Esta nueva entrega de los Cuadernos de Humo cuenta con el lujo de viñetas de Susana Bennet e Hilario Barrero y el cuidado exquisito del equipo habitual desde el reino de Brooklyn. Pilar Aranda lleva ya publicados Las uvas amarillas (Corona del Sur, 2016), Entrevelas (Alhulia, 2020) ¿Y yo dónde canto? (Lastura, 2019) y Deshielo y fortuna (Libros del Aire, 2022). Esta pequeña joya recoge pensamientos, poemas, todo impregnado de la lírica exótica que acompaña el río sagrado: “Pienso en el Ganges, en las barcas en el amanecer: son como madres llevando flores y velas para orar por sus hijos /…/ Estuve allí. Sobre el Ganges dejó flores frescas y velas encendidas. Eran mis pensamientos” (Ofrenda). el río no solo es un paisaje evocado, es todo un estado espiritual que cristaliza una lente para pensar el mundo: “Si fueran visibles los sueños, gozos y tristezas, recuerdos que el hombre abandona, sería como esas velas y flores que el Ganges lleva a morir como si nunca hubieran existido”.
Pilar Aranda va desgajando sentencias que aportan un sentido lúcido pero no descarnado de la vida, fruto de una contemplación madura y sosegada: “Cuando el odio se desplaza hacia la indiferencia, se allana el camino al olvido”; “Se pierde la inocencia igual que el niño atiza la pelota por última vez y la busca, sin saber dónde ha ido”. Reflexiona sobre el mundo que crean las palabras (“No hay engaño, solo misterio, en los suspiros de las palabras”; “Conviene dar a los pensamientos una razón antes de que ellos inventen una excusa. Principios de experiencia”), sobre la manera en la que nos relacionamos en el teatrillo del mundo (“A veces el bien tiene que refugiarse en casa del enemigo, mientras encuentra su casa”) y, sobre todo, en ir, como diría el gran Ángel García López, a la Polar de la belleza: “Apartar la belleza de su enclave natural y llevarla al lugar que te pida es obra del arte”; “Se puede expresar la belleza en el dolor: pero el secreto lo guarda la escuela emocional del arte”.
El enfoque de estas píldoras de sabiduría está impregnado de lírica, de manera que los elementos básicos de la poesía se puedan condensar en cada una de las frases como el tono y el ritmo: “La buena luz se acostumbra a dormir entre tinieblas, porque sabe que nada se interpondrá cuando llegue su hora”; “No todo es claro bajo el sol, pero el mismo sol es a veces el que ciega”. La balanza, en ocasiones se inclina hacia el profundo conocimiento del ser humano: “La humillación no es más que la respuesta infeliz de un alma enferma”; “Confiar en el futuro es como subirse a un tren que nadie conduce”; “La serenidad es el alma de la elegancia”.
No andan estos pensamientos exentos de cierta melancolía y tristeza: “Exigir de más al porvenir es ofrecer ventaja al desengaño”; “La tristeza es como un nenúfar que flora en el río y no se ahoga; aunque quisiera”; “De lo extraordinario hacia lo cotidiano, si es de provecho e interesa. Es un mensaje del sabio a la riqueza”. Todas ellas son hermosas citas para reflexionar cada mañana: “Sueña la monotonía con levantarse en un día equivocado”. Disfrutemos con la actitud de quien medita en el paisaje mental del río más sagrado: “Velas y flores, gozo y llanto sobre el Ganges. Lleva la muerte el peso de su significado”.
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