Clark: ‘Armisticio (2008-2018)’. Sloper. 2019

ARMISTICIO (2008-2018) | BEN CLARK | Casa del Libro


Esta es una compilación de poemas de Memoria (Huacanamo, 2009), La mezcla confusa (UP José Hierro, 2011) y poemas sueltos publicados fuera de los libros. Están revisados y reordenados. Dentro de su producción poética quizás destaquen por su lirismo confesional: “Oda a la juventud recién cortada” (Campus); “En este verso está en mi juventud /…/ principio de un poema en su inicio / prometía ser más y que aquí acaba” (En este verso); “atrás el salvajismo de la tarde / para volver a ser los que creían / nuestros padres que éramos” (Instrucción para una infancia idílica en el campo). Hay mucho de melancolía, de recuerdos de infancia y juventud, de los años de perfeccionamiento, como los varios “Omages” dedicados a escritores como Roberto Bolaño, J.A. Goitisolo… Tienen su aparición también otros de variado background, Houllevecq, Timothy Treadwell.

La edad dorada de la juventud se va desgranando en los recuerdos propios y ajenos: “No se trata de vidas egoístas: / son vidas armadas que los demás / que gozamos vidas predecibles, / que los demás, / que etiquetamos, que enumeramos”; “Alguna borrachera y todo el sexo. / Pero hay que recordárselo a menudo: / nada de esto es ni puede ser poema” (Para esto). Lo adereza Ben Clark con mucho sentido del humor (No quiero, TAE) y con autoironía: “No hay nada más inútil que escribir. / Nada más dependiente que los libros” (Contra la literatura); “Nunca hablar de sus obras ni de sus miedos íntimos; / hablan de porno y sexo sin preguntas, / de beber, de aquel sueño juvenil / que cada uno apagó para poder / estar allí sentado en la orilla” (Omenage a los poetas II).

“Tú lees porque piensas que te escribo.

Eso es algo entendible.

 

Yo escribo porque pienso que me lees.

Y eso es algo terrible” (El poema viral)

Pero sobre el oficio de poeta, La llamada, consigue un resultado brillante entre otros versos que reflexionan sobre la escritura y la vida: “Sé que los personajes harán fiesta / cuando intentes dormir. / No podré reposar en ningún sitio” (El cuarto de Fíctor). Ben Clark es un poeta de calle, que está inmerso en las preocupaciones cotidianas, que tiene conciencia crítica y se relaciona fuera delas torres de marfil: “La soledad abrupta de los hombres, / mujeres, niños, niñas que no quieren mirar / hacia el milenio infante / ni comprender el siglo XX más / allá de las películas de Hollywood”. Con la sabiduría que dan los días que suceden, reflexiona y se decide: “Pero si he de elegir / escojo las tres cosas que, se dice, / necesita un piloto con problemas; / velocidad, altura y una idea” (Tres cosas). Con la lucidez que solo el que está atento, escucha: “«¡Pero es justa la muerte!» / se consuelan los pobres. // «¡Solo es justa la muerte!» / ríe el enterrador” (La Mandrágora, canción).

La narratividad, especialidad de la casa, la encontramos en poemas como A un Garrad, de cuerda del ‘65 comprado en Ebay, o en el magnífico uso del anacronismo de Lorca imprime su tarjeta de embarque (1898-2018). Hay algunos ejemplos brillantes de monólogo dramático como El geógrafo Al-Himyari le escribe a un amigo o Maiakovski aparta, pensativo, la nieve de su puerta. Complementan, como ya hemos hablado, los Omenages a los poetas, y no solo a ellos: “Y es toda ella mensaje, / y es toda ella cadáver, / muriendo eternamente mientras viaja” (Omenage a la oscuridad). Así consigue retratar de una manera única algunos sentimientos, porque este es un disco eminentemente emocional: “Miradla, cómo pasa, es la alegría” (Alegría); “Con la pura verdad y las mentiras, / con todo lo que quise ser un día / y con esto que soy hoy, te he querido” (Con); “Debimos procurar enamorarnos” (Escuchado en Crowded House). Ternura y sensibilidad en el paso de la juventud a la primera fase de adulto, esa que mira hacia atrás con apego.

Tanto se ha preguntado Ben Clark sobre la utilidad de la poesía que sospecha que “Sería más hermoso no escribir” (Poema de amor porque no sé escribirte otra cosa). Sin embargo, también admite: “Claro que los poemas también tienen / algunas cosas buenas: / para empezar, son breves (casi siempre) / y no tienes por qué leerlos todos” (Ventajas vacías y la gran mentira). En el fondo, más allá de las sílabas está la vida:

 “No sueñes con el verso perfecto del pájaro

 /…/

y que en cualquier momento

puede echar a volar” (El verso perfecto)

 

 

domingo, 27 de agosto de 2023

Reseña de María Ángeles Pérez López: ‘Libro mediterráneo de los muertos’. PreTextos. 2023

Libro mediterráneo de los muertos - María Ángeles Pérez López -5% en libros  | FNAC


Con este libro, María Ángeles Pérez López ha conseguido el VI Premio Internacional de poesía Margarita Hierro. Fundación Centro de Poesía José Hierro. El concepto puede tener dos antecedentes, el Libro de los Muertos propio de la cultura egipcia, donde se le enseña al alma a pasar el juicio de Osiris, cuando Anubis pese su corazón frente a la pluma de la verdad. Por otra parte, el Libro tibetano de los muertos fue un elemento básico para la contracultura de los sesenta. El gurú Timothy Leary, entre otros, atisbó a intuir las conexiones entre la experiencia psicodélica del ácido lisérgico con las descripciones -e instrucciones- que el Libro tibetano hacía sobre el momento del tránsito. El mar Mediterráneo, décadas después, se ha convertido en un lugar para que el tránsito entre la desesperación y la esperanza se convierta en un cementerio marino. María Ángeles Pérez López aborda desde su particular escritura poética, esta tragedia en sí misma y como una especie de símbolo de una época. Se contraponen textos, se reformulan propuestas, se intercalan citas y se hace gala de una estructura casi musical, donde las citas abren el campo de evocaciones.

Comienza el libro con una pregunta trascendente, “Si las rocas respiran, ¿no habrás de hacerlo tú? Brama el mar en su nombre y en el tuyo. Entra y rompe, imprudente, las costuras, el cuidadoso atado de los mensajes’ [Noventa y nueve estrellas de mar y una coda]. La tragedia de la vida y del tránsito condensada en estas reflexiones que conectan con Gimferrer, “Arderá el mar y los campos de Moria”. Las particulares conexiones y ramificaciones de la escritura de María Ángeles Pérez López avisan con una extraordinaria fiereza:“¿Serán los ojos dos botones vivos? (...) ¿Qué están mirando frente a lo impenetrable? ¿Adónde se dirigen entre tanto silencio?” (Re es a Raíz como REM a Matriz). El libro se compone de fragmentos, imágenes, asociaciones, angustia, desamparo…

A veces, incluso se trata al lenguaje como objeto: “Deberás masticar las palabras más mudas”; “Acontece el cráneo del León /…/¡Pero si el poema es también rasguño y hambre!” (Cráneo y otros trofeos). Juega a escribir “már” con tilde, retorciendo las posibilidades expresivas. Desgrana cada situación para que vaya estallando en partes que luego retoma en las notas dotándolas de nuevos sentidos y connotaciones, de nuevos sabores: “En la niebla, la arqueología del abandono” (Desnudo mundo).

Cuando denuncia la violencia contra las mujeres, salta de la guerra civil a Ciudad Juárez: “En los desiertos en que se arrojan huesos de mujeres en las fosas comunes de la guerra civil en los que canta un sonajero mudo, ¿también alguien limpió la carne en cada cráneo? ¿Hubo vértigo y endereza, revelación oscura que no quiere caer?”. Pero este Libro mediterráneo de los muertos es mucho más, y, como rizomas, la poeta va entrelazando los temas, las imágenes, los recursos poéticos: “Las uñas se desplazan como los continentes. Atraviesan el aire y lo deshilan, crecen sin cesar ni preguntarse. /…/ Hay personas sumergidas en silencio que repiten su nombre sin cansarse. ¿Cómo es que esos nombres no logran energía?” (Partitura de los desplazamientos).

Este es un grito de auxilio y de denuncia: “... Cuando el mar arroja un cuerpo hasta la playa, ¿es también una cutícula sobrante? ¿Extremidad que nadie requería?”. Un lamento de humanidad que nos une: “¿Caemos porque somos extranjeros? ¿No logramos nunca terminar de llegar?¿Crecemos en una tela transparente y nunca terminamos de llegar” (¡Quizás zigurat, quizás guepardo!). Y, especialmente, la sabia interrelación de lo que no se puede decir con la poesía, lo que está vivo y lo que estará de nuevo renacido, el océano y el ser humano, el lenguaje y la frontera: “La tumba no es el mar sino el lenguaje. // ¿Cómo va el agua a borrar las pupilas?¿A calcinar el trazo de la sed? /…/ Si somos criaturas del océano, si el agua no conoce límite o frontera o edicto suficiente para expulsar a nadie, si no hay orilla o branquias suficientes que arrojan la placenta en la que fuimos, ¿en qué momento nos volveremos tierra? ¿En el momento mismo del morir? ¿Por eso diremos enterrar, aunque se habla de enterrar en el agua, del mar como una losa transparente? El rostro en el lenguaje que no se pronuncia”.

jueves, 24 de agosto de 2023

Reseña de Manuel J. Helices Pacheco: ‘Cuaderno de poemas’. El Boletín Ediciones. 2023

 CUADERNO DE POEMAS, HELICES PACHECO, MANUEL JESÚS, ISBN: 9788412548662

No puedo dejar de recordar con afecto la figura de Manuel J. Helices, Vilela. Maestro en la más genuina acepción de la palabra, se ha decidido a reunir un nutrido conjunto de poemas, en una edición que adapta la tradicional portada de un cuaderno de colegial. En parte desafío y e parte homenaje. Son un conjunto de décimas, haikus y pareados tomados como reto formal para dar una mirada cargada de emoción a la realidad que nos rodea.

El primer bloque está dedicado A cuenta del real corona-virus: “conviene ocupar las horas / con propuestas creadoras / y el mejor divertimento” (Décimas y virus COVID); “Fases en confinamiento, / disputas al parlamento…/ –protestas sin mascarillas / y enseñas rojas y amarillas– /… con insultos. / Lo lamento!” (Malditas disputas víricas). El segundo fija su atención en los Territorios. Encontramos una evocación del famoso poema de M. Machado. “Preñadas de luz y cal, / fuentes sonoras y pozos; / de los cielos, lindo trozo. / Precioso arte ornamental” (Patios andaluces). En un activista incansable sobre la ecología, no podían faltar décimas dedicadas a la naturaleza, especialmente la local: “Asfalto, ¡no! ¡Moratoria!” (Doñana); “De espuma, encaje y bordados, / de sol y luna, un brocado. / Agua y fuego, en un abrazo” (Atardecer.es); “Para el campero mayeto. / Su huerta y terreno, expropiados / para extranjeros soldados” (Al mayeto).

Vilela homenajea a nombres importantes de la literatura como Gloria Fuertes, Almudena Grandes. Y se acerca con ironía a la Cocina (“Desnatada y sin lactosa, / ¡bah! No es leche, es otra cosa”, ¿Qué comemos?), con ternura a la Cultura (“Atiende esta dulce nana. / Ea… perfuma el jazmín / duerme en tu nido, querubín” (Nana), con conciencia social en el séptimo bloque: “Cien obreros peleones / –mil parados (mirones) en balcones– / contra tan bajos salarios / Muchos viven en precario” (Uno de mayo); “Esencial en la docencia: / –elegí este noble oficio/ y a los veinte era novicio– / con licencia, con paciencia, / y mucho más, la con-ciencia” (A los docentes); “Se te olvidó hasta soñar” (Mal de Alzheimer). Así da un repaso a la telebasura, las guerras, la moda…

No huye tampoco de la nostalgia (“En la orilla los chiquillos. / De agua y arena, unos castillos”, Al verano) ni de adentrarse en las reflexiones de Filosofía básica: “No hay instrumento más perfecto: / alivian dulces caricias, / pactos sin firma propicia, / útil para mil efectos, / lenguaje más que un dialecto” (A las manos). Se atreve con pinceladas de una historia del siglo XX mientras que dedica poemas llenos de emoción a sus nietos, a sus hijas, su mujer, su padre.

Tras las décimas, recoge redondillas de propina, a la manera de M. Machado: “Encanto de pueblos blancos / en el tejido rural. / Como lunares de cal, / colgados entre barrancos”. Nos dice que Hay poesía en… el vértigo de un cantil, / la cola de una cascada, / las luces de la alborada, / la breve flor más sutil”. El volumen se completa con una serie de proverbios y sentencias (“Yerma que no mece cuna, / nana canta a la luna”; “Si flaquea tu cartera, / tu ética se adultera) y haikus : “Noche, reposa / mi espíritu revuelto / a ti, mi alcoba”; “Luna es testigo; / un ojo que se cierra y / nos hace un guiño”; “Olas y gaviotas: / en el aire, cabriolas. / El viento sopla”.

El Cuaderno está lleno de emoción y cariño, de ejercicios de estilo y homenajes a aquellas cosas, lugares, paisajes y personas que nunca deben faltar en el corazón de un hombre. Un abrazo, Vilela.

 

domingo, 20 de agosto de 2023

Reseña de Itziar Mínguez Arnáiz: ‘Sobrejuegos’. Huerga y Fierro. Colección narrativa Gnarus. 2022

SOBREJUEGOS - ITZIAR MINGUEZ ARNAIZ - 9788412609738


Hemos conocido a Itziar Mínguez como poeta y como aforista. Nubes y claros (2021) ha sido una confirmación excelente. Tras una importante cosecha poética La vida me persigue (2006), Luz en ruinas (2007), Cara o cruz (2009),  Pura coincidencia / Kointzidentzia hutsa (2010), Wikipoemia (2014), Cambio de rasante (2015), Que viene el lobo (2016), Qwerty (2017), La vuelta al mundo en 80 jaikus y una nana para despertar (2018), Idea intuitiva de un cuerpo geométrico (2018), Lo que pudo haber sido (2019), El palacio de hielo (2022), Superzirgariak/ Supersirgueras (2022) y Pan y circo (2022), esta es su primera novela, pero no es la narración un terreno que le resulte ajeno puesto que lleva toda la vida como guionista de ficción en la pequeña pantalla.

––¿Qué temía, exactamente?

––No lo sé. El miedo es más grande cuando no sabes darle nombre.

Sobrejuegos se une a una cosecha excelente de narradoras que toman la voz con fuerza. Esta es una historia a la que nos asomamos de una manera incompleta. Ni la voz del narrador ni el lector alcanzamos a ver todos los datos para que la acción se desarrolle como un destino. Más bien es un canto a la manera en la que el azar y lo inesperado determinan el argumento de nuestra vida. El protagonista es atropellado por Pablo y va a ser una enfermera, Nuria, quien lo cuide. Con una voluntad clara de tomar la estructura de cine noir, los misterios y la trama se van desplegando añadiendo elementos para que podamos atisbar siquiera la personalidad de los protagonistas. Los capítulos están organizados en Los hechos, La verdad de los hechos y El alma de los hechos, recogiendo una cita de Juan Carlos Onetti, en la que califica de la más repugnante forma de mentir es la que diciendo la verdad oculta el alma de los hechos.

                De los sentimientos que están en juego, la piedad, la sospecha, los afectos, es la culpa, o mejor, la culpabilidad, el que más determina. Como en el inicio de El extranjero, de Camus, el personaje confiesa

Recordé que había olvidado que mi madre estaba muerta. Recordé que no había llorado.

Mi madre coleccionaba zapatos. Aprendí de ella el gesto de alinearlos y la absurda tendencia a amarlos. Nunca había visto los pies de mi madre. Sus pies descalzos. Una vez la vi desnuda. Yo tenía quince años. No aparté la mirada. Me quedé espiándola (…). Lo primero que hice fue mirarle los pies, ese era el secreto que quería desvelar, lo único que percibía como tabú. Pero sus pies no estaban al descubierto.

Además de plantear interrogantes sobre la motivación humana y sobre el amor especialmente, uno de los elementos básicos es casi una teoría del conocimiento. Son personajes opacos y en eso reside el gran acierto de la novela. Jugamos a averiguar quiénes son y qué les motiva, precisamente lo mismo que ellos mismos, no solo unos frente a otros, incluso consigo mismos:

Luego pienso que estamos radicalmente solos en el mundo. Y que si buscamos compañía es únicamente para que los demás sean testigos de nuestra soledad.

Aunque la novela tiene el aspecto de una novela negra, con el realismo más o menos sucio, no dejan de aparecer elementos simbólicos. Un ejemplo es el búho de adorno que le regalaron, “El último regalo que me hicieron”. La reacción que provoca es la vergüenza, “avergonzado por sentir” y miedo, “Miedo de haber cerrado los ojos ante la realidad”. Y termina el fragmento “La realidad estaba a punto de obligarme a cerrar los ojos”.

La trama principal, desdoblada en planos, aborda los temas que ya nos tiene acostumbrados desde su poesía, el amor, el paso del tiempo, la fragilidad de la vida. Y, como en sus poemas, a pie de calle, con elementos cotidianos donde las experiencias, aun personales, son reconocibles.

––Se equivoca, Inspector, hay muchas verdades, pero una sola realidad.

En el fondo esta trama permite a Itziar Mínguez plantear la perplejidad entre el conocimiento y la realidad, la necesidad de conocer para evaluar y solventar la incertidumbre, y la necesidad no menos fuerte de disfrazar la realidad, de simplificarla, de retorcerla, de crearla para poder habitar en ella tras los golpes del destino y la culpa. La autora nos demuestra que la realidad no es única, que el alma de los hechos puede suponer la creación de una realidad tan vivible como cierta, tan dolorosa como un desengaño o un atropello.