Anaité Ancira nació en México Df (1980) y se considera “poetatarotistamamá todo al mismo tiempo”. Ha participado en medios digitales e impresos y ha publicado Play, pausa, rec, mute (2018), Antidiario de un ama de casa (2019. Este fragmento se publicó por primera vez en 2020. Comienza con una cita del inicio del libro de Roland Barthes que da origen al volumen. También se citan a José Alfredo Jiménez, Prince, Los Panchos, Sonia López, Théâtre D’Amour, Soda Estéreo, o Mecano, Air…
Hay mucho de gran broma en estos versos a la vez que demuestran una lúcida visión del mundo del amor. Hay postureo desafiante (“Si te acuerdas de mí, no me menciones / porque vas a sentir amor del bueno”), hay verdades del barquero (“El mundo es un juguete de los amantes // ¿Por qué dudas? Créeme, serás echado de un lado a otro como una pelota leve que se echa con la mano a lo alto”). Hay juegos del lenguaje (“L’amoru pue / que te para en un charco de agua puerca con tus tenis nuevos /…/ que se salga un barro en la oreja y te siga saliendo por la eternidad /…/ que se te rompan los espejos /…/ que te engrape un dedo / te olvides de todos / que fe olvides de mí”) y hay amor cotidiano (“Mañana cuando despertemos haremos café / y al día siguiente también / hasta que se nos acabe el veinte / y yo no vuelva a saber de ti /…/ Ahora si prefieres / tú quédate ese lado de la cama / y el cajón de hasta arriba del clóset, / luego veremos a quién le tocará lavar los platos”, Corazonada). Pero sobre todo hay una visión descarnada del amor: “La bulla en mi cabeza / competía con el silencio de mi cocina / todas las mañanas que siguieron, / desayuné encima de las cajas que habías olvidado / hasta que te las fuiste llevando, / indeciso / –una por una– / igual que cuando las trajiste” (Petit dejeuner).
La segunda parte, Kiss, consiste en pequeños relatos no exentos de lirismo agridulce: “En la mañana ella se levantó, él estaba dormido, también el gato. Mientras buscaba su ropa, trataba de acordarse de su nombre. Maulló el gato. Él despertó. Dijo ¿te vas?” (Miau); “Cuando terminó el rodaje, él la estaba esperando. No tuvieron que decir mucho, fueron a su casa para ser plantas carnívoras” (Martini Shot); “Apenas se dio cuenta de que él no estaba en la cama, cuando sintió el olor del café y escuchó desde un tocadiscos: no es falta de cariño, te quiero con el alma, te juro que te adoro, y en nombre de este amor y por tu bien, te dijo adiós” (Bolero). La tercera parte, Música ligera, tiene versos que desmenuzan lo cotidiano: “eras un sueño, /ayer no te fuiste”. Las mil y una noches, en cambio, aspiran a una visión más trascendental: “Al igual que una rama cuando adopta una nueva rama / seré para ti no el mismo / pero tampoco otro”; “Leí completa la carta del Tok’s. Es toda una enciclopedia. / ¿Sabías que tiene catorce secciones? / Desayunos / comidas / meriendas y cenas /…/ La cosa es que / todo / todo / todito / todito / hasta el club sándwich que pedí / me recordó a ti” (Club sándwich). Sin perder, como decíamos, el sentido del humor: “Lo que te quiero decir / y no te digo / lo voy a guardar en el congelador / envuelto en una bolsa del súper / como si fuera una chuleta de cerdo” (Chuleta de cerdo).
Quédate en Madrid es la última parte, la que es, quizás, más descarnada: “¿Por qué dudas aún? La lágrima causada por la llama es testigo de que un fuego cerrado siempre se destila líquido”. Es el momento de la ruptura, del fin: “Ahora sé que es mejor / tirar el cepillo de dientes / en cuanto el dueño ya no esté /…/ y que me gustan que me pongan nombres / como pez mandarina /…/ y me gusta pensar que / sobre todo te doy gracias / por / lo / que / contigo / desaprendí” (Pez mandarina); “pero la cosa acapara los recuerdos / tendré que tirarlo todo” (Pilita de libros).
Tras Playground love (“Se lavaba las manos cada media hora aunque no saliera de su casa, podía teminarse un bote de 200ml de gel antibacterial en un día, (…) se cambiaba de ropa cada tres horas. Pero también le gustaba que su novia le meara las nalgas, mientras ella le tapaba la boca para que su mamá no los escuchara”, TOC), llega la parte más sorprendente, la más provocadora, los Fragmentitos de un oráculo amoroso, como una conversación en Redes, con emoticonos, contesta el €labotdelamor, dando consejos sobre problemas de parejas, falta de compromiso, engaños, vergüenza, narcisistas, humor político: “recuerda que todas somos la ex loca”. Una gozada de lucidez, lirismo, humor y poesía a cuenta de la intertextualidad y del sesudo Roland Barthes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario